Entre la victoria pírrica y la peor derrota de la historia
*Por Mauricio Maronna. El Frente Progresista cantó una victoria cuasi pírrica en la provincia de Santa Fe; el justicialismo hizo la peor elección que se recuerde y Miguel Del Sel obliga a repensar el contenido de varios manuales de acción política.
Aunque las finales generalmente se ganan y no se explican, la victoria de Antonio Bonfatti fue ajustada y debió esperar hasta la medianoche para ser festejada.
La muy buena elección de Bonfatti en Rosario le permitió al oficialismo sopesar bajas en otros departamentos, a tal punto que el PRO ganó en 11 de los 19 departamentos en la categoría a gobernador, pese a que no logró ni un solo senador. También fue buena la performance del postulante del oficialismo en la ciudad de Santa Fe, algo que trajo el esperado alivio sobre el final.
Los comicios dejan una nueva luz roja en el andar del gobierno nacional, que experimentó en el capítulo santafesino una derrota más urticante que la que sufrió hace dos semanas en la ciudad de Buenos Aires. No existió ninguna traslación extra kirchnerista del voto que supuestamente irá para la presidente de la Nación, Cristina Fernández, en agosto, con los recogidos por Rossi. Es más, pudo dilucidarse que el efecto real de la visita de la jefa del Estado fue de suma cero para el candidato local.
Del Sel nutrió su voto del más rabioso antikirchnerismo y de quienes no comulgan con el sendero del Frente Progresista. Quienes hoy se sorprenden por su muy buena performance no repararon en las grietas que dejó la crisis del campo en una provincia enmarcada por la producción agropecuaria. Por eso, gran parte del voto que en 2009 fue a Carlos Reutemann desembarcó en la orilla de Del Sel, quien logró una suma inusitada de votos de acuerdo a las ideas y propuestas que desarrolló en campaña.
A Rossi no le alcanzó haber desempolvado los libros y mostrarse a la ofensiva en materia de proyectos. No pudo modificar el candidato kirchnerista su imagen poco receptiva en buena parte de la sociedad, esculpida a sangre y fuego durante las bravías semanas de lucha cuerpo a cuerpo entre el gobierno y el campo. Hay tendencias, imágenes y percepciones que en política son inmodificables. Rossi tuvo el caballeresco gesto de atribuirse todo el peso de la debacle, pese a que no fue su único padre. Pero a la hora de reconocerla no tuvo a su lado a ninguna referencia del gobierno nacional. Le hicieron saber que para algunos la derrota es huérfana.
Frente a algunas lecturas supuestamente esclarecidas que no logran desentrañar las claves de ciertos fenómenos, hay que decir que los resultados son siempre explicables. Aunque a veces parecen escondidos en alguna lógica inescrutable para relatos ensimismados y presuntamente épicos que han caído frente a lo que creen ver como esfinges o placebos. Y sí, créase o no, casi se viene Miguel, sin ningún antecedente político que lo amerite.