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Fort y el terror en las clínicas privadas cuando internan a "ricos y famosos"

Cualquier paciente es obligado a firmar protocolos de consentimiento al someterse a tratamientos, papeles que se vuelven inservibles frente a demandas judiciales.

En una de sus últimas crisis por sobredosis, Diego Maradona estaba casi moribundo y su médico personal escuchó una tras otra las negativas de clínicas privadas rechazando los pedidos de internación.

El paciente temblando y casi sin respiración en una cama y nadie se quería hacer cargo de su tratamiento. ¿Por qué se negaban a asistirlo?

Dos motivos en uno. A ninguna institución la favorece que un "rico y famoso" pueda morir en sus instalaciones. Y la segunda está ligada con la primera. Si llega a fallecer estando internado, de cajón que se viene un juicio por "mala praxis". Para decirlo sin tanto dramatismo y en el argot callejero, muere ahí y el juicio "sale con fritas".

El 25 de noviembre pasado falleció inesperadamente Ricardo Fort en el "Sanatorio de la Trinidad" y aún cinco meses después no se tienen los resultados de la autopsia.

El abogado de la familia Fort, César Carozza, dejó trascender sus dudas sobre el tratamiento recibido por el mediático personaje. No hay que ser adivino ni futurólogo para darse cuenta que se viene un juicio millonario contra la clínica.

Hay un ejército de médicos trabajando para la familia Fort, y ellos le encontrarán la vuelta para intentar en Tribunales que la Trinidad pague fortunas por la supuesta mala atención al paciente.

Y la entidad tratará de llegar a un acuerdo extrajudicial pues ventilar el caso ante la opinión pública hasta esperar el veredicto de la Justicia es desgastante para la imagen del centro privado.

Por eso a Maradona le negaban asistencia aunque estuviera casi muerto, por lo que ahora ocurre con el caso de Ricardo Fort.

Hay que ser claro, las clínicas privadas tienen como prioridad ganar dinero, el tema de la salud para ellos es secundario. Y posiblemente la verdad de ese caso jamás salga a la luz.

Los "ricos y famosos" pueden ser un buen negocio de propaganda si salen indemnes, pero son una pesadilla si mueren en sus camas.

Los que en lugar de "ricos y famosos" somos "pobres y desconocidos" tenemos también nuestras pesadillas cuando se nos diagnostica algún síntoma de dolencia.

Este que cuento a continuación fue un caso que le puede ocurrir a cualquiera, pero ilustra un poco ciertas condiciones a los que estamos expuestos cualquiera de nosotros.

Hace siete años, hice esos chequeos que nos recomiendan realizar todos los años. Los resultados fueron alto nivel de azúcar en sangre (llamado comúnmente diabetes tipo 2, que no llega a precisar insulina sino una droga llamada metformina),  pero como no quise quedarme con un solo diagnóstico realicé el mismo estudio y consulta en tres sanatorios diferentes.

Cada médico que me atendió contradecía a los otros. Que la marca del remedio no era la indicada, es la clave para entender cómo funciona el vínculo entre los médicos y los laboratorios de especialidades medicinales.

Con el sistema de prepagas los galenos te cronometran el tiempo de atención. Una de esas experiencias terminó mal. Un médico se demoró diez minutos en una charla telefónica personal, irrelevante por que le escuchaba decir. Después me dio algunas instrucciones, se levantó para despedirme y yo seguía sentado con una sonrisa cínica en los labios presintiendo el final. Me decía que la consulta estaba terminada y yo le respondía: "¿No te olvidas de nada?"

El hombre me quería sacar de encima y cuando me instó a que me fuera salté de la silla, lo agarré de la solapa del guardapolvo y le dije: "Pelotudo, ¿acaso el protocolo no te obliga a tomarle la presión arterial a todo paciente mayor de 50 años aunque venga a preguntarte por una uña encarnada?".

El tipo se puso mal, pero cuando me dio la razón lo empujé y ahí terminó mi relación con la medicina alopática. Rompí el carné y fui buscando las alternativas de alimentación para sanar el cuerpo bajo el dicho de la medicina china: la verdulería debe ser tu farmacia.

Volviendo al tema inicial, se acerca un juicio de muchos millones que impulsa la familia Fort. Y regresa el temor de la medicina privada cuando tienen que internar a "ricos y famosos".

Al menos tengo la riqueza de la que hablaba el gran y siempre recordado Facundo Cabral: No es rico quien más tiene, sino quien menos precisa para vivir.

O aquel enorme filósofo Diógenes: "Deseo poco, y lo poco que deseo, lo deseo poco". En síntesis, manejo el cuerpo con la mente y con la buena alimentación y el alma adquiriendo conocimientos saludables. Y me va de maravillas.  Hasta las resacas por algunas costumbres innombrables son más tolerables que antes.