Final abierto en Santa Fe
*Por Mauricio Maronna. Tras las internas, se abre otro proceso eleccionario en la provincia de Santa Fe. Será un error leer los resultados del 22 de mayo como una cuestión definitiva, como un resultado puesto de cara a la general.
Pero, para que el 24 de julio no sea considerado como algo estanco, casi una formalidad, los ganadores de los respectivos frentes deberán moverse rápidamente y en diferentes direcciones para convertir a la política electoral en lo que debe ser: el arte de diferenciarse de los adversarios y de lograr masa crítica que avale la llegada al poder.
La oferta mayoritaria y con reales posibilidad de alcanzar la cumbre quedó reducida a tres candidatos: Antonio Bonfatti, Agustín Rossi y Miguel Del Sel. Cada uno a su manera, con blancos y grises, se impusieron (en el caso del postulante del PRO sin contrincantes internos) con argumentos legítimos y, a decir verdad, poco sorpresivos a la hora de la lectura de los números.
Hermes Binner logró aupar con éxito a Bonfatti hasta convertirlo en el encargado de defender en las urnas al actual gobierno merced a la exitosa instalación publicitaria pero, sobre todo, a la positiva tarea que resultó imantar el alto grado de imagen positiva del mandatario santafesino con la candidatura de su delfín.
La hoguera socialista. La interna del PS terminó por bosquejar una nueva realidad partidaria, ahora sí blanqueada por el tamiz de la compulsa. Rubén Giustiniani, quien inició la campaña liderando cómodamente los sondeos, terminó siendo el gran derrotado y es hoy el objeto de todas las críticas en el interior socialista. Nada que no se haya escrito antes, cuando se evaluaban las consecuencias de una potencial debacle del senador.
Las elecciones legislativas del 2009, cuando Giustiniani perdió apenas por un par de puntos con Reutemann, hicieron creer que la mayor tajada de esos votos era obra y consecuencia de la acción del postulante y, apenas, el valor agregado correspondía a la tracción de Binner. Ese fue el gran error de cálculo a la hora de la divisoria de aguas en la interna.
Es fácil y políticamente correcto caerle ahora con todo a Giustiniani desde el periodismo: debe valorarse la decisión de blanquear en una competencia las inocultables diferencias que permanecen desde hace años en las profundidades del socialismo. El resultado, sin embargo, no admite ninguna doble lectura. El presidente del Partido Socialista sufrió una durísima derrota que, incluso, terminó por alejarlo de su rol principal dentro de la estructura partidaria. Como dice el tema de Ariel Roth: ahora piden su cabeza.
Parada radical. Pero el binnerismo tampoco está como para tirar manteca al techo. La buena performance de Mario Barletta le permite a la Unión Cívica Radical volver a hacerse fuerte en la Legislatura, tal como lo demuestra la integración de las listas a diputado y senador. Por primera vez en mucho tiempo el radicalismo santafesino tiene una estructura orgánica consolidada en un proceso electoral, algo que entendió Barletta al reunir a legisladores, presidentes de comuna e intendentes para buscar marcarle la cancha al socialismo. Es en el marco de esta nueva realidad que tiene valor estratégico el resultado de las sinuosas negociaciones entre Hermes Binner y Ricardo Alfonsín.
Si socialistas y radicales se estrellan en la negativa para compartir una alianza nacional, las esquirlas impactarán directamente en el Frente Progresista, aunque nadie cree que la sangre llegue al río porque ambos se necesitan, como el mar y las mareas.
La suma del PJ. En el Frente Santa Fe para Todos, Agustín Rossi superó con éxito la primera final pero, la fría lectura de los números, lo obliga a iniciar de inmediato una estrategia de seducción hacia los votantes que se escurrieron hacia Omar Perotti y Rafael Bielsa. El candidato a gobernador del justicialismo tendrá que hacer un rápido juego de cintura para convertir a todo el peronismo en sostén de su causa. Será la tercera pata de un escenario seductor: el frente opositor cosechó casi 30 mil votos más que el conglomerado socialista-radical y la presidenta de la Nación, Cristina Fernández, goza de un alto índice de apoyo a su gestión en toda la provincia de Santa Fe.
Perotti pudo instalar casi sobre el cierre mismo de su campaña su estampilla de buen administrador, algo demostrado con sus gestiones en Rafaela, y superó a Rafael Bielsa. La muy buena elección dejó en evidencia que en la provincia hay un voto peronista que lejos está de brindarle confianza ciega a la Casa Rosada tras el conflicto con el campo.
El desafío. Los días por venir servirán para saber definitivamente si el peronismo santafesino se encuadra unívocamente para disputar palmo a palmo el poder o si las diferencias de encuadre y posicionamiento esmerilan el camino hacia el 24 de julio.
La elección de Del Sel fue calificada como sorpresiva en varios ámbitos, aunque para quienes siguieron de cerca la campaña del humorista lejos estuvo de representar un batacazo. Si se hace una composición geográfica del apoyo al Midachi se arriba a una conclusión empírica: el voto refractario a socialistas, radicales y peronistas no reutemistas tuvo un canal de expresión.
El voto a Del Sel. También introdujeron en la urna votos al PRO muchos ciudadanos sin ligazón afectiva alguna con la política que en oportunidades anteriores eligieron el camino del sufragio en blanco o, lisa y llanamente, la abstención electoral.
Los caminos han quedado lo suficientemente demarcados como para que (de acuerdo a los manuales) los ciudadanos santafesinos vivan un final de juego apasionante. La provincia tiene postulantes a la altura de un instrumento que demostró producir un salto de calidad notoria: la boleta única. Hay un antes y un después en la manera de hacer política en el territorio. Y si no que lo diga María Eugenia Bielsa, quien, en soledad, se desprendió cuantitativamente del resto de los precandidatos a diputado provincial.
La serie está abierta y, por ahora, nadie canta victoria.