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Esperando a los extraterrestres

*Por Enrique Valiente Noailles.Científicos piden un plan mundial para prepararse ante un contacto violento con extraterrestres. Reclaman que la ONU configure un grupo de trabajo dedicado a "asuntos alienígenas". Y dicen: "Debemos estar preparados para lo peor".

No es una broma: efectivamente, la revista Philosophical Transactions, publicada por la sociedad científica británica, la Royal Society, advierte en una edición reciente que los gobiernos del mundo deberían prepararse para un posible encuentro con una civilización extraterrestre.
 
En este sentido, sugiere que si el proceso de evolución sigue en todo el universo patrones darwinistas, tal como ocurre en la Tierra, las formas de vida que contactarían con los seres humanos podrían compartir su tendencia "a la violencia y la explotación" de los recursos. Se ve que la preocupación es candente, porque cuentan que en estos días le preguntaron al editor del The New York Times por el fin del mundo: "¿Eso va en nacional o internacional?" Puntillosidad periodística ejemplar.

¿Por qué los extraterrestres habrían de ser violentos, se pregunta uno? No lo sabemos.

En todo caso, lo que sí sabemos es que tenemos una imposibilidad manifiesta de imaginar cualquier cosa diferente de nosotros, cualquier cosa que no sea una extensión de nuestras facultades.
 
Lo interesante no es que, como si no tuviéramos suficientes preocupaciones con nuestra tendencia a la autodestrucción, le agreguemos hipótesis de destrucción venidas de afuera. Lo interesante es observar nuestra incapacidad de imaginar nada en el universo que no esté hecho a imagen y semejanza nuestra.
 
Empezando por los dioses, tal como decía Jenófanes de Colofón: "Los mortales creen que los dioses han nacido y que tienen vestido, voz y figura, como ellos.... Si los bueyes, caballos y leones tuvieran manos o pudieran dibujar con ellas y realizar obras como los hombres, dibujarían los aspectos de los dioses y harían sus cuerpos, los caballos semejantes a los caballos, los bueyes a bueyes".

Uno de los límites del hombre es su imposibilidad para concebir un verdadero "alien", es decir, cualquier cosa que no se le asemeje en forma directa, cualquier cosa que no sea una variación de sí.

Ésta sería la verdadera prisión humana de la cual soñamos que alguna evidencia nos saque alguna vez: tener a nuestra disposición todo el universo, pero no poder ver nunca más allá de nuestras narices.

Tocar las cosas pero, como un Rey Midas, convertirlas en nuestra propia extensión. Si se piensa en Dios, se le asignan o contrastan inevitablemente atributos humanos, llevados al infinito. Si se piensa en extraterrestres, se temerá que se comporten de la misma manera como nos comportamos nosotros. La conclusión es que, en el fondo, estamos hartos de nuestro encierro y el temor a que vengan los extraterrestres en realidad es un profundo deseo.

Tenemos una innominada sección del diario reservada para cuando seamos conquistados por vida más inteligente. Pero lamentablemente, al igual que Godot, el evento no llega.