Estamos todos mamados

Silvia Freire

Facilitadora.

En este mes de monotemáticas quejas pidiendo justicia, expuse a mis seguidoras la idea de: sos madre de un Fernando o de un rugbier. ¿Qué vas a hacer? Todas, sin excepción, se mostraron resignadas, impotentes. Padres que aceptan las previas con absoluta naturalidad (y hasta con orgullo cuando la previa es en la casa con buenas bebidas) ¡Estamos en pedo!

¿Cómo permitir que nuestros hijos adolescentes se reúnan para salir borrachos? La increíble respuesta del tutor es: ¿y qué querés que haga? ¡Que prohíbas! Eso hay que hacer. Prohibir. Poner reglas en el hogar y castigar severamente cualquier incumplimiento. Recuperar la autoridad. En este punto, los adultos estamos en problemas porque hoy nadie respeta a la autoridad, confundida con autoritarismo. 

Así como Vietnam dejó en Estados Unidos a los locos de la guerra, quizá aquí la dictadura nos dejó la fobia a la autoridad. Quitándole así a los maestros, por ejemplo, la posibilidad de aplicar correctivos.

Claro que los golpes en la nuca no eran el mejor método, pero parece que el péndulo quedó en el otro extremo.  Nos está costando llegar a un punto medio para permitir que el educador cuente con los útiles necesarios. Y definitivamente, el respeto por la autoridad es indispensable. Que el péndulo llegue al punto medio en el hogar y el padre no vuelva a ser  “ahora vas a ver cuando venga tu papá”. Que los militares, la policía, los maestros, los padres, dejen de ser los ogros del cuento recuperando la autoridad.