Héctor Rolotti: "Un aventurero exitoso"
En julio de 2008, el diario La Nación le hizo una entrevista al empresario Héctor Rolotti, desaparecido en la India. Esta es la nota.
NUEVA YORK.- Cuando llegó a esta ciudad, hace 20 años, Héctor Rolotti no imaginó que iba a encarnar tan fielmente esa promocionada idea estadounidense del self made man. Pero lo hizo. Instaló un café en el barrio Soho, que luego se transformó en un exitoso restaurante, cuya marca, Novecento, hoy es reconocida aquí, en Miami, Punta del Este, Buenos Aires y Córdoba.
Sin más conocimiento de cocina que lo que le había visto hacer a su madre en Córdoba, donde nació, Rolotti se aventuró en un emprendimiento que le permitiera sobrevivir en esta ciudad. Pero llegó mucho más lejos. Con el tiempo, figuras como Robert De Niro, Brad Pitt, Kevin Spacey o Willem Dafoe se acercaron en busca de sus empanadas, milanesas y lomos, preparados "como en casa".
Mientras en su local ya casi no quedan mesas vacías y afuera la gente disfruta de un soleado mediodía neoyorquino, Héctor busca la tranquilidad de un salón del primer piso para empezar a desmenuzar su historia. Con el acento cordobés que los años en el exterior no pudieron borrar, destaca una y otra vez que todo lo hizo a pulmón.
"Esto se inició en 1991 como un cafecito en el que también vendíamos helados y postres. Fue un poco una aventura. Yo tenía 25 años y era bastante aventurero", recuerda. "La idea era poner un local que representara una porción de la Argentina en Nueva York."
Así fue como invirtió los primeros 30.000 dólares que pudo juntar, alquiló un pequeño salón, se dedicó de lleno a la tarea de remodelación y echó a rodar la pelota en 343 West Broadway, entre Brome y Grand, un punto por entonces bastante desolado del Soho. Fue el primer sitio en el que se podía tomar un café expreso o capuccino, porque hasta ese momento por aquí sólo se tomaba el café regular americano.
El lugar pronto se convirtió en parada obligada de los argentinos nostálgicos que frecuentaban la zona, sobre todo los domingos, cuando los grupos de amigos se prendían frente al televisor para ver los partidos de fútbol que se habían jugado esa tarde en la Argentina. Por eso no es casual que buena parte del decorado de Novecento incluya imágenes futboleras, desde Daniel Passarella levantando la Copa del Mundo en 1978 hasta el inmortal gol de Diego Maradona a los ingleses en 1986.
Pero la historia de este argentino en Nueva York recién empezaba. El bohemio Soho, que en un principio era el sitio escogido por los artistas para desarrollar sus creaciones con tranquilidad, comenzó a transformarse en un barrio más comercial y con mucho más movimiento. "Empezaron a brotar los restaurantes alrededor de mi local, que quedó como el cafetín del barrio. Entonces decidí que, si no quería desaparecer, tenía que ponerme a la altura de la competencia", explica este licenciado en Marketing y Comercio Exterior.
Así fue como en 1994 el café cedió paso al restaurante Novecento, donde la propuesta era degustar comida argentina, pero con un toque distintivo en su preparación. Héctor dejó la cocina en manos de un chef educado en la escuela francesa y se dedicó a la organización de espectáculos o, como él mismo lo expresa, "a armar la movida". Soda Stéreo, Los Fabulosos Cadillacs, Shakira y Andrés Calamaro fueron algunos de los que actuaron en su salón; además, Valeria Mazza, Guillermo Vilas y toda una legión de tenistas argentinos se convirtieron en sus clientes habituales y en sus más fieles difusores.
¿Por qué el nombre Novecento? "Vi la película Novecento, de Bernardo Bertolucci, y me impactó. Así que un día dije: «Se va a llamar Novecento»; y quedó". Así de simple, al igual que este hombre, de 41 años, que pasó su infancia en la capital cordobesa y su adolescencia en La Cumbre, donde cursó la secundaria en un colegio inglés.
Fanático de los deportes y de Boca Juniors, la pelota rodaba cada vez más lejos. Entonces, un amigo, Guillermo Jacobs, lo tentó para abrir algo en la Argentina. "Hay una esquina en un barrio en el que ahora no pasa nada, pero que se va a poner muy bueno", le dijo. Así nació en 1996 el Novecento de Las Cañitas, en Buenos Aires. Al que le siguieron el de Martínez, en 1999, y el de Córdoba, en 2000. "Lo que había ganado acá lo puse allá", apunta Héctor. Y agrega: "Ahí la propuesta fue a la inversa: tratamos de que la gente se sintiera en un restó del Soho, pero en Buenos Aires".
En el medio, su vida personal también había cambiado. En 1998 conoció a Mora Bárbaro, una barilochense que estaba de vacaciones en Punta del Este, donde ya funcionaba un nuevo Novecento. "La conocí en enero y nos casamos en noviembre", cuenta. "Su madre siempre tuvo un restaurante en Bariloche y ella estaba cansada de ese ambiente, por eso juró que nunca se casaría con alguien de ese sector... pero terminó conmigo", sonríe Héctor.
Luego de una breve temporada en la Argentina, el matrimonio se instaló en Miami, donde hoy disfrutan de sus tres hijos, Cirilo (5 años), Tomás (3) y Olivia (2).
Después de todas las buenas que le habían tocado vivir, en 2001 llegaron los malos tiempos. Y por partida doble. El atentado terrorista contra las Torres Gemelas, en septiembre, paralizó la zona. "Acá había una depresión total, no se veía un alma y el negocio se paró por completo". Tres meses más tarde, el "corralito" impuesto en la Argentina, le atrapaba sus ahorros. Fue un año negro. "¿Cómo lo superé? Achiqué todo al mínimo posible y la apechugué", recuerda.
Cuando las cosas mejoraron, comenzó a madurar la idea de abrir un local en Miami, algo que siempre había tenido pendiente. Sabía que allí había muchos argentinos y que podía ser una plaza interesante. No se equivocó. En 2002 empezó con un local en Miami Beach, que fue la plataforma desde la que se impulsó para inaugurar hace cuatro años el de Brickell y hace tres meses el de Coral Gables.
Con estos dos últimos dio el salto a gran escala, porque hasta el momento sólo tenía locales chicos. "Con Brickell nace la tercera etapa de Novecento: la primera fue de café; la segunda, de bistró, y la tercera ya es un multiespacio que trabaja día y noche, con mucho volumen."
"De una aventura surgió toda esta movida", se asombra este emprendedor que siempre quiso salir de Córdoba, donde, según dice, era "el hijo de", ya que su padre, que también se llama Héctor, es un reconocido comerciante de la ciudad, que fundó y fue director de la Cámara de Comercio Exterior.
¿Cuál es el secreto de Novecento? Héctor piensa unos segundos y responde: "Creo que lo fundamental es que se trata de un lugar bien real. En un mundo donde todo es virtual, éste es un ambiente donde se puede volver a las cosas sencillas, a la amistad, a conocer gente, a comer algo rico y a tomarse un buen vino". Simple, como siempre.