¿Hay que matar al mensajero?
* Por Rogelio Frigerio. El Ministerio de Economía de la Nación intimó a una decena de consultoras del ámbito privado a informar respecto a la metodología de elaboración de los respectivos índices de precios al consumidor.
No es mala idea que, por fin, se establezca una comunicación fluida entre el Estado y los responsables de proveer actualmente información pública confiable. Desde luego, también vendría bien que el gobierno tome un contacto similar con las provincias: muchas de ellas proveen buena información que el Gobierno podría utilizar. Nosotros no construimos un Índice de Precios (IPC) que tenga la pretensión de reemplazar al que históricamente elaboró -con calidad y confiabilidad internacionalmente reconocida-el Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC). Es de púbico conocimiento que la estimación de precios que nos vemos obligados a construir es absolutamente circunstancial. Nos vendría mucho mejor contar con información pública confiable, además, sería para nosotros mucho más barato.
Nuestro oficio necesita tener una idea cierta de lo que ocurre con la inflación y nosotros vivimos de nuestra credibilidad en el análisis económico. Mientras las estadísticas disponibles sean inconsistentes con las variables macroeconómicas y con las estadísticas provinciales, tenemos que gastar plata y esfuerzo en armar un índice propio. Este es un insumo para la elaboración de las proyecciones macroeconómicas. En otras palabras, el relevamiento de precios que hacemos no es para la consultora un producto final para vender en el mercado, sino básicamente una herramienta de trabajo, que tendremos que seguir utilizando hasta tanto el Estado nos brinde un IPC que consideremos nuevamente confiable. Hasta el 2007, los aumentos de los precios minoristas relevados por las direcciones de estadísticas provinciales coincidían mayormente con la inflación del INDEC para CABA y GBA.
A partir de los cambios introducidos en la dirección del organismo responsable de proveer las estadísticas públicas, sin embargo, la inflación minorista oficial comenzó a ser entre la mitad y un tercio de la publicada por las agencias en las provincias. Coincidentemente, desde ese momento se pone de manifiesto una gran inconsistencia entre la evolución de los precios minoristas relevados por el INDEC y el comportamiento de las principales variables macroeconómicas argentinas. Durante los últimos años, la evolución observada del PBI, de la recaudación, del gasto público, de los salarios, de los depósitos, del crédito y de la oferta monetaria, no se condice con el aumento de precios del IPC oficial para CABA y GBA, sino con una inflación muy superior; en línea con la observada en la mayoría de los distritos provinciales. La inconsistencia entre los números de inflación del INDEC y el comportamiento de estas otras variables, queda en evidencia con unos pocos ejemplos.
En los últimos cuatro años la inflación minorista oficial acumuló un incremento del 39%, mientras que los salarios del nivel general (según el CVS del INDEC) crecieron un 120%. Dicho de forma más llana, los argentinos deberíamos haber mejorado nuestro poder de compra en más de un 80% en pocos años. Paralelamente en el mismo período, la recaudación de los recursos tributarios nacionales creció un 180%; el gasto público primario presentó un aumento de más del 220% y la cantidad de dinero (M2) creció prácticamente en un 100%, mucho más del doble que la inflación oficial. Me gustaría creer que este contacto que se establece ahora entre el sector público y las distintas consultoras puede llegar a significar un paso más en línea con la voluntad expresada por el Gobierno Nacional de mejorar las Estadísticas Oficiales. Como fue en su momento el pedido de colaboración a las universidades públicas, y la más reciente solicitud de asistencia al FMI.
Si esto último fuera el caso, nos ponemos a disposición de las autoridades para acercarnos a ese Ministerio y ahondar en la información acerca de la metodología que utilizamos, interiorizarnos nosotros también sobre la nueva metodología oficial de estimación de precios y brindar, en definitiva, toda la colaboración que se requiera.
Nuestro oficio necesita tener una idea cierta de lo que ocurre con la inflación y nosotros vivimos de nuestra credibilidad en el análisis económico. Mientras las estadísticas disponibles sean inconsistentes con las variables macroeconómicas y con las estadísticas provinciales, tenemos que gastar plata y esfuerzo en armar un índice propio. Este es un insumo para la elaboración de las proyecciones macroeconómicas. En otras palabras, el relevamiento de precios que hacemos no es para la consultora un producto final para vender en el mercado, sino básicamente una herramienta de trabajo, que tendremos que seguir utilizando hasta tanto el Estado nos brinde un IPC que consideremos nuevamente confiable. Hasta el 2007, los aumentos de los precios minoristas relevados por las direcciones de estadísticas provinciales coincidían mayormente con la inflación del INDEC para CABA y GBA.
A partir de los cambios introducidos en la dirección del organismo responsable de proveer las estadísticas públicas, sin embargo, la inflación minorista oficial comenzó a ser entre la mitad y un tercio de la publicada por las agencias en las provincias. Coincidentemente, desde ese momento se pone de manifiesto una gran inconsistencia entre la evolución de los precios minoristas relevados por el INDEC y el comportamiento de las principales variables macroeconómicas argentinas. Durante los últimos años, la evolución observada del PBI, de la recaudación, del gasto público, de los salarios, de los depósitos, del crédito y de la oferta monetaria, no se condice con el aumento de precios del IPC oficial para CABA y GBA, sino con una inflación muy superior; en línea con la observada en la mayoría de los distritos provinciales. La inconsistencia entre los números de inflación del INDEC y el comportamiento de estas otras variables, queda en evidencia con unos pocos ejemplos.
En los últimos cuatro años la inflación minorista oficial acumuló un incremento del 39%, mientras que los salarios del nivel general (según el CVS del INDEC) crecieron un 120%. Dicho de forma más llana, los argentinos deberíamos haber mejorado nuestro poder de compra en más de un 80% en pocos años. Paralelamente en el mismo período, la recaudación de los recursos tributarios nacionales creció un 180%; el gasto público primario presentó un aumento de más del 220% y la cantidad de dinero (M2) creció prácticamente en un 100%, mucho más del doble que la inflación oficial. Me gustaría creer que este contacto que se establece ahora entre el sector público y las distintas consultoras puede llegar a significar un paso más en línea con la voluntad expresada por el Gobierno Nacional de mejorar las Estadísticas Oficiales. Como fue en su momento el pedido de colaboración a las universidades públicas, y la más reciente solicitud de asistencia al FMI.
Si esto último fuera el caso, nos ponemos a disposición de las autoridades para acercarnos a ese Ministerio y ahondar en la información acerca de la metodología que utilizamos, interiorizarnos nosotros también sobre la nueva metodología oficial de estimación de precios y brindar, en definitiva, toda la colaboración que se requiera.