Policiales
Era papá de 2 hijos, le rompieron la cabeza para robarle la moto y agonizó 68 días: su asesino está libre
“Uno de los asesinos anda por el barrio”, asegura su esposa que pide Justicia por Jesús Pavón. El joven tenía 26 años. Tres delincuentes lo atacaron cuando salía a trabajar, pero sólo uno de ellos está preso.
Jesús Pavón, de 26 años, besó a su mujer, a sus dos hijos y salió a trabajar bajo el sol abrasador del mediodía. Se subió a su nueva moto, una Corven 150, y recorrió cinco cuadras. Al llegar al Acceso Oeste, en el barrio José Cortejarena de Moreno, fue sorprendido por tres delincuentes que lo golpearon varias veces con un palo en la cabeza para robarle.
Jesús quedó tendido en el pasto y los ladrones huyeron sin nada: no supieron cómo arrancar la moto y la dejaron tirada a pocos metros del lugar donde la víctima comenzaba una agonía que se extendería durante 68 días.
La vida de Jesús finalmente se apagó en el hospital Mariano y Luciano de la Vega, donde aquel 15 de diciembre había sido internado de urgencia. No resistió a una tercera operación para tratar las fracturas en el cráneo y las gravísimas lesiones cerebrales que había sufrido en el ataque.
A pesar de que todo quedó grabado en distintas cámaras de seguridad de la zona y que los tres delincuentes fueron identificados rápidamente, solo uno de ellos -Nahuel Sánchez, apodado “Wey”- está preso.
“Lo entregaron sus familiares. A los otros dos -identificados como Nicolás Aguirre y Gabriel Silva- no los buscan. No hay allanamientos, no se hace nada. Todo está parado”, comenta Yamila Moraiz (24), esposa de la víctima, a TN.
“Recién vengo de la fiscalía y tuve que pasarles la dirección de la madre de uno de ellos porque no la tenían”, menciona. La investigación está a cargo de Luisa Pontecorvo, de la UFI N°3 de Moreno, que con la muerte de Jesús cambió la carátula de lesiones gravísimas a homicidio.
La joven asegura que uno de los atacantes “se pasea por el barrio. Los vecinos me avisaron que lo habían visto”, y que le acercaron el dato de que el otro pudo haberse escapado a Misiones, cerca de la frontera con Brasil y Paraguay. “No sé qué esperan para atraparlos”, cuestiona con la voz quebrada por la angustia.
Jesús llegó a abrir los ojos en el hospital, “pero se puso tan nervioso que lo tuvieron que volver a sedar”. Luego entró en coma inducido y ya no despertó. Durante la internación cumplió 27 años. Además de visitarlo todos los días, Yamila se puso al hombro el trabajo de su marido y la crianza de Nara (6) y Thiago (2).
“Mi marido vendía electrodomésticos en cuotas. Algunos clientes se aprovechan de nuestro dolor, se hacen los vivos y no quieren pagar. Les doy de comer a mis hijos con los que sí pagan. Es todo lo que tengo por ahora”, cuenta.
Una infancia entre golpes y abandonos
Jesús había tenido una infancia muy dura: su padre lo abandonó cuando era un bebé y fue víctima de violencia por parte de su madre y su padrastro. “La familia que habíamos formado era todo para él. No tenía a nadie más”, sitúa Yamila.
“Nara tiene retraso madurativo y desde que pasó lo que pasó fue para atrás. Está más agresiva y le cuesta hablar”, detalla. Y continúa: ”A Thiago le dije que su papá se había ido al cielo y ya no iba a poder volver. Entonces, se sube a una silla y empieza a saltar como si quisiera alcanzarlo”.
“Te prometo que voy hacer felices a nuestros hijos y los voy a cuidar como lo hacíamos juntos. Visitame en mis sueños, por favor. Te extraño y te amo. Siempre vas a estar presente en mi mente y en mi corazón”, fue la despedida que Yamila le dedicó a su esposo en las redes sociales.
El crimen de Jesús Pavón prolongó una serie de episodios similares en el mismo barrio. Fueron cuatro víctimas en un año: Rolando Díaz (45), en febrero de 2022; Mauro Prieto (28), en noviembre; y Albano Cocchiarella (39), la última semana.
Jesús quedó tendido en el pasto y los ladrones huyeron sin nada: no supieron cómo arrancar la moto y la dejaron tirada a pocos metros del lugar donde la víctima comenzaba una agonía que se extendería durante 68 días.
La vida de Jesús finalmente se apagó en el hospital Mariano y Luciano de la Vega, donde aquel 15 de diciembre había sido internado de urgencia. No resistió a una tercera operación para tratar las fracturas en el cráneo y las gravísimas lesiones cerebrales que había sufrido en el ataque.
A pesar de que todo quedó grabado en distintas cámaras de seguridad de la zona y que los tres delincuentes fueron identificados rápidamente, solo uno de ellos -Nahuel Sánchez, apodado “Wey”- está preso.
“Lo entregaron sus familiares. A los otros dos -identificados como Nicolás Aguirre y Gabriel Silva- no los buscan. No hay allanamientos, no se hace nada. Todo está parado”, comenta Yamila Moraiz (24), esposa de la víctima, a TN.
“Recién vengo de la fiscalía y tuve que pasarles la dirección de la madre de uno de ellos porque no la tenían”, menciona. La investigación está a cargo de Luisa Pontecorvo, de la UFI N°3 de Moreno, que con la muerte de Jesús cambió la carátula de lesiones gravísimas a homicidio.
La joven asegura que uno de los atacantes “se pasea por el barrio. Los vecinos me avisaron que lo habían visto”, y que le acercaron el dato de que el otro pudo haberse escapado a Misiones, cerca de la frontera con Brasil y Paraguay. “No sé qué esperan para atraparlos”, cuestiona con la voz quebrada por la angustia.
Jesús llegó a abrir los ojos en el hospital, “pero se puso tan nervioso que lo tuvieron que volver a sedar”. Luego entró en coma inducido y ya no despertó. Durante la internación cumplió 27 años. Además de visitarlo todos los días, Yamila se puso al hombro el trabajo de su marido y la crianza de Nara (6) y Thiago (2).
“Mi marido vendía electrodomésticos en cuotas. Algunos clientes se aprovechan de nuestro dolor, se hacen los vivos y no quieren pagar. Les doy de comer a mis hijos con los que sí pagan. Es todo lo que tengo por ahora”, cuenta.
Una infancia entre golpes y abandonos
Jesús había tenido una infancia muy dura: su padre lo abandonó cuando era un bebé y fue víctima de violencia por parte de su madre y su padrastro. “La familia que habíamos formado era todo para él. No tenía a nadie más”, sitúa Yamila.
“Nara tiene retraso madurativo y desde que pasó lo que pasó fue para atrás. Está más agresiva y le cuesta hablar”, detalla. Y continúa: ”A Thiago le dije que su papá se había ido al cielo y ya no iba a poder volver. Entonces, se sube a una silla y empieza a saltar como si quisiera alcanzarlo”.
“Te prometo que voy hacer felices a nuestros hijos y los voy a cuidar como lo hacíamos juntos. Visitame en mis sueños, por favor. Te extraño y te amo. Siempre vas a estar presente en mi mente y en mi corazón”, fue la despedida que Yamila le dedicó a su esposo en las redes sociales.
El crimen de Jesús Pavón prolongó una serie de episodios similares en el mismo barrio. Fueron cuatro víctimas en un año: Rolando Díaz (45), en febrero de 2022; Mauro Prieto (28), en noviembre; y Albano Cocchiarella (39), la última semana.
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