Globalización en contra
Parece que en la provincia el fenómeno de la globalización funciona a la perfección, no porque la salud sea atendida con el mismo nivel -que no es una maravilla, hay que decirlo- en la Capital que en el interior, ni porque pudiera afirmarse lo mismo en relación con los otros servicios.
Los males capitalinos no difieren en gravedad y cantidad de los que conmueven a aquellas extensiones catamarqueñas que no pueden verse ya como reservas morales de las que pudiese esperarse, en San Fernando del Valle, alguna corriente purificadora.
La violencia, la aberración sexual, el apoderamiento de lo ajeno, las estafas, los asesinatos, los suicidios, las maternidades y paternidades prematuras, el aborto y las adicciones a las drogas y el alcohol son probablemente sólo parte de un listado más largo que pone al interior y la Capital a una misma altura.
Pero como esta realidad todavía no es percibida, sobre todo aquí, en la ciudad cabecera, es probable que haya quienes siguen creyendo que los comprovincianos del interior están menos afectados por las miserias éticas o sólo humanas de estos días.
Por esto, aun sorprenden aquí noticias que dan cuenta de hechos delictivos que se registran más allá de la contaminada sede del Gobierno provincial, a menudo en parajes apenas poblados y alejados de sus conducciones municipales.
Podría, sin embargo aventurarse que esa sorpresa disminuye cada día y que, pronto será reacción de muy pocos, no por otra razón que la familiarización con informaciones que hablan de maldades y atmósferas sociales propicias para los peores extravíos en esas presuntas Arcadias que, si fueron realidad alguna vez, ahora son puro recuerdo e idealización nostálgica.
"El Ancasti" del jueves difundió la noticia de que en El Alto, cabecera del departamento del mismo nombre, desconocidos intentaron incendiar la casa de la directora del Hospital departamental "Francisco Hurtado". La intervención oportuna de la Policía, logró, retirar a tiempo la cubierta de automóvil en llamas que los malvivientes habían dejado junto a la puerta de madera de la vivienda de la profesional, a esas horas -las primeras cinco del miércoles- deshabitada, por no hallarse circunstancialmente la médica en la localidad.
Lo más curioso es que ya con anterioridad la misma vivienda había sido objeto de un atentado similar. En esta segunda ocasión, el dato de que los autores del cobarde ataque no se fueron del lugar sin afear la casa con inscripciones obscenas permite adivinar una aguda inquina contra la víctima por motivos de índole gremial o de cuestionamiento por alguna medida en la conducción del Hospital.
La Policía, según se ha hecho saber, investiga siguiendo la hipótesis de que se está ante un delito de carácter político, pero sea como fuese, no hay duda de que se creería más natural que algo así hubiese ocurrido en la Capital que en el interior.
Un detalle de la información permite inferir que ni la solidaridad comunitaria puede seguirse mostrando como característica de los pueblos del interior. En este caso, ningún vecino declaró haber visto u oído algo que pudiese identificar a los culpables o aclarar totalmente lo sucedido, aunque tal conducta pudiera deberse a la hora en que se consumó el atentado o a miedo a una represalia de los frustrados incendiarios.
La diversidad entera del delito puede ahora registrarse también en el interior de la provincia y no sólo en la Capital.