Hegemonía o verdadera alternativa
*Por Sandra Rioboó. A casi 30 años de la recuperación democrática, el sistema político argentino está agotado.
Maquinarias electorales invencibles. Aspiraciones hegemónicas de las facciones que gobiernan. Efímeros armados electorales de subsistencia entre estructuras anacrónicas y cáscaras vacías que se descomponen antes del día de la elección. Un bipartidismo, sin partidos, agónico y confuso.
Plagado de trampas, el electorado debe hacer verdaderos esfuerzos para detectar pequeñas diferencias que, sin embargo, a menudo pueden ser profundas. Hace falta ponerse creativo.
La oposición es políticamente necesaria, aunque no suficiente.
Construir una alternativa es el desafío . Los argentinos debemos aprender a transitar por el camino de los opuestos complementarios y animarnos, por ejemplo, a discutir el modelo de salud deseado sin resignarlo a un asunto de mercado, o alcanzar cosechas récord de materias primas poniendo límites al uso indiscriminado del glifosato o la explotación de la minería a cielo abierto prohibiendo la contaminación del agua y protegiendo el medio ambiente.
Es fundamental refundar un sistema político cimentado en la coherencia de las piezas que lo componen.
El domingo, la sociedad argentina deberá hacer algo más que votar, deberá encajar esas piezas del sistema para relanzar la república en un marco democrático y previsible . Pocos dirigentes están a la altura de las circunstancias. Pocos pueden visualizar un régimen que lejos de totalizar, anude las diferencias; que lejos de cooptar, respete las identidades y los particularismos.
Casi ninguno puede mostrar coherencia en la construcción política. La sociedad, una vez más, deberá evidenciar con su voto los trazos gruesos de la discusión.
Si desea una hegemonía de partido único (facciones en el poder), con una oposición boba o si en cambio está dispuesta a cuestionarse la funcionalidad de lo establecido y apostar a la edificación de una alternativa real.
Los regímenes totalizantes se desmoronan y las sociedades se democratizan. No es momento de personalismos sino de creación.