Esta es Verónica, la médica que baleó un auto en una cochera de Recoleta
La historia de ira y locura empezó hace unos años cuando María Verónica Ambertín sufrió una de las grandes frustraciones de su vida.
Su marido, jefe de nefrología del Hospital Alemán, la dejó. Ella, médica anestesista del Hospital Posadas, entre otros destinos, no pudo soportarlo.
A partir de allí, empezó un raid de locura, amenazas y tiros. Desde ese día, le contabilizan 27 denuncias penales.
En algunas oportunidades, atacó a su ex y lo amenazó. En otras, tomó un rifle de aire comprimido, y baleó la casa de una vecina del country San Diego. Ahora le tocó de casualidad total a Alejandro De Grandi, su nueva víctima.
El motivo para dañarlo, fue una excusa cualquiera. Ella llegó a su cochera de Recoleta y se molestó porque la cochera que usaba siempre estaba ocupada. Entonces, ligera de armas, tomó una pistola de aire comprimido, y arremetió contra el auto Peugeot 307 de De Grandi. Fueron siete balazos. Por suerte, el dueño del auto no estaba.
Luego, la médica estacionó su camioneta en otra cochera. Desde allí, y satisfecha con su daño, la médica se fue a su departamento y se encerró a esperar.
En horas, la policía la identificó y registró las 27 denuncias en su contra. Le allanaron la casa, y la detuvieron provisoriamente. Vivía a sólo 50 metros de la cochera.
A pesar de las denuncias y causas por coacción y amenazas, seguía ejerciendo como anestesista. Ahora será turno de someterla a estudios psiquiátricos y de ayudarla, para evitar que un nuevo ataque suyo termine en una tragedia mucho peor.
A partir de allí, empezó un raid de locura, amenazas y tiros. Desde ese día, le contabilizan 27 denuncias penales.
En algunas oportunidades, atacó a su ex y lo amenazó. En otras, tomó un rifle de aire comprimido, y baleó la casa de una vecina del country San Diego. Ahora le tocó de casualidad total a Alejandro De Grandi, su nueva víctima.
El motivo para dañarlo, fue una excusa cualquiera. Ella llegó a su cochera de Recoleta y se molestó porque la cochera que usaba siempre estaba ocupada. Entonces, ligera de armas, tomó una pistola de aire comprimido, y arremetió contra el auto Peugeot 307 de De Grandi. Fueron siete balazos. Por suerte, el dueño del auto no estaba.
Luego, la médica estacionó su camioneta en otra cochera. Desde allí, y satisfecha con su daño, la médica se fue a su departamento y se encerró a esperar.
En horas, la policía la identificó y registró las 27 denuncias en su contra. Le allanaron la casa, y la detuvieron provisoriamente. Vivía a sólo 50 metros de la cochera.
A pesar de las denuncias y causas por coacción y amenazas, seguía ejerciendo como anestesista. Ahora será turno de someterla a estudios psiquiátricos y de ayudarla, para evitar que un nuevo ataque suyo termine en una tragedia mucho peor.