Golpe demoledor contra las Farc
Las Farc, la guerrilla más antigua de la región, sufrió otro golpe con la muerte de su jefe "Alfonso Cano". Pero Sudamérica debe estar atenta al presente narcoguerrillero de esa organización armada.
En el fragor de este tiempo, ha pasado prácticamente inadvertida una información trascendental para el destino político inmediato de América del Sur. El 4 de este mes, las Fuerzas Armadas de Colombia mataron a Guillermo León Sáenz Vargas, alias "Alfonso Cano", comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y principal e intransigente ideólogo comunista tras la muerte de Jacobo Arenas, en 1990.
Desde entonces, desempeñó funciones de importancia, desde comandante del Bloque Central hasta comandante en jefe y miembro del secretariado de las Farc, pasando por su jefatura del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, lanzado el 29 de abril de 2000 juntamente con el Partido Comunista Clandestino Colombiano, o PC3, con el beneplácito de Hugo Chávez.
Su caída en un bombardeo se suma a las constantes bajas que sufre la cúpula de las Farc, considerada agrupación terrorista por 33 estados, entre ellos Estados Unidos y la Unión Europea (UE). Deben recordarse las muertes del legendario fundador de la guerrilla, Manuel Marulanda, por causas naturales, en 2008; ese mismo año, el 1º de marzo, mataban al jefe militar de la organización, Luis Edgar Devia (alias "Raúl Reyes"), y el 22 de septiembre de 2010 a su sucesor, Julio Suárez Rojas (alias "el Mono Jojoy").
Los analistas militares han considerado siempre que la caída del "Mono Jojoy" es el golpe más duro sufrido por las Farc, superior a las de Marulanda y "Reyes", porque era el estratega y ejecutor de la política terrorista de secuestros, extorsiones y ataques contra las fuerzas militares regulares y contra civiles renuentes a cooperar con la guerrilla.
Estos golpes contrastan con las limitaciones de las ofensivas que solían realizar las Fuerzas Armadas Colombianas. Reyes y "el Mono Jojoy" cayeron en operaciones de ataques aéreos. En el segundo caso, estuvo a punto de generarse un conflicto diplomático a escala sudamericana. Es que se produjo contra un "santuario" (refugio y campo de adiestramiento) ubicado en Ecuador, cuyo presidente, Rafael Correa, nunca ocultó sus simpatías hacia las Farc. Esas fuerzas guerrilleras siguen disponiendo de "santuarios" en Venezuela, aunque el presidente Hugo Chávez olvidó, o ya no puede cumplir, su promesa de entregarles una ayuda de 300 millones de dólares.
En pleno proceso de desintegración, por la extinción de sus principales jefes militares y estratega, las Farc se alejan cada vez más de su ideología y se transforman en un vulgar cartel de narcotraficantes. Suelen perpetrar algún secuestro o asesinato político para mantener una imagen revolucionaria en la que prácticamente ya nadie cree. No obstante, las democracias de la región deben estar atentas a que ese proceso de disolución no se reactive o mute en nuevas formas de delincuencia organizada.
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