Ganancias sin riesgo
Dirigencias políticas irresponsables estimulan la especulación globalizada y le hacen el juego a las calificadoras de riesgo, que obtienen ganancias con sus alarmas sistemáticas.
Accionar la alarma ante riesgos reales o imaginarios es un buen negocio. Lo demuestran Standard & Poor’s (S&P), Fitch y Moody’s, que están cerrando con reconfortantes beneficios sus últimos balances.
Así, Fitch obtuvo entre el 1 de octubre de 2010 y el 30 de septiembre de 2011 ganancias por 525,6 millones de euros, un incremento del 9,4 por ciento en relación con el ejercicio anterior. En los nueve primeros meses de 2011, S&P ganó 442,3 millones, mientras Moody’s, algo más modesta, rastrilló en esos nueve meses 367,3 millones, un crecimiento del 28,2 por ciento respecto de igual período de 2010.
Dos factores contribuyeron a esas expansiones y ambos están unidos de manera indisoluble con las acciones y omisiones de las clases políticas de los Estados Unidos y de la Unión Europea (UE), que desnudaron irresponsabilidad e incapacidad en el manejo de las cuentas públicas y omisión de castigo por los usos y abusos especulativos de los sistemas bancario y financiero de sus países.
De ellos, sólo los políticos alemanes están eximidos ante la opinión pública internacional, aunque hayan reunido una colección de números rojos en sus estadísticas macroeconómicas.
Aun bajo la conducción de Angela Merkel, Alemania siempre proyecta una imagen de solidez, a pesar de violar sistemáticamente el famoso Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), que prohíbe a los asociados de la UE tener un déficit superior al tres por ciento de su producto interno bruto y un endeudamiento mayor al 60 por ciento del PIB. Alemania transgredió 15 veces el PEC y de ellas ocho desde que Merkel llegó a la cancillería (22 de noviembre de 2005). Nunca cumplió con la limitación del endeudamiento público. Sólo dos países de la Eurozona tuvieron siempre un comportamiento ejemplar: Luxemburgo y Finlandia, pero es imposible descartar que tarde o temprano caiga sobre ellos el hacha del riesgo.
De los Estados Unidos, ya se sabe que estuvo a un solo día de ingresar en cesación de pagos, causada por la enorme dilapidación que realizaron George Walker Bush y Barack Obama (más de 600 mil millones de dólares por año sólo en aventuras militares condenadas al fracaso). Tienen en carpeta una incursión devastadora contra Irán, en nombre de la no proliferación de armas nucleares, y ya hay rumores de halcones que pronostican que tarde o temprano la hipersofisticada tecnología militar se ocupará de China, hipótesis que producen una constante valorización de las commodities , un drama p ara las economías europeas, que carecen de materias primas.
En ese escenario, poblado por mandatarios irresponsables y resignados a las brutales imposiciones del Fondo Monetario Internacional y de los graduados en ajustes de Goldman Sachs, que relevan a clases políticas hundidas en crisis terminales, es muy rentable alarmar sobre riesgos de colapsos nacionales.
Así, Fitch obtuvo entre el 1 de octubre de 2010 y el 30 de septiembre de 2011 ganancias por 525,6 millones de euros, un incremento del 9,4 por ciento en relación con el ejercicio anterior. En los nueve primeros meses de 2011, S&P ganó 442,3 millones, mientras Moody’s, algo más modesta, rastrilló en esos nueve meses 367,3 millones, un crecimiento del 28,2 por ciento respecto de igual período de 2010.
Dos factores contribuyeron a esas expansiones y ambos están unidos de manera indisoluble con las acciones y omisiones de las clases políticas de los Estados Unidos y de la Unión Europea (UE), que desnudaron irresponsabilidad e incapacidad en el manejo de las cuentas públicas y omisión de castigo por los usos y abusos especulativos de los sistemas bancario y financiero de sus países.
De ellos, sólo los políticos alemanes están eximidos ante la opinión pública internacional, aunque hayan reunido una colección de números rojos en sus estadísticas macroeconómicas.
Aun bajo la conducción de Angela Merkel, Alemania siempre proyecta una imagen de solidez, a pesar de violar sistemáticamente el famoso Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), que prohíbe a los asociados de la UE tener un déficit superior al tres por ciento de su producto interno bruto y un endeudamiento mayor al 60 por ciento del PIB. Alemania transgredió 15 veces el PEC y de ellas ocho desde que Merkel llegó a la cancillería (22 de noviembre de 2005). Nunca cumplió con la limitación del endeudamiento público. Sólo dos países de la Eurozona tuvieron siempre un comportamiento ejemplar: Luxemburgo y Finlandia, pero es imposible descartar que tarde o temprano caiga sobre ellos el hacha del riesgo.
De los Estados Unidos, ya se sabe que estuvo a un solo día de ingresar en cesación de pagos, causada por la enorme dilapidación que realizaron George Walker Bush y Barack Obama (más de 600 mil millones de dólares por año sólo en aventuras militares condenadas al fracaso). Tienen en carpeta una incursión devastadora contra Irán, en nombre de la no proliferación de armas nucleares, y ya hay rumores de halcones que pronostican que tarde o temprano la hipersofisticada tecnología militar se ocupará de China, hipótesis que producen una constante valorización de las commodities , un drama p ara las economías europeas, que carecen de materias primas.
En ese escenario, poblado por mandatarios irresponsables y resignados a las brutales imposiciones del Fondo Monetario Internacional y de los graduados en ajustes de Goldman Sachs, que relevan a clases políticas hundidas en crisis terminales, es muy rentable alarmar sobre riesgos de colapsos nacionales.