Especulaciones
*Por Claudio Gómez. Puntos más puntos menos, la victoria de Mauricio Macri sobre Daniel Filmus sorprendió a propios y extraños.
Tanta fue la extrañeza que, es cierto, todas las especulaciones a la vez que le caben al análisis también le sobran.
Ya sobre la noche del domingo y sobre los primeros resultados, aparecieron voces bien contrastantes entre los que claramente apoyaban a Macri y los que estaban en el otro rincón.
Más allá de la pretendida objetividad que se le reclama al periodismo -por cierto una imposibilidad profesional- cada periodista se colocó el traje que esperaba ponerse para la ocasión.
Así vestidas, las voces de los encuestadores buscaron en el territorio que mejor conocen, el de las tendencias y marcharon hacia las próximas presidenciales de octubre.
"La elección en Capital se polarizó", dijo alguien y, se ve, la frase sonó bien, porque se repitió hasta el hartazgo.
"El electorado de Capital es autónomo, independiente de la política nacional", masculló otro, en una metralla de obviedades que se repetían en cada pantalla.
Alguna vez acompañé a una política a un programa de televisión para hablar de la violencia en las escuelas.
Había sido un único caso, el de un chico que había llevado un arma a la escuela. (Actualmente, esos episodios, reiterados una y otra vez por la televisión parecen cosa de todos los días, algo así como parte de la naturaleza escolar).
Yo, muy joven, oficiaba de jefe de prensa de esa funcionaria. Antes de ingresar al programa nos tomamos un café, para preparar nuestro argumento.
Le dije que la provincia de Buenos Aires tenía una matrícula que superaba los cuatro millones de alumnos. En ese marco, un caso, el de un pibe que había ido con una pistola a clase no significaba nada.
La funcionaria, sabia, me dio la más legítima de las explicaciones: "Para una persona su caso no es excepcional, es personal".
Desde esa perspectiva todos los problemas (al margen de si son o no problemáticas sociales) merecen una atención particular.
Lo mismo sucede en las elecciones. Más allá de las especulaciones que se pueden hacer acerca de los motivos de una victoria o las causas de una derrota, cada voto tiene su razón particular.
Para tener un mapa exacto de las razones que invocan los electores al momento de elegir un candidato, habría que consultar a cada uno de los votantes. Aún así, su punto de vista podría modificarse de un segundo a otro por infinitas razones.
Por eso, el valor de la democracia es su volatilidad como estructura, por eso hay que defenderla y honrarla, porque es el único sistema de gobierno conocido que permite que cada uno de nosotros exprese su opinión en las urnas.
Y si es cierto que con ella no alcanza, habrá que participar más. Porque, de lo contrario, la política es especulación.