Haz lo que yo digo, no lo que yo hago
La política y los medios se preocupan por el coronavirus ahora que los tienen rondando cerca.
Tuvieron que pasar más de 90 días de cuarentena para que los mundos de la política y de los medios de comunicación se dieran cuenta de la gravedad del coronavirus. Y no sería de otra manera: tuvieron miedo cuando lo sintieron en carne propia, cuando algunos personajes de estos “mundos paralelos” fueron infectados.
Fue, hasta esta semana, que su lema de cabecera era el “haz lo que yo digo, y no lo que yo hago”: mientras advertían (y advierten todavía) que debemos quedarnos en casa para protegernos del imparable virus, ellos realizaban diferentes actos que otros, los ciudadanos de pie, no podían hacer. Porque si lo hacían eran equiparables a terroristas biológicos.
Repasemos: políticos de primera línea, incluyendo al presidente Alberto Fernández, paseando sin barbijos y sin respetar el distanciamiento; reuniones y almuerzos entre opositores para hablar de vaya a saber qué, aunque seguro debió ser de urgencia, porque podían haberlo hecho por videollamada; programas de entretenimientos que reemplazaron a los participantes de la calle por famosos, que hasta lo que tengo entendido también son personas como uno; personajes de la tv a los abrazos, en las redes sociales y hasta en vivo, sin importarles nada.
Pero hubo una situación en particular que llamó la atención por la demostración del grado de indiferencia de estos mundos por la salud de todos: Quique Sacco yendo a trabajar a la radio, aun sabiendo del test positivo de su pareja María Eugenia Vidal, con la que compartió momentos –rompiendo la cuarentena, ya que cada uno vive solo- y de quien posiblemente se haya contagiado. Tuvieron que desinfectar la radio y sus compañeros de trabajo vivieron reales momentos de angustia.
Con los resultados de los test positivos en la mesa, y dando cuenta de los hechos que todos sabemos, ¿con qué cara estos personajes pueden seguir pidiendo que nos quedemos en casa y nos cuidemos, si ellos mismos no lo cumplen?
Más allá de cuestionarnos si Vidal era una trabajadora exceptuada de cumplir con la cuarentena como para circular libremente, los que sí los son, como los medios de comunicación, deberían reconsiderar, o al menos pensar, por qué son esenciales: para dar información y, al menos, no servir de mal ejemplo. O tal vez es ingenuidad de la sociedad creer que los que los medios nos muestran es un modelo a seguir.
Pero también podría darnos algo de conciencia: el esparcimiento del virus es tan grande, que muchos se preocuparon por las redes de contactos que tenían estas personas famosas. Es la clase de cálculos que debería haber hecho el Gobierno desde el primer momento ante los casos positivos de covid-19: rastrear cuáles eran sus vínculos y aislarlos, para evitar el masivo contagio. El seguimiento del virus es la gran pata que le faltó a la cuarentena para ser más eficiente y, quizás, menos extensa.
A la sociedad ya se le pidió mucho, y respondió correctamente, más allá de algunas excepciones. Y, en su mayoría, fueron señalados por sus culpas en diarios y noticieros. ¿Pero quién paga los platos rotos cuando otros hechos más graves fueron cometidos por políticos y famosos? Los ciudadanos terrenales parecemos tener otras leyes.
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