¡Es la Justicia...!
Por María Herminia Grande* Con la lógica de la noticia, los hechos que ganan la tapa de los diarios se mudan a su interior reduciendo el número de sus caracteres a medida que transcurre el tiempo. La ciudadanía acompaña, de alguna manera...
Con la lógica de la noticia, los hechos que ganan la tapa de los diarios se mudan a su interior reduciendo el número de sus caracteres a medida que transcurre el tiempo. La ciudadanía acompaña, de alguna manera, este viaje a la reducción del interés. Sucede que la conmoción al igual que el interés, duran poco tiempo. En una sociedad organizada los resortes institucionales tienen un mecanismo ajeno a la conmoción y al interés. La Justicia es en estas sociedades su columna vertebral, y al igual que en los seres humanos, sostiene su accionar. Cuando la Justicia se entorpece a sí misma, o la entorpecen; el cuerpo social se resiente y comienza a padecer la falta de reflejos, imposibilidad de moverse libremente, dolores... alterando su calidad de vida. De todos los problemas que trae aparejado, pareciese que la lentitud es lo menos dañino, si en el abanico de las posibilidades figura la parálisis. La Justicia argentina cuando debe juzgar delitos relacionados al poder tanto económico como político, se lentifica de tal manera que principio y fin de los males, lentitud-parálisis, pasan a ser una misma cosa. La columna vertebral posibilita al hombre permanecer erguido y lograr su equilibrio. La Justicia permite lo mismo a la sociedad.
Decía que los administradores de justicia en Argentina, sus jueces, no están preparados -salvo honrosas excepciones que terminan alejándose de sus cargos- para juzgar en tiempo y forma los delitos que se cometen desde el poder económico y el poder político. Este es el gran problema que tiene Argentina. Cuando la Justicia se arrodilla ante el poder y esquiva la responsabilidad que se debe y le debe a la sociedad, los efectos son los de una catástrofe. El resultado arroja muertos, heridos, daños económicos, morales y fundamentalmente desorientación general. Si se pudiese fotografiar el efecto sería similar a la imagen del accidente en el barrio porteño de Flores, que esta semana cobró muchas vidas. Hoy en Argentina la Justicia encargada de juzgar a los poderosos ni siquiera se plantea caminos alternativos, no está en sus planes "soterrar".
Esta semana el resultado del juzgamiento al ex presidente Carlos Menem junto a otros diecisiete imputados, por la causa contrabando de armas, deja en la ciudadanía la sensación DE que la Justicia obró por conmoción y/o por interés. La exculpación de los imputados significa ¿que no existió delito alguno?, o ¿que los protagonistas eran otros?
Ana Gritti falleció hace unos meses, sin conocer este fallo. En diciembre de 2001, ante la ministra Garré, sostuvo que "la vinculación entre la voladura de la fábrica militar de Río Tercero y el contrabando de armas está comprobada. Mi reflexión es que si la fábrica era funcional al contrabando, la explosión del 3 de noviembre del 95 fue funcional para los hacedores de la venta ilegal de armas, para quienes era necesario borrar huellas". Ana perdió a su marido en aquella tragedia.
Si la justicia no titubeara ante al Poder, el Legislativo no debiese impulsar la conformación de comisiones investigadoras, tal lo sucedido esta semana sobre el caso Schoklender y la fundación Madres de Plaza de Mayo. Insisto, si la Justicia no titubeara, no se desdibujaría el natural poder de control que tiene el Legislativo, confundiéndose con el oportunismo político. Ninguna duda tendría anclaje en la sociedad argentina si la Justicia actuase sin condicionamientos.
El terrible accidente entre trenes y un colectivo en Flores desnudó otras tragedias como las que me contó Elido Veschi (APDFA): un maquinista se jubila en Argentina con el triste promedio de treinta muertes en su haber, entre suicidios y accidentes. También dejó algunos datos para el análisis, como que antes del desguace ferroviario, el patrimonio del sector era de U$S 35.500 mil millones, hoy es de U$S 5 mil millones. En aquel momento había 35 mil kilómetros de vías útiles. Hoy se reducen a 8 /9 mil con trenes que circulan a velocidades del siglo XIX. En los años 1995 y 1996 por cada 0,75 centavos pagados por el pasajero, el Estado aportaba 0,72. Hoy por cada peso que paga el pasajero, el Estado aporta $ 10. El monto total del subsidio estatal al sector asciende a U$S 1.600 millones. Ese dinero alcanzaría para lanzar un plan a seis años de reconstitución de 15 mil kilómetros de vías ferroviarias...
Veschi terminó diciéndome: "no hay más muertes por milagro"... En realidad habría menos muertes en todo sentido, si en Argentina la Justicia trabajase para la justicia.