Hay que reformar el capitalismo
*Por Klaus Schwab. Las críticas al capitalismo han aumentado en los últimos meses. Los movimientos de protesta, como Ocupa Wall Street, expresan su indignación frente a los excesos de los banqueros, que, según ellos, son los principales causantes de la actual crisis económica, y a los que, aparentemente, no se los responsabiliza.
Una cantidad creciente de miembros de distintos sectores de la sociedad muestran solidaridad con las actividades anticapitalistas que reflejan la frustración generalizada que siente la ciudadanía.
Las protestas anticapitalistas están a la orden del día. Pero no es suficiente condenar simplemente al capitalismo por sus innegables excesos. Debemos analizar más profundamente el motivo por el que el sistema capitalista, en su forma actual, ya no es apropiado para el mundo que nos rodea.
Cuando comenzó la crisis, en enero de 2009, yo dije lo siguiente en mi discurso de apertura en Davos: "Hoy las personas de todos los rincones del planeta preguntan cómo fue posible que se tomaran decisiones inducidas por la ambición o la incompetencia, y sin una supervisión eficaz, que tuvieron terribles consecuencias no sólo para la economía mundial, sino también para la gente real, que perdió su jubilación, su hogar o su trabajo. Esas personas se sienten desconcertadas, asustadas y enojadas".
En ese momento se esperaba que la crisis condujera a una revisión del comportamiento de los directivos de las empresas, sobre todo en el sector de los servicios financieros. Han pasado casi tres años y todavía no hemos aprendido las lecciones del pasado. El sistema que nos condujo a la crisis ha estado obsoleto durante años. No superaremos la crisis si seguimos negando la necesidad de hacer una puesta a punto del sistema. Existen tres motivos por los cuales el capitalismo debe ser sometido a una reforma:
1. El capitalismo está desequilibrado. El uso de capital virtual para especular en relación con el uso del capital en la economía real ha colapsado más allá de cualquier proporción razonable y, ahora, se encuentra fuera de control. Las operaciones financieras para equilibrar los riesgos son necesarias, pero no lo son las transacciones que especulan sobre la especulación en sí.
2. En el sistema capitalista original había una clara distinción entre el empresario, que es quien soporta el riesgo de la inversión y por lo tanto es recompensado con las ganancias, y el gerente, cuya tarea profesional consiste en garantizar el futuro de la empresa a largo plazo. Como consecuencia de un sistema de bonificaciones excesivas, el gerente se asoció con los intereses de los propietarios del capital y eso pervirtió el sistema. Este es el problema fundamental que dio origen a la situación actual: los salarios excesivos han perjudicado el espíritu de los negocios para los gerentes.
3. El capital ya no es un factor de producción decisivo en la economía mundial actual. Cada vez más, la ventaja competitiva está determinada por ideas innovadoras o servicios intangibles, y menos por el capital. Además, a medida que se eleva el nivel de vida, el énfasis general se traslada de la cantidad a la calidad. El éxito económico del mañana no estará decidido por el capital, sino por el "talento" concebido como un factor de producción. Por lo tanto, nos estamos trasladando del capitalismo al "talentismo".
Las protestas alrededor del mundo son peligrosas si se utilizan como medio de guerra de clases. No obstante, lo que sí necesitamos son nuevos impulsos que nos lleven a repensar para dar origen a las acciones correctivas.
Sobre todo, el trabajo del gerente debe ser reprofesionalizado. Las empresas suelen justificar el pago de sueldos desmesurados y bonificaciones por el hecho de que el talento se ha convertido en un factor de éxito clave. Sin embargo, el talento no es el factor crucial para la profesión del gerente, sino para cualquier tipo de trabajo.
¿Por qué un maestro sobresaliente debe ganar menos que un gerente mediocre? ¿Por qué un cirujano de renombre mundial debe ganar menos que el CEO de una empresa internacional? Desde luego que, idealmente, todos deberíamos ganar de acuerdo con la responsabilidad y el rendimiento. Pero la principal motivación profesional debería ser la vocación, y no simplemente el deseo de obtener ganancias.
La separación entre gerentes y quienes asumen riesgos también reinará en las transacciones financieras en que las ganancias benefician a los individuos, pero los riesgos se colectivizan, lo que significa que el contribuyente promedio debe soportar la carga cuando las cosas salen mal. En resumen, debemos hacer una transición de un capitalismo excesivo a una economía de mercado en que la responsabilidad social y las obligaciones no sean simplemente palabras vacías.