Funcionario de Culto
Por Guillermo Villarreal* Los obispos se ampararon en el habitual sigilo para no emitir palabra sobre los cambios, pocos, en el gabinete de la reelecta presidente Cristina Fernández, aunque puertas adentro de la Iglesia se coincidió en la necesidad de que todos trabajen en pos de un proyecto de país inclusivo y con desarrollo integral para los argentinos.
Pese a la prudencia eclesiástica, muchos prelados tienen una opinión formada sobre los funcionarios de Culto, en particular de la continuidad de Guillermo Oliveri en el gabinete presidencial.
La noticia fue recibida con "beneplácito", dijeron fuentes eclesiásticas, en la sede episcopal.
Oliveri, quien llegó al cargo en 2003 por mandato del fallecido Néstor Kirchner y cuando Rafael Bielsa era canciller, es y será pieza clave para la relación entre el Gobierno y la Iglesia.
En sus ocho años de gestión, debió sobrellevar en 2005 el momento de mayor tensión entre la Argentina y Vaticano, a raíz del conflicto suscitado por el Obispado Castrense. No obstante, siempre mantuvo canales de diálogo abierto con integrantes de la cúpula episcopal encabezada por el cardenal Jorge Bergoglio, apelando a la estrategia del mutuo respeto, independencia y colaboración.
Con la llegada de monseñor José María Arancedo a la presidencia de la Conferencia Episcopal Argentina, el funcionario aclaró que "no va a cambiar" la relación con la Iglesia y, pese a que aseguró que "siempre hubo muy buen diálogo", reconoció que pudo haber diferencias.
Oliveri desarrolló además un intenso trabajo en pos del diálogo ecuménico e interreligioso, como también a favor del respeto de las creencias de los pueblos originarios, aunque no consiguió derogar una ley que, al entender de credos no católicos, "condiciona la libertad de cultos" en el país.
No obstante, logró que Kirchner firme en 2006 un decreto para flexibilizar la inscripción de organizaciones religiosas, permitiendo a las entidades no católicas establecerse como personas jurídicas y no como asociaciones civiles, y acceder así a beneficios impositivos.
Oliveri trabajará en colaboración estrecha con Juan Pablo Cafiero, quien -se especula- seguirá por algunos años más como embajador argentino ante la Santa Sede.
La Argentina deberá esperar, además, la llegada de un nuevo nuncio apostólico tras el traslado de monseñor Adriano Bernardini a la representación diplomática de Italia.
La Nunciatura quedará en forma interina a cargo de monseñor Robert Murphy, en carácter de encargado de negocios, hasta que el papa Benedicto XVI nombre un nuevo nuncio.
Fuentes eclesiásticas revelaron que este trámite puede demandar de cuatro a cinco meses. No obstante, revelaron que en forma extraoficial desde el Vaticano estimaron que el futuro representante pontificio en Buenos Aires puede ser de origen alemán.
En tanto, el gobernador bonaerense Daniel Scioli ratificó como director provincial de Cultos al periodista deportivo Enrique Moltoni, quien pretende que esa dependencia sea elevada a la categoría de subsecretaría para el próximo período.
Mauricio Macri debió, por su parte, poner al joven Alfredo Abriani al frente de la Dirección General de Cultos, dado que su actual titular Federico Suárez ejercía ya otras funciones en forma simultánea y ocupará otro cargo de mayor importancia durante el segundo mandato del macrismo al frente del gobierno porteño.
El propio Abriani confirmó que mantendrá la impronta de diálogo con todas las creencias representadas en la Ciudad y el perfil ecuménico e interreligioso de esa dependencia porteña.