Gallardo, campeón otra vez
En un ambiente marcado por los excesos para festejar victorias y para condenar por las derrotas, el DT tuvo gestos que trascienden a los trofeos que acumula en las vitrinas.
Cuando le colgaron la medalla de plata, Marcelo Gallardo llevó sus manos cerca del cuello. El técnico más ganador de la historia de River, el que potenció las conquistas del club a nivel internacional, se acomodó la camisa y siguió su camino, con la presea del segundo lugar en el pecho. Antes de subir a recibir ese galardón tantas veces menospreciado, consoló a los jugadores, miró a Franco Armani y usó una palabra que describe lo que él provoca en los hinchas del Millonario. "Orgullo, con orgullo. Hoy por igual", le dijo al arquero, uno de los tantos futbolistas que lloró por la derrota con Flamengo.
En el fútbol, en la política o en cualquier otro ámbito de la vida, suele existir una enorme distancia entre lo que algunos protagonistas dicen y luego hacen. En un ambiente marcado por los excesos para festejar victorias y para condenar por las derrotas, Gallardo tuvo gestos que trascienden a los trofeos que acumula en las vitrinas. El Muñeco, grande en cada victoria, en cada una de las gestas de un ciclo de casi cinco años y medio, fue enorme en la caída.
"Estas son las derrotas que duelen, porque estuviste a nada de quedarte con el trofeo y se te escapa. Nos ha tocado ganar muchas veces, y cuando te toca perder hay que saber hacerlo". La declaración de principios del técnico se hizo carne en el plantel que tanto se identifica con su líder. Además de sus reconocidas virtudes como estratega, las que le valieron que lo llamen Napoleón, Gallardo agrega reflexiones que rompen con varias de las frases dañinas del manual futbolero, desecha las excusas y con su genuina gratitud potencia el vínculo con el vestuario y la tribuna.
La medalla de plata se mantuvo en el pecho del entrenador y de sus futbolistas, quienes también demostraron qué mensaje fluye desde la cabeza del grupo en el día a día. En el campo de juego, el famoso terreno de "las pulsaciones a 1000", Enzo Pérez analizó el partido y felicitó a Flamengo. En la conferencia posterior al dramático desenlace de la Copa, Gallardo empleó un término que también lo pinta: hidalguía. La Real Academia Española la define como "generosidad y nobleza de ánimo".
Una de las máximas resultadistas es que "del segundo no se acuerda nadie". River llegó a Argentina y se encontró con miles de hinchas que, aún en la derrota, fueron al Monumental para agradecer y reconocer el trabajo del plantel, que encabezado por Gallardo retribuyó el gesto mientras masticaba bronca y dolor por los tantos de Gabigol. Justamente el verdugo de la que hubiera sido la tercera Libertadores de Gallardo fue uno de los que confesó su admiración por el DT de River, cuyo equipo también fue elogiado por Filipe Luis: “River sabía perfectamente cómo jugar esta final. Logró parar nuestro juego presionando muy bien (...) Se puede decir que es un resultado injusto pero las finales son así... se definen en los mínimos detalles. River es sin dudas el equipo más difícil de batir en Sudamérica”.
El presidente Mauricio Macri, quien hace un año había catalogado de "culón" al entrenador más ganador de la historia de River, se contentó -según confesó en una aparición pública- con la victoria de Flamengo. Tras la histórica final en la que el River venció a Boca en Madrid, el 9 de diciembre de 2018, Gallardo prefirió no responder al exabrupto de Macri, quien en dos semanas dejará la Casa Rosada tras aplicar políticas que hundieron a millones de argentinos en la pobreza, el hambre, la desocupación y la desesperanza.
En la Argentina en la que Macri vivió pendiente del famoso Círculo Rojo, hizo felices a los millonarios de la bicicleta financiera y culpó de su derrota a los que expresaron su opinión en las urnas, Gallardo optó por revolucionar a los otros "millonarios", los de la Banda Roja, aquellos que cruzaron hasta desiertos para seguir a su equipo. Se ganó el respeto y la admiración del mundo del fútbol y no se enojó ni responsabilizó a agentes externos por perder. A máxima exigencia, una mejor versión. A mayor dolor, más grandeza. Una final de esta magnitud resalta la talla de este River. Y de Gallardo, su creador.
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