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Fin de semana: el hombre en casa

Durante el fin de semana, los varones se transforman en un estorbo lindante con lo insoportable.

Que los varones suelen ser una molestia hay pocas mujeres que lo dudan, pero tal vez ninguna pueda discutir es que durante los fines de semana se transforman en un estorbo lindante con lo insoportable: verdaderos caballos de utilería que deambulan con sus huesos por la casa sin terminar por encontrar su destino. Lo cierto es que entre la física y la metafísica nos destrozan la paciencia, desequilibran el hogar y nos hacen añorar el lunes cuando por fin se van a molestar a otra parte.

Los varones son como el dulce de leche: de acuerdo a la dosis una puede relamerse, empacharse o enfermarse de gravedad. Todo es cuestión de cantidad y tiempo, pero los efectos de una sobredosis suelen apreciarse cada fin de semana. Hay que reconocerles a su favor que no ponen en la cuestión ningún empeño malicioso. Por el solo hecho de estar alteran los nervios aunque ese estar tenga tantas modalidades como varones hay en este mundo.

Sin embargo, pese a esta diversidad hay un algo que los une, yo no se si es la mirada, la manera de rascarse, de mirar de estar sentados, pero que joden, joden... veámoslo.

Los lógicos

Todos estos paracaidistas semanales aterrizan en nuestro living durante cuarenta y ocho horas completas cada cinco días. Pero los lógicos se dedican a observar y criticar nuestros quehaceres con un criterio ídem. Y si la lógica de un varón tiene poco que ver con la nuestra, en el conflictivo frente de lo domestico la diferencia es un abismo.

"¿Por qué hay una pincita de depilar en la heladera?", pregunta la bestia con el desconcierto de Homero Simpson frente a una tabla de logaritmos.

Es difícil hacerles entender que, según nuestra ciencia empírica, ese es el lugar optimo dado que:

  • Las criaturas menores de dos años han demostrado un increíble empeño en comérselas.
  • Los mayores de ocho años tienen una siniestra vocación para utilizarlas como destornillador, con lo cual la enchuecan y la dejan incapaz de arrancarle un pelo a la mona "Chita".
  • Que habiendo hecho el intento de guardarla en todos los lugares sólitos, recurrimos al insólito donde estaba a buen recaudo hasta que el puso el grito en el cielo y nos arruino el escondite... Se agradece.
  • Es también parte de las molestias de un lógico preguntar por qué la tapa del inodoro está sujeta con un palito, misterio cuya explicación es de una miseria humana casi imposible de relatar pero que comienza con una pinza pico de loro que él prestó a un vecino y termina en una demostración de nuestro vivaz ingenio que arregla todo con el palito. Por supuesto que este no es el juicio del varón y nada nos evitara sus opiniones que además se extiende sobre toda la administración de la casa. El sosiego sólo llega cuando el lunes suena el despertador y el parte con su lógica hacia el lógico mundo que ha sabido construir. "No me hagas ruido al salir, gracias".

Y los estereotipos no se terminan acá, pero como el espacio sí, en la próxima podrán reconocer a los inertes, los hiperquinéticos y los cocineros. Atte.