Enojos equivocados
En la discusión abierta en el radicalismo local por las declaraciones del candidato a presidente de la UCR, Ricardo Alfonsín, en contra del régimen de Promoción Industrial, algunos confunden el blanco de sus críticas y priorizan, antes que una visión global que contemple los intereses de la provincia, el más mezquino horizonte de las rencillas domésticas boinablancas.
En lugar de alinearse en la defensa de Catamarca y una política tendiente a promover la producción, buscan justificar o hacer de ventrílocuos de dirigentes que, por lo visto, no tienen idea de lo que en Catamarca ocurre o, peor aún, no les interesa en tanto les permita arrimar algunos votos más. El diputado provincial y precandidato a diputado nacional Renato Gigantino, por ejemplo, no hizo referencia alguna a las polémicas manifestaciones realizadas por Alfonsín en Mendoza, pero saltó como leche hervida en cuanto el senador nacional Oscar Castillo cuestionó al candidato a presidente radical. Castillo estimó que Alfonsín "pecó por ignorancia" al criticar en tierras mendocinas la prórroga de algunas ventajas de la Promoción Industrial y sugirió que habría que asesorarlo mejor al respecto.
La inquietante postura de Alfonsín sobre la Promoción no había movilizado a Gigantino; la objeción de Castillo, en cambio, lo puso como loco. "Castillo no es inocente -dijo-. Tiene la clara intención de hacerle daño al partido". Capaz no más que Castillo tenga intención de hacerle daño a la UCR, pero en cualquier caso parece más grave que las políticas que Alfonsín aplique en caso de llegar a la Presidencia le hagan daño a la provincia de Catamarca. Y resulta más preocupante aún que un hombre que se postula para ir al Congreso tenga estas prioridades: el partido antes que la Provincia.
En lugar de enojarse con Alfonsín, Gigantino se enoja con Castillo. Tampoco se enojó Gigantino con el presidente del bloque de diputados del FCS, Julio Salerno, quien ensayó una curiosa defensa de Alfonsín con el argumento de que se opuso en Mendoza a la Promoción porque quería "quedar bien" con los mendocinos. O sea que las convicciones de Alfonsín dependen de su ubicación geográfica: en contra de la Promoción si está en Mendoza, a favor de ella si está en Catamarca, y ya verá qué hace si llega a ser Presidente.
Tan precaria defensa de Salerno tampoco mereció opiniones de Gigantino, que recién empezó a inquietarse ante la posibilidad de que Castillo integre alguna conspiración en contra de la UCR. A todo esto, Alfonsín no aclaró todavía nada. Lo único que hay son las interpretaciones sobre sus dichos, pero él no ha manifestado nada aún. ¿No cree Gigantino que esto perjudica más a la UCR catamarqueña que los razonamientos de Castillo? ¿Es más grave que Castillo no lo quiera a Alfonsín o que Alfonsín, eventual Presidente, no sepa lo que Catamarca requiere? Porque si es preciso desburrar a Alfonsín acerca de lo que la Promoción Industrial significa para Catamarca, habrá que hacerlo. Y si Alfonsín, pese a todo, no tiene entre sus planes contemplar los intereses de Catamarca, alguna definición habrá que tomar al respecto. Esto, lógicamente, si se considera más importante la Provincia que "el partido" que tanto desvela al ingeniero Renato Gigantino.
El subsecretario de Seguridad Luis Baracat quedó involucrado el sábado en un confuso incidente, cuando un joven que conducía en estado de ebriedad alegó ser su chofer para tratar de eludir sanciones en un control vehicular del puesto de El Portezuelo, en el departamento Valle Viejo. Según la información, Baracat habría intercedido en favor del joven infractor, con quien compartiría la pasión futbolística en la Liga Santarroseña.
El funcionario desmintió esto. Y el joven fue multado y demorado en el puesto hasta que un familiar suyo fue a buscarