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Es solo cuestión que nos impacte la crisis

*Por Raúl Vives. Es solo cuestión de tiempo. Los primeros indicios de la crisis parecían que favorecían a la Argentina. Pero a medida se consolidan las expectativas de una recaída de la economía mundial, los efectos sobre la actividad local son inevitables.

Este viernes, el precio de la soja tocó el valor más bajo del último año, de 436 dólares la tonelada. El movimiento bajista fue también para el trigo, el maíz y el crudo.

Cuando las cotizaciones de estas materias primas dejan de volar, el mensaje es claro: hay un enfriamiento de la demanda. China, India seguirán comprando alimentos, pero a un ritmo menor.

Los bajos stocks y las dificultades para incrementar la oferta mundial, datos claves que difundió el último informe de USDA (Departamento de Agricultura norteamericano), son un freno a una caída mayor, pero no impiden el reacomodamiento de los precios.

Las cotizaciones están aún muy por encima de la última crisis del 2008, pero en valores que ya ponen en riesgo la rentabilidad de la próxima cosecha y la capacidad de la Argentina de aumentar sus reservas internacionales.

BRASIL

La situación de Brasil es otro tema sensible para la Argentina. El año próximo, el principal mercado de destino de los productos locales crecerá casi la mitad que en el 2010.

Por primera vez en la historia bilateral, Brasil estableció trabas a las exportaciones de chocolates, golosinas y galletitas argentinas. La industria automotriz batirá este año todos los récords de producción, ventas y exportaciones, pero el año próximo se presenta plagado de dificultades.

Una caída de la demanda brasileña automotriz es directamente proporcional a una merma de actividad local. Esta industria genera el mayor comercio bilateral entre los dos países.

Pero el vínculo con Brasil no solo está amenazado por una caída en el ritmo de crecimiento de este país: está también la paridad peso-real, que en los últimos años favoreció a la Argentina.

Bajo las nuevas condiciones del mercado mundial, el dólar se ha fortalecido en las últimas semanas y el real cotiza hoy en alrededor de 1,85 reales por dólar.

Con esa paridad, las ventas locales a Brasil se dificultan. La automotriz Fiat ya hizo llegar al Gobierno información en donde indica que sus productos están en el borde de quedar fuera de competencia con los similares brasileños.

No es un caso aislado. La conducción de la Unión Industrial Argentina acumula comentarios e información de sus asociados que miran cada vez con más desconfianza la evolución comercial con Brasil.

El escenario es más complejo porque en situaciones de crisis, los países tienden de tomar decisiones "sálvese quién pueda", y el Mercosur no es la excepción.

La crisis europea y de Grecia es el mejor ejemplo de cómo una unión aduanera compleja, muy institucionalizada, apenas alcanza para mantener y sostener ciertos consensos económicos entre los países miembros.

Hoy es claro que los intereses de Alemania y Francia están prevaleciendo sobre el resto la UE.

¿CONFLUENCIA COMPROMETIDA?

Por esta parte del planeta, Brasil durante el capítulo de Lula, mantuvo una estrategia de confluencia con la Argentina. Pero esa situación está hoy en duda con la presidencia de Dilma y las correcciones económicas que están en danza.

Brasil está embarcado en una política muy estricta de restricción fiscal y de contención de la inflación. Es el rumbo que ha decidido Dilma para tratar de revertir la enorme valorización del real y dar respuesta a los problemas de competitividad. A simple vista surge que es una política poco compatible con la seguida por la presidenta Cristina Kirchner en los últimos años.

La Argentina tiene, además, sus propias dificultades. En tres domingos más, el país votará su presidente por los próximos cuatro años. La elección está resuelta, pero requiere de estos pasos institucionales.

Es probable que tras los comicios, el Gobierno avance con acciones más decididas en materia económica, en especial para detener la pérdida inacabable de divisas.

Las reservas del Banco Central siguen cayendo y las expectativas en ascenso. Las hipótesis van y vienen: correcciones cambiarias significativas, restricciones a la compra de dólares o desdoblamiento del mercado de cambios.

Puede que no ocurra ninguna, o la salida sea otra, pero la certeza discurre en una sola dirección: que el precio del dólar estará más alto. La crisis mundial alimenta la ansiedad y también la ausencia de algún plan más o menos convincente de parte del Gobierno. Como se dijo al inicio de esta nota. Es solo cuestión de tiempo. En algún momento el Gobierno tendrá que dar respuesta a las presiones cambiarias y de precios.