España en su laberinto
*Por Coco López. Enfrentado a la realidad española el cronista no puede menos que recordar a Jorge Luis Borges. España al igual que varios textos del autor de El Aleph contiene laberintos que presentan un futuro incierto, con senderos que se bifurcan. El desafío es encontrar el camino correcto.
Paralelamente, el país se refleja en espejos borgeanos, que muestran experiencias europeas de ajuste, austeridad y recortes, que infunden desasosiego.
En España se escuchan múltiples voces. En primer lugar la de los candidatos a jefe de gobierno. También se hacen oir con brutalidad los mercados, que el mismo día que culminaba la campaña electoral, impusieron con rigor un riesgo país de 504 puntos, que colocó a España al borde del abismo y en zona de rescate. Se escuchan desde diversos ámbitos los sonidos de miles de insatisfechos, disconformes e indignados que se manifiestan en cada una de las ciudades . Médicos, docentes, estudiantes, desempleados y expulsados de sus viviendas hipotecadas, encabezan los reclamos.
En el ambiente de la capital española, la tensión es fácil de advertir. A pocos metros de la Puerta del Sol, allí donde el 15 de mayo nació el movimiento de indignados que recorre el mundo, el hotel Madrid ha sido tomado por un grupo de familias,
El inmueble de cinco pisos, con más de 100 habitaciones estaba abandonado. En España, 300.000 familias perdieron sus viviendas por no poder hacer frente a las hipotecas.
El espectáculo en el Madrid es impactante y al mismo tiempo sobrecogedor. Familias enteras, con hijos e incluso con mascotas, suben y bajan constantemente las escaleras. Buscan agua o un sanitario que funcione.
En algunas de las puertas, hay carteles anunciando asambleas populares. Se discute de todo y de manera desordenada e igualitaria.
Una muchacha joven, Norma es su nombre, actúa como improvisada vocera ante la prensa internacional. Se mezclan los pedidos de CNN, Rusia Today, El Times de Londres. Antes de llegar al hotel abandonado, Norma era camarera en un hotel. Hace 4 meses perdió su trabajo y es hoy una más, entre los 5 millones de desocupados.
Las voces de los candidatos llaman a la esperanza. Estamos embargados pero vamos a salir reconoció Mariano Rajoy el favorito de las encuestas.
José Luis Rodríguez Zapatero, el Presidente del Gobierno, sube a una tribuna para pedir el voto a Rubalcaba y termina regañando a la Unión Europea y al Banco Central Europeo, por no actuar con rapidez ante la emergencia. No es la crisis de España, es la crisis del euro, enfatiza dirigiendo sus quejas a los dirigentes comunitarios. Su reclamo es general, pero todos saben que sus dardos se dirigen a Berlín, donde la poderosa Angela Merkel no coincide con salvar países a diestra y sinistra.
De ETA, que anunció recientemente el abandono de la violencia, casi nadie habla. Hay amplia coincidencia que con ETA no hay nada que negociar. Las principales menciones, diría las únicas sobre ETA, se dan el País Vasco. La expectativa está ahora en conocer cuantos diputados logrará Amaiur, la organización política abertzale que expresa mayoritariamente a los partidarios de la independencia vasca. De lograr un número destacado, su voz se oirá en Madrid.
Se oyen pocas propuestas sobre el tema migratorio. Hubo una excepción, Josep Durán i Lleida dirigente de un partido catalán, declaró sin tapujos que le preocupaba que naciesen más Mohameds que Jordis. Mientras tanto, miles de sin papeles deambulan por oficinas gubernamentales para normalizar su situación.
La obsesión es Europa y el futuro del euro. En ese contexto, no hay por ahora mucho espacio para América Latina. La reciente Cumbre Iberoamericana en Paraguay, con notorias y frustrantes ausencias, que desairaron a Zapatero y al propio Rey Juan Carlos, sonó como un llamado de atención. Las cumbres fueron una creación del PSOE, en 1991, cuando gobernaba Felipe González. Era otra España y era también otra América Latina. De ello seguramente tomará nota el ganador del 20 de noviembre.
El pueblo español acude a las urnas con la esperanza de un cambio, que puede ser cambio de políticas y también de partidos.
Volvamos a Borges. Los españoles van a las urnas para elegir a los políticos que deben guiarlos en el laberinto que están sumergidos. Los espejos le reflejan otras experiencias, como las de Italia y Grecia, donde son los banqueros los encargados de guiar al pueblo.
Ese es el gran dilema español: políticos o banqueros.