Esculturas de manteca
Van quedando pocos, pero los que aún permanecen siguen trabajando para exhibir sus obras año tras año.
Durante los últimos 400 años, los monjes tibetanos han usado manteca de yak para crear grandes e intrincadas esculturas inspiradas en los relatos de Buda, animales o plantas, y poniéndolas en exhibición durante el Festival de la Manteca. Infortunadamente, el largo y dificultoso proceso de fabricar estas exquisitas obras de arte se va extinguiendo.
El arte de esculpir con manteca nació de una tradición tibetana, por la cual se entregaba a Buda todo lo que los escultores podían obtener de sus animales domésticos. Las tribus nómades que tenían grandes manadas de ovejas y yaks valuaban enormemente la manteca de un yak hembra, ya que era la más preciada y era ofrecida a los monasterios budistas donde los monjes la transformaban en esculturas coloridas y las ofrecían a los iluminados.
La tradición pasó de generación en generación, e incluso hoy docenas de monjes tibetanos trabajan durante meses en una sola escultura gigante de manteca, la cual debe estar lista antes del 15 de enero de cada año. Esta fecha es el clímax de la celebración del Año Nuevo Tibetano, ya que marca el triunfo del Señor Buda sobre sus seis maestros no budistas que lo desafiaron en lo que se refiere a la producción de milagros.
Durante el día la gente reza en templos y monasterios, y cuando viene la noche van a la calle Lhasa's Barkhor para admirar los centenares de esculturas de manteca que tienen desde unos pocos centímetros hasta varios pisos. Esta colorida exhibición atrae a millones de turistas del Tibet y del extranjero.