Fotos que anticipan el futuro
* Por Joaquín Morales Solá. Hace poco más de un mes comenzó la polarización en la Capital entre kirchnerismo y antikirchnerismo . En un período aún más corto, hace dos años, se polarizó la provincia de Buenos Aires en los mismos términos.
ace poco más de un mes comenzó la polarización en la Capital entre kirchnerismo y antikirchnerismo . En un período aún más corto, hace dos años, se polarizó la provincia de Buenos Aires en los mismos términos.
Es probable que esa extrema concentración de los votos capitalinos en una seca opción, según la medición de Poliarquía, sea un anticipo del futuro próximo, cuando dentro de cuatro meses deba elegirse al próximo jefe del Estado. En tal caso, habrá que esperar también los lentos tiempos sociales para que, ya sobre la fecha crucial, el ciudadano de a pie separe los argumentos de su corazón de los de su propia razón.
Al final, la convergencia que la dirigencia política no quiere hacer en ningún caso, ni el antimacrismo en la Capital ni el antikirchnerismo en la Nación, la terminará confeccionando la sociedad con sus propias herramientas. Esa renuencia a los acuerdos amplios no carece de sobresaltos: dejará, por ejemplo, al probable vencedor del próximo domingo, Mauricio Macri, sin un claro referente nacional en las elecciones presidenciales.
Macri siente cierta simpatía política por Eduardo Duhalde, pero también reconoce la escasa habilidad del ex presidente para presentar una oferta electoral más atractiva que la que abarca sólo a sus amigos personales. El propio Ricardo Alfonsín fijó su límite de alianzas en Macri; no acordaría con él cuando, sin embargo, pudo acordar hasta con Francisco de Narváez, que mezcló entre sus candidatos a dirigentes políticos y a generosos aportantes a su campaña. Esas son las única dos alternativas, frustradas hasta ahora, que tiene el eventual líder triunfante de uno de los distritos más importantes del país.
El caso de Daniel Filmus , que ha crecido en los últimos días en detrimento del resto de la oposición a Macri y no de Macri, es una señal de que las elecciones girarán en torno de la existencia del kirchnerismo. Un amplio abanico que va de la izquierda al progresismo parece abandonar a sus referentes más auténticos, como Pino Solanas , para intentar frenar a Macri y defender al kirchnerismo. Otro mosaico no menor (y tal vez, más grande) está votando a Macri para ponerle un límite al kirchnerismo. Las simpatías hacia Macri y Filmus pueden ser efímeras en muchos casos (no en todos), pero sirven para resolver adhesiones o antipatías más profundas. Es lo mismo que sucederá cerca de octubre, más tarde o más temprano.
Todo se puede discutir, menos la capacidad del kirchnerismo para llevar adelante una campaña con grafías equivocadas. En los últimos días, para señalar ejemplos en boga, el gobierno se mostró distante de Hugo Moyano y de Hebe de Bonafini, personajes tóxicos en las urnas de la Capital. Esas distancias fueron meras decisiones estéticas, que se contradicen con otras resoluciones que mantienen en pie ambas alianzas. Vale la pena detenerse en esas dos sociedades fundamentales para el kirchnerismo.
En la Comisión Bicameral Revisora de Cuentas del Congreso el kirchnerismo, que es minoritario, firmó el jueves, tarde y con desgano, una resolución para que la Auditoría General de la Nación (AGN) audite los multimillonarios recursos girados sin licitación a la Fundación Madres de Plaza de Mayo y que en parte fueron a parar a empresas de Sergio Schoklender. Unos 15 días antes, el colegio de auditores en pleno había votado para que ese organismo, que ejerce un control externo de la administración, iniciara la misma investigación reclamada ahora por el Congreso. Su titular, el radical Leandro Despouy, ordenó luego varias actuaciones y tomó medidas para empezar a auditar. Por disposición de la Constitución, la AGN, que depende del Congreso, debe ser conducida por un representante de la oposición.
