Estrategia defensiva para el dólar
*Por Daniel Fernández Canedo. Para referirse elípticamente a las presiones que vive el mercado cambiario, la Presidenta eligió ayer contar una anécdota en la que en 2002
un amigo suyo había comprado dólares a $ 4,80 basándose en rumores y versiones y que a la larga, según su visión, había perdido .
Acto seguido pidió no creer en esas cosas. Eso se podría interpretar como un intento de desalentar a quien en estos días estén pensando en comprar divisas en la creencia de que el dólar paralelo –que el miércoles superó la barrera de los $ 6,15 y el jueves cerró en $ 5,93 subiendo 6,1% en la semana– ingresó en un ascenso imparable.
En el comienzo, la tensión cambiaria se apoyó en el concepto de que el dólar, que en los últimos años había subido mucho menos que otras variables clave, como salarios, gasto público o emisión monetaria, podría tener un sinceramiento por medio de un desdoblamiento del mercado cambiario. Idea que la Presidenta descartó de plano.
Pero la suba del paralelo de las últimas semanas cobró vigor a partir de decisiones oficiales concretas: limitar el pago de importaciones y restringir en forma severa las compras de divisas por parte de los particulares. El cierre del grifo cambiario fue potente y los funcionarios sólo miran para otro lado.
Beatriz Paglieri, secretaria de Comercio Exterior, fue muy clara al definir el objetivo cambiario del Gobierno : quiere juntar 10.000 millones de dólares. Es el monto que necesita el Tesoro para pagar los intereses de la deuda pública que vence este año.
Con ese fin, según la visión oficial, vale cortar importaciones y restringir al máximo la posibilidad que la gente compre dólares.
El elegido es un camino defensivo y que, como todos, tiene costos. Parte de la estrategia no está escrita y la que se escribió es difusa para que no se sepa con claridad cuándo se podrá acceder a los dólares para pagar una importación, viajar al exterior o ahorrar. El trasfondo es que ya los dólares no alcanzan y los controles son crecientes. Es la realidad, muy lejos de las versiones.
Acto seguido pidió no creer en esas cosas. Eso se podría interpretar como un intento de desalentar a quien en estos días estén pensando en comprar divisas en la creencia de que el dólar paralelo –que el miércoles superó la barrera de los $ 6,15 y el jueves cerró en $ 5,93 subiendo 6,1% en la semana– ingresó en un ascenso imparable.
En el comienzo, la tensión cambiaria se apoyó en el concepto de que el dólar, que en los últimos años había subido mucho menos que otras variables clave, como salarios, gasto público o emisión monetaria, podría tener un sinceramiento por medio de un desdoblamiento del mercado cambiario. Idea que la Presidenta descartó de plano.
Pero la suba del paralelo de las últimas semanas cobró vigor a partir de decisiones oficiales concretas: limitar el pago de importaciones y restringir en forma severa las compras de divisas por parte de los particulares. El cierre del grifo cambiario fue potente y los funcionarios sólo miran para otro lado.
Beatriz Paglieri, secretaria de Comercio Exterior, fue muy clara al definir el objetivo cambiario del Gobierno : quiere juntar 10.000 millones de dólares. Es el monto que necesita el Tesoro para pagar los intereses de la deuda pública que vence este año.
Con ese fin, según la visión oficial, vale cortar importaciones y restringir al máximo la posibilidad que la gente compre dólares.
El elegido es un camino defensivo y que, como todos, tiene costos. Parte de la estrategia no está escrita y la que se escribió es difusa para que no se sepa con claridad cuándo se podrá acceder a los dólares para pagar una importación, viajar al exterior o ahorrar. El trasfondo es que ya los dólares no alcanzan y los controles son crecientes. Es la realidad, muy lejos de las versiones.