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Gana la Ban-K

* Por Sergio Serrichio. Dos noticias recientes y el propio mensaje presidencial al Congreso confirmaron que los bancos son los socios (no tan) ocultos del modelo kirchnerista.

Entre las afirmaciones auto-celebratorias que hizo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) al abrir el actual período de sesiones ordinarias del Congreso, hubo varias referidas al sistema bancario.

Entre otros datos, CFK precisó que, de 2003 a la fecha, el consumo por tarjetas de crédito aumentó 1.019% y aquél por tarjetas de débito lo hizo en 1.171%. Además, precisó que entre los '90 y el año pasado la tasa de rentabilidad de los bancos se sextuplicó.

Eso sí, la presidenta reprendió a los bancos privados por no dar más préstamos hipotecarios, rubro en el que -dijo- el 65% del crédito es brindado por tres entidades: el Banco Nación, el Provincia de Buenos Aires y el Hipotecario.

La Presidenta confirmó algo que expusimos aquí en diciembre pasado ("2011: un año imprevisible"): los bancos han sido uno de los grandes beneficiarios del "modelo", pero su rol de aliados del kirchnerismo ha pasado casi desapercibido.

Semanas antes del discurso presidencial, dos noticias echaron algo de luz sobre el tema. De un lado, un informe del Banco Central precisó que las entidades del sistema tuvieron en 2010 utilidades por 11.780 millones de pesos, un récord absoluto. Se conoció, a través de uno de los cables del Departamento de Estado norteamericano difundidos por Wikileaks, que en 2007 los bancos acordaron con el gobierno de Néstor Kirchner anunciar nuevas líneas hipotecarias a sabiendas de que darían muy pocos créditos de ese tipo. La clave no era darlos sino anunciarlos, para favorecer la campaña presidencial "Cristina, Cobos y vos".

Tanto Clarisa Lifsic, entonces presidenta del banco Hipotecario, como Jorge Brito, titular del Macro, confesaron que los anuncios eran una mera maniobra electoral.

Lifsic le contó al entonces embajador de EEUU en la Argentina, Earl Anthony Wayne, que los bancos habían firmado el acuerdo con el gobierno porque Brito, como titular de una asociación de bancos, aseguró a los demás banqueros "que el gobierno sólo quería los titulares de prensa y nunca comprobaría si los préstamos habían sido emitidos". El propio Brito confirmó esos dichos a Wayne.

Deconstruyendo el "modelo"

El recordatorio no busca hacer dietrología sino desentrañar (o desenmascarar) el discurso oficial. Cuando, en un discurso de más de 9.000 palabras la presidenta no menciona ni una sola vez la palabra "inflación", se congratula de que las líneas de crédito que más crecieron fueron las de tarjetas (esto es, el crédito más caro) y se extraña que pese a las fenomenales ganancias de los bancos (alimentadas además por sus inversiones en títulos públicos) haya críticas al "clima de negocios", está demostrando no entender cómo se vinculan esos fenómenos entre sí.

En la nota de diciembre pasado citábamos un informe del economista Eduardo Levy Yeyati según el cual, entre 2003 y 2009 la proporción de los préstamos hipotecarios en el crédito bancario total había descendido del 25 al 12% y la de los préstamos "de inversión" de 60% a menos del 50%, mientras que la de los créditos "personales" (los más caros, incluidas las tarjetas de crédito) había pasado del 16 al 37%.

Esas tendencias se profundizaron en 2010, cuando el crédito hipotecario cayó por segundo año consecutivo, precisó la consultora Ecolatina.

Recientemente, Levy Yeyati profundizó su análisis sobre este desarrollo del crédito, que podría llevar a una distribución cada vez más regresiva de la riqueza, incluso a pesar de una mejora en la distribución del ingreso.
 
Porque así como históricamente "los ladrillos" han sido la forma más tradicional y fiable de ahorro de las clases medias (y, en menor medida, también de las menos pudientes), la porción cada vez mayor del crédito destinada al "ahorro" en autos, electrodomésticos y chiches electrónicos, todos bienes que se deprecian rápidamente, alimentará más la riqueza de los banqueros y de los productores y vendedores que de los asalariados que toman esos créditos y compran esos bienes.

Si el LCD sustituye al ladrillo, razona Yeyati, es de esperar que el porcentaje de "dueños" de casas descienda. De hecho, es lo que está sucediendo, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).

"¿Qué queda de la práctica del ahorro, piedra basal, junto con la educación, de la movilidad social en el nuevo mundo? ¿De qué vivirá ese trabajador cuando sea demasiado viejo para trabajar? Ciertamente, no de autos y televisores usados. Y, con un 75% de los jubilados percibiendo una mínima de apenas 1.227 pesos, tampoco de la jubilación", argumenta, para advertir uno de los riesgos de esta "miniaturización" del mercado financiero e hipotecario: "el empobrecimiento de una clase media con capacidad de ahorro que, después de años de bonanza, podría terminar con menos de lo que empezó".

Todo indica que el boom de crédito (en 2010 aumentó el 37%) y la fiesta de los bancos continuará en 2011. En un marco de expectativas de mayores ingresos, alta inflación y dólar y tasas quietas, los bancos quieren prestar, los particulares gastar y las empresas endeudarse, porque las tasas que deben afrontar son menores a lo que esperan que suba su facturación.

Esta configuración de expectativas e incentivos opera también a la hora de negociar salarios y fijar precios. Los sindicatos no tienen razones para moderar sus demandas a la espera de una menor inflación, pues el Gobierno no hizo un solo gesto en ese sentido. Para las empresas no tiene sentido resistir las demandas sindicales, por altas que sean: mejor evitar conflictos y afrontar los costos con mayores ventas y mayores precios. Y el gobierno, teniendo a mano una recaudación que este año rozará los 500.000 millones de pesos y la yapa financiera del Banco Central y de la Anses, no piensa revisar -menos aún, en un año electoral- su política de "consuma hoy, pague mañana".

Por eso, la pregunta de Levy Yeyati sobre el crédito tiene tanto sentido. "El récord de venta de automóviles y de ocupación en las playas está bien como slogan de campaña. Pero ¿de qué viviremos cuando nos toque retirarnos?"