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Hacete la película: las cinco cosas que no hay que hacer cuando vas al cine

En época de festivales y con grandes estrenos en cartel, es un buen momento para recordar lo que la gente parece no aprender nunca.

Por Sofía Tarruella

@Sofisuu

starruella@diarioveloz.com


Las salas de cine son un espacio de ocio, distracción, entretenimiento y pasión desde hace unos cien años y sin embargo, hay cosas que la gente parece nunca aprender.

No suelo ser de los compañeros de butaca intolerantes y estrictos pero probablemente el 15° Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente que tiene lugar por estos días y una sobre dosis de películas diarias, intensifican el odio por las reglas inexplícitas e incumplidas pero totalmente necesarias para disfrutar de una película en paz.

Acá 5 cosas que fácilmente cambian el humor (para peor) en una sala de proyección:

1- "El restaurante": entiendo las bebidas, acepto los caramelos, hasta puedo concebir el consumo silencioso de pochocho por ser uno de los aperitivos inalienables de las salas de cine, por costumbre impuesta. Pero pizza, tacos, sándwiches..., ¿tanto cuesta esperar como máximo máximo tres horas para comer algo en otro lugar no hermético donde no moleste el ruido? Parece que sí.

2- "El bar o club barrial": probablemente lo más molesto de todo es tener que seguir el hilo de la historia alternando los siempre molestos comentarios de los que tenemos al lado. De repente, surgen de la nada los súbitamente "críticos de cine" que impulsivamente y muchas veces infundadamente comentan en voz alta sus opiniones. Peor es cuando el compañero de al lado es el "adivino" y disfruta de hacer públicas sus predicciones, que muchas veces terminan siendo reales, y que joden el misterio. Pero lo peor de todo es el "maldito", aquel que ya vio la película y te cuenta el final, no hay vuelta atrás por más lazo de amistad que exista.

3- "El hotel": a veces dormirse en el cine es incontrolable (tengo que admitirlo), pero roncar excede la tolerancia de cualquier compañero de sala.

4- "Los fanáticos del celular que por nada del mundo pueden desconectarse": ni las infantiles propagandas de las salas previas a las películas o los esporádicos pedidos humanos pueden contra el que se niega a silenciar o apagar su teléfono móvil. El modo "vibrador" puede ser más prometedor pero termina resultando muy molesto si su usuario no consigue apagarlo y mientras tanto somete a sus compañeros de butaca a un temblor no pedido.

5- "El que no puede controlar sus hormonas": increíble el efecto que tienen los babosos y ruidosos besos de los compañeros de butaca que me llevan al extremo de citar a mi abuela: "¿Porqué no se van a un telo?".