Un día antes del jueves consensual en el Congreso, el colegio de auditores de la AGN se volvió a reunir y el kirchnerismo, que tiene una mayoría de cuatro a tres en ese organismo, desconoció lo acordado en la última reunión, criticó a Despouy y cambió -cómo no- las reglas del juego. La voz cantante la llevó la auditora Vilma Castillo, ex asesora íntima de la entonces senadora Cristina Kirchner. Castillo pasó luego por el directorio de Aerolíneas y terminó como representante de su ancestral jefa en la AGN. ¿Quién les ordenó a los kirchneristas un cambio tan drástico en sus posiciones? Vilma recibe instrucciones directas de Cristina , dijo un funcionario de la AGN.
Despouy rechazó el planteo del kirchnerismo, que lo acusó con palabras destempladas de haber hecho una gestión "mediática" y "política". Los kirchneristas querían que cada decisión de Despouy contara con la aprobación de cuatro votos del colegio, lo que obligaría al jefe de la Auditoría a recabar el beneplácito kirchnerista para cada paso que diera. Este es un organismo constitucional. ¡No está bajo control del gobierno! , bramó Despouy. La conclusión sería una ironía si no fuera una tragedia: el kirchnerismo se reservaba el derecho a auditar al propio kirchnerismo. El conflicto se volverá a tratar en la próxima reunión en pleno del colegio de auditores; Despouy pidió las actas taquigráficas de la reunión en la que se autorizó su pesquisa sobre los manejos de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Inesperadamente, y por una de esas novedades que produce cada tanto la interna del oficialismo, el auditor Javier Fernández, el principal operador del kirchnerismo ante jueces y fiscales, respaldó la autorización que el colegio le había dado a Despouy. Fernández no estuvo en la última reunión que intentó la desautorización de Despouy, pero coincidió cuando llegó, sobre el final de la áspera polémica, en que el titular de la AGN había sido autorizado. Fernández anda por la vida con sus acciones en baja. ¿Fue esa actitud un síntoma de la decadencia de su amigo Julio De Vido?
Un día después de que se produjera este escándalo en el interior de la AGN, la comisión bicameral del Congreso le ordenó al organismo que avanzara en las investigaciones sobre la Fundación que preside Bonafini, a cuya familia está mojando la marea del escándalo. El minoritario kirchnerismo parlamentario se sumó al voto de la oposición. Ya entonces le era fácil: en la AGN había comenzado el debate para inmovilizar de pies y manos a Despouy. ¿Qué harán los auditores kirchneristas en adelante? ¿Insistirán en la extravagante teoría de que sólo el kirchnerismo puede investigar al kirchnerismo?
La obra social de Hugo Moyano recibió aportes adicionales de casi 19 millones de pesos, cerca de 5 millones de dólares, entre febrero y marzo de este año, cuando ya estaba bajo intensa investigación en dos juzgados federales. Se los transfirió, con su propia firma, el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi. El argumento consiste en que esos recursos serían usados para la formación profesional de los camioneros. Entre mayo y junio de 2010, la obra social de Moyano recibió por el mismo concepto, y del mismo Schiavi, 8.400.000 pesos. Estas operaciones ya habían sido cuestionadas precisamente por la Auditoría General de la Nación, antes de que existieran las transferencias.
Los enojos con Moyano se encierran en el exclusivo territorio electoral, pero no afectaron la matriz de la alianza del kirchnerismo con él. Esa coalición de fondo consistió en dotar al líder cegetista de un enorme poder económico y gremial.
Ahora, la cancillería argentina cometió el delito de sustracción de correspondencia cuando devolvió una respuesta de la justicia suiza a las precisiones pedidas por el juez Oyarbide sobre cuentas de la familia Moyano y de sus amigos. Consideró, por su cuenta y riesgo y sin trasladarle los documentos suizos al juez, que la respuesta era insuficiente.
La Cancillería ya había enviado a la Justicia argentina el primer pedido de la fiscalía suiza para que le informaran sobre Moyano y sus presuntos socios; éstos habían hecho depósitos millonarios en bancos suizos. Oyarbide reclamó más datos a Suiza, cuya respuesta es la que rechazó la cartera de Timerman. El caso ya estaba, como se ve, en la Justicia y no en el Ejecutivo.
Moyano y Bonafini fueron supuestamente apartados del primer plano del oficialismo. Existe sobre ellos, pese a tales apariencias, una espesa malla de protección judicial; tampoco ha cesado la continua y millonaria transferencia de dinero público hacia esos dirigentes sindicales y sociales. El kirchnerismo tiene un problema histórico entre el ser y el parecer.