Ernestina Herrera de Noble y su relación con los Gobiernos nacionales
A veces amable, otras complicada. El trato fue variando desde 1969. La historia del diario que acompaña a la historia argentina.
El 12 de enero de 1969 Roberto Noble, director de Clarín, uno de los principales diarios argentinos por aquel entonces, muere. Nueve días después, su mujer, Ernestina Herrera de Noble, hereda la dirección del periódico.
A sólo cuatro meses de aquella toma de mando, estalló el famoso "Cordobazo", un reclamo histórico y que cambiaria para siempre el mapa de la protesta social argentina y que condenó al fracaso del gobierno del dictador Juan Carlos Onganía, cabeza de la llamada "Revolución Argentina".
A un mes de este hecho, el asesinato del dirigente metalúrgico Augusto Vandor iba a disparar una ola de violencia que se agrandaría luego de un año con el secuestro y asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu, que representó el inicio de la guerrilla peronista Montoneros, a la que se sumaría la guerrilla trotskista del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
El 17 de abril de 1973, escribió: "Clarín es un órgano periodístico independiente, objetivo e imparcial, y no sujeto a condicionamientos con nada ni con nadie. Ratifica para ello su compromiso indeclinable con los intereses de la Nación".
El país estaba entonces conmovido por la violencia política y en el lapso de seis meses iba a estar sacudido por esa violencia que golpeó incluso a Clarín. En septiembre de 1973 un comando del ERP 22 de Agosto, una fracción escindida de la guerrilla trotskista, secuestró a un ejecutivo de Clarín para obligar al diario a publicar tres solicitadas. El mismo día en que fueron publicadas, una de ellas en la portada, un comando de la ultraderecha peronista, presumiblemente integrado en su mayoría por matones sindicales, armados con ametralladoras y fusiles, tomó por asalto la sede del diario, ametralló sus cristales, agredió a sus empleados, arrojó bombas molotov que desataron un principio de incendio. El objetivo era llegar a las rotativas y destruirlas con bombas, pero no pudieron acceder a las máquinas.
A esta brutal ola de violencia, se le agregó el terrorismo de Estado que empezó del 24 de marzo de 1976, ensangrentando a la Argentina y duró casi 15 años en los que Clarín, con la viuda de Noble al frente, defendió el ejercicio pleno del estado de derecho, se opuso a toda forma de violencia, impulsó el respeto por las libertades individuales y por el sistema democrático y pugnó por el desarrollo del país que parecía estancarse.
En 1982, estalló la Guerra de Malvinas, que Clarín cubrió sin dejarse llevar ni por el voluntarismo, ni por los mensajes exaltados ni por el optimismo impuesto por la dictadura; por el contrario, intentó atenuar el exitismo sin dejar de reflejar la adhesión ciudadana que despertó, en principio, aquella aventura militar.
Tras la larga noche de la última dictadura, Clarín retomó su prédica. El 30 de octubre de 1983, el día en que los argentinos volvían a elegir un gobierno democrático Ernestina Herrera de Noble escribió un editorial que describía a un país postrado y abatido.
En 1990, cuando surgieron las primeras acusaciones de monopolio, defendió en un reportaje la posición del Grupo Clarín que, bajo su dirección, había crecido e incorporado en esos días al Canal 13: "Las acusaciones de monopolio aparecen siempre que hay competencia empresaria, como ahora con los canales de televisión".
En 2001, y por una denuncia de Abuelas de Plaza de Mayo, el objetivo de esa campaña de desprestigio fueron los hijos de Ernestina, Marcela y Felipe Noble Herrera, cuya guarda primero, en 1976, y adopción definitiva, en 1977, habían sido otorgadas por la Justicia.
La denuncia instaló la sospecha que los dos jóvenes de 25 años en el momento de la denuncia, eran hijos de desaparecidos. Se inició entonces una larga batalla legal que duró quince años.
El 17 de diciembre de 2002, por una orden del entonces juez federal de San Isidro, Roberto Marquevich, la directora de Clarín.
Tres días después, en vísperas de la Nochebuena de ese año, la directora pasó a cumplir arresto domiciliario y tres días más tarde, la Cámara Federal de San Martín ordenó su excarcelación.
El crecimiento del diario y la firmeza de su directora para mantener las ideas, desató en los últimos 20 años una campaña de desprestigio contra Noble y el monopolio creado, lo que llevó a una puja entre ella y los respectivos gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, para adueñarse del Grupo Clarín.
Ernestina Herrera de Noble no respondió a esos ataques, escudada en un lema que era de su esposo y que había asumido como propio: "Quienes hacen un diario no tienen que ser noticia".
En 2003 fueron los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández los que retomaron como bandera el caso de sus hijos.
En paralelo con la batalla judicial que tuvo a los hermanos Noble Herrera víctimas del escarnio y casi como botín de guerra para sus denunciantes, la viuda de Noble volvió a sufrir un nuevo ataque por parte del kirchnerismo, ya con Cristina Fernández como presidente, recostada en la figura del ex presidente Kirchner que ejercía total influencia en su gobierno, lo que se conocía entonces como "doble comando".
En 2008 Kirchner decidió romper lanzas con la prensa independiente que empezaba a cuestionar los actos de gobierno de la flamante Presidente, enturbiados por los primeros casos de corrupción.
Finalmente, y no sin antes que Estela Carlotto pronunciara una frase desdichada pero que dejaba en claro sus designios: "Ojalá uno de ellos sea hijo de desaparecidos", dijo, los peritajes que confrontaron el ADN de los hermanos Noble Herrera en el Banco Nacional de Datos Genéticos, dieron negativos. Ernestina Herrera de Noble fue sobreseída por la Justicia en enero de 2016 en todas las instancias.