Entre la insustancialidad y la patología
El macrismo mantiene vivo al kirchnerismo.
El 4 de abril, en "Colección de Presos de Otoño", se reiteró:
"Para matizar la espera de las inversiones, debe masacrarse con la peste de transparencia selectiva".
Cuatro meses después, en "Soja, keynesianismo y canutos", trasciende que las inversiones mesiánicas no van a llegar.
O se aguardan, con mayor humildad y viento favorable, para después de las legislativas de 2017.
La reactivación triste de la economía se reduce a la vieja euforia de la Argentina Pastoril. Al recurso poco original de la obra pública. Y a la salvación del blanqueo.
Ir por la última caja que queda por vaciar. Los canutos de la ciudadanía.
El objetivo de polarizarEl Tercer Gobierno Radical acierta peligrosamente al diseñar al kirchnerismo en retirada como el adversario principal.
Es el contradictor conveniente, y en lo posible el único. Desventurado todo aquel que no sea macrista ni kirchnerista.
Significa confirmar que el espectáculo de la debacle, a través del recurso lícito de la Justicia, se convierte en el insumo prioritario para la consolidación del TGR.
Porque la peste de transparencia (siempre selectiva) hoy concentra exclusivamente la atención en las escenas obscenas de la corrupción.
Y en cuanto se produce una pausa, o se impone la feria judicial, el TGR entra en problemas (las burlerías del show de Tinelli lo hacen tambalear).
El desfile debe ser inagotable. De imposible saturación. Lo suficientemente estruendoso como para simular la patética superficialidad. La incapacidad para resolver las catástrofes heredadas.
Son las que le producen al TGR el segundo insumo indispensable. El "efecto desastrosamente comparativo". La referencia permanente al adversario, que acecha con su carga explosiva de pasado.
Colección de InviernoLa polarización planteada es exitosa. Brota como un objetivo logrado.
Queda en el medio la sociedad rehén, entre dos alternativas. En el centro del ring.
La insustancialidad del TGR. O el retorno a la patología kirchnerista.
Terceros afuera.
La narrada Colección de Presos de Otoño se lanzó con el desfile de modelos. Desde Jaime a Lázaro, Pérez Corradi o Neolopecito.
Ahora, con el ostensible intento de iluminar a Scioli comienza el desfile de acusados de la Colección de Invierno.
Pero Scioli, hasta hoy, ni siquiera caminó por la pasarela.
Porque de inmediato instalan, para modelar, a la casi nonagenaria señora Hebe de Bonafini.
Mientras tanto, el circo mediático reclama más sangre. Insiste por el desfile cotidiano de La Doctora, que recupera llamativamente la centralidad.
En su caída, La Doctora despierta más interés que Macri en el ascenso. Aunque sea para la catarsis de insultarla, que inspira a un respetable sector de la sociedad.
Hebe o el mito de la igualdad
Es inofensivamente idílico creer que todos los hombres son iguales ante la ley.
Es como creer que coexisten, en democracia, tres poderes equivalentes, apenas con distintas atribuciones.
Tonterías románticas que admite, sin embargo, la Constitución Nacional. El colosal texto de autoayuda que funciona como base. Desde Juan Bautista Alberdi hasta Daniel Sabsay. Meros puntos de partida para el buen comportamiento institucional.
La fantasía igualitaria implica admitir una deformación explicable de la realidad. Por elegancia civil no debe clarificarse.
Por la reticencia a comparecer ante un juzgado, como cualquier mortal, ayer se decidía detener a la señora Hebe de Bonafini.
(Un Dragón de Tierra, de 1928, como otro mito, el Che Guevara).
Justamente un jueves inoportuno, por la tarde, en vísperas de otra ronda.
El simple acto de justicia deriva en un atentado foquista al criterio. Significa negar, en la práctica, el sentido de la sensatez.
Encanar durante un jueves por la tarde a la emblemática titular de las simbólicas Madres de Plaza de Mayo. Las damas que forjaron el culto de la historia. A través de las rondas de resistencia celebradas, invariablemente, los jueves.
"Madres" es la organización noble que sólo la patología del kirchnerismo pudo banalizar. Hasta transformar la lucha humanitaria en una constructora quebrantada. Y aniquilarla, mediante la proyección inmobiliaria de los Sueños Compartidos.
La trampera del grotescoSin embargo persiste, pese al desfalco, la inmortalidad de la simbología. La clave de la resistencia materna, ante el autoritarismo brutal.
Intentar apresar a la señora Hebe, peor que una atrocidad, es un error. La pifiada política que deriva en atropello cultural.
Probablemente la producción del escándalo sea un objetivo equivocado de inteligencia. En todo caso, de desinteligencia. Mantiene el significado de un gol en contra.
Los legalistas se movilizaron irresponsablemente para apresar a la señora Hebe a través del mito de la igualdad.
Como si la señora Bonafini fuera una mechera de supermercado. Una viuda negra que embauca solitarios. Una chorra sorprendida por el repositor cuando metía en el bolso productos de limpieza.
Cuesta admitir que no se hayan dado cuenta que Hebe, la causante, aquí tratada como una prófuga, mantiene la magnitud del mito construido.
Un mito que supera, con amplitud, el mito vulgar de la igualdad.
Por su magnitud, por lo que representa en el imaginario, por la solidaridad internacional que provoca, la señora de Bonafini reduce a la categoría del ridículo a los frustrados que debían capturarla.
Los legalistas, con la complacencia sigilosa del TGR, se metieron solos en la trampera del grotesco.
Hoy los pichones figuran penosamente en la totalidad de los diarios y noticieros del mundo.
Y con extraordinaria impericia brindan, en bandeja de plata, una causa noblemente servida al kirchnerismo en retirada.
Es el sector político que supo apropiarse con habilidad del mito que no pudieron destruir. Pese al quebranto. Ante el espanto de los bienpensantes que se desgastan en explicar la adhesión a la idea de la igualdad ante la Justicia.
Precisamente es la Justicia la que emerge aquí como el pretexto eficaz para ejercitar la pasión por la venganza. Por el interés de una fracción elitista, hoy tal vez electoralmente mayoritaria, que naufraga en la insustancialidad. Mientras le cede oxígeno a la patología, para mantenerla viva.
La justicia y el TGR se apropian, como epílogo, del producido papelón.
El kirchnerismo, en cambio, situado en la polarización, se queda con una causa.
Desventurado todo aquel que no sea ni macrista ni kirchnerista.