Golpeada, la oposición reflexiona
* Por Carlos Sacchetto. Sumidos en la decepción a la que fueron sometidos por la voluntad popular, los principales candidatos opositores que protagonizaron las elecciones primarias del domingo tuvieron ayer una larga jornada de recogimiento y reflexión. Carlos Sacchetto.
Sumidos en la decepción a la que fueron sometidos por la voluntad popular, los principales candidatos opositores que protagonizaron las elecciones primarias del domingo tuvieron ayer una larga jornada de recogimiento y reflexión. Las prioridades fueron el análisis de la pobre actuación de sus propias fuerzas en cada distrito y el intento de comprender las razones por las cuales la presidenta Cristina Fernández se alzó con más del 50 por ciento de los votos, algo que ni el propio oficialismo esperaba.
Como esas dos circunstancias requieren profundidad en el análisis y también el replanteo de estrategias ante el electorado, durante el día después no hubo avances en las conversaciones aisladas que se habían mantenido antes del domingo.
Esos diálogos se edificaban sobre la suposición de que el candidato que ocupara el segundo lugar lo haría con una diferencia importante sobre el resto. De ese modo, podría pensarse en algún tipo de acuerdo para enfrentar con más fuerza al Gobierno en octubre.
Eso no sucedió. El escrutinio provisorio no estaba ayer concluido y aún no se conoce quién finalmente salió segundo. De todos modos, la suma de los votos de Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde, en el mejor de los casos podría llegar al 25 por ciento. Es decir, la mitad de lo obtenido por la Presidenta.
El realismo indica que esa diferencia resulta indescontable si no ocurre una catástrofe política. Encima, la propia jefa del Estado dinamitó ayer la idea de la boleta única, un objetivo que la oposición considera funcional a su estrategia de sobrevida.
El escaso acompañamiento de los ciudadanos al resto de los postulantes presidenciales es quizá un castigo a sus marcados personalismos. No supieron articular propuestas y discursos creíbles para la sociedad y, lo que es peor, se encerraron en sus propios errores.
En la política moderna, los dogmas han quedado como una expresión del pasado. Aferrarse a ellos sólo para mostrarse intransigente, como se manifestó ayer Elisa Carrió, no es la única manera de mantener la dignidad.
En la construcción democrática, también se puede ser digno y fiel a los principios procurando acuerdos y consensos.
Esa es la esencia de la política, siempre y cuando se busque con honestidad poner la negociación al servicio de la gente y no de los lucimientos personales.
Alfonsín, Duhalde y Hermes Binner, por citar sólo a los que reunieron más votos después de Cristina, tienen la oportunidad ahora de recoger enseñanzas de la derrota e intentar otros caminos y propuestas para ser más creíbles.
Ellos y los que vengan son necesarios al sistema, porque resulta inimaginable, y a la vez peligroso, el sostenimiento de una democracia sin pensamiento crítico y sin voces opositoras que se diferencien del discurso oficial.