ETA: rendición a medias
Muchos españoles han tomado por un triunfo irreversible de la democracia el anuncio por parte de ETA, una banda terrorista que desde 1968 ha asesinado a más de 800 personas, de que "ha decidido el cese definitivo de su actividad armada", pero puede que sólo se haya tratado de una maniobra, puesto que los cabecillas de la organización ultranacionalista claramente suponen que el Estado español reaccionará ofreciéndoles concesiones importantes.
Como es natural, tal posibilidad alarma a los familiares y amigos de las víctimas de la campaña sanguinaria de ETA. Es que los etarras, como los integrantes de otras agrupaciones terroristas y sus simpatizantes, creen que crímenes cometidos por motivos supuestamente políticos son menos graves que los perpetrados por delincuentes comunes, de suerte que a cambio de un cese de fuego las autoridades democráticas deberían liberar a los "presos políticos" e iniciar negociaciones destinadas a permitirles conseguir sus objetivos de manera no violenta. Aunque es probable que, andando el tiempo, el Estado español sí termine resignándose a aceptar un arreglo similar al que ayudó a pacificar hasta cierto punto Irlanda del Norte, una "solución política" al conflicto tendría que incluir la disolución de la ETA y la entrega de todas las armas que tiene escondidas, algo que los voceros enmascarados del grupo ni siquiera mencionaron cuando formulaban sus anuncios. Mientras esto no ocurra, lo que acaba de proponer ETA será otra tregua, no el fin de la lucha armada.
En última instancia, la única forma de derrotar por completo a un movimiento terrorista consiste en privarlo de su razón de ser, lo que suele requerir un cambio sustancial del clima político. En nuestro país, Montoneros, ERP y otras organizaciones de ideología totalitaria abandonaron la lucha armada porque sus integrantes entendieron que nunca conquistarían el poder por medio de la violencia y que, de todos modos, hasta la "juventud maravillosa" había perdido interés en sus planteos anacrónicos. Asimismo, la implosión del "socialismo real" representado por la Unión Soviética y sus satrapías europeas incidió profundamente en la actitud de quienes habían fantaseado con una alternativa radical a la democracia "burguesa" capitalista vigente en todo el mundo desarrollado. Por lo demás, puesto que en España el País Vasco, lo mismo que Cataluña, Galicia y otras regiones de características propias, ya disfrutan de un grado muy amplio de autonomía, de conseguirse la independencia formal que reclaman los extremistas, muy poco cambiaría a menos que optaran por salir no sólo de España sino de la Unión Europea también. Aunque es factible que, de resultas de la crisis económica que está atravesando la Eurozona, se despedace la UE, en tal caso los eventuales beneficios de la independencia para el País Vasco serían con toda seguridad escasos; la región podría liberarse de la tutela de Madrid, pero no de la realidad económica nada promisoria de España y el resto del sur europeo.
El "cese definitivo" de la actividad armada de ETA coincidió con la muerte de uno de sus aliados más valiosos, el ex dictador libio Muammar Gaddafi, que le había suministrado armas y campos de entrenamiento. Como otras bandas terroristas europeas –y latinoamericanas–,ETA pudo seguir actuando por tanto tiempo merced en buena medida a la ayuda financiera y logística que recibía de los enemigos jurados del Occidente ubicados en distintas partes de África del Norte y el Oriente Medio. Si bien la ola de cambio que está agitando el mundo islámico ha debilitado a las organizaciones terroristas que siguen activas en Europa, de frustrarse las esperanzas de quienes suponen que la democracia liberal está por difundirse por la región, no tardaría en restablecerse los vínculos entre los partidarios de la lucha armada contra el statu quo del viejo continente y los que, por sus propios motivos, están más que dispuestos a financiarlos. No sorprendería, pues, que en los años próximos, que con toda seguridad se verán signados por un sinfín de dificultades económicas y sociales, resurjan en toda Europa movimientos como ETA, el IRA y otros de retórica izquierdista y conducta fascista, cuyo repliegue reciente ha hecho esperar que en el futuro todos acaten las normas de convivencia que son propias de la democracia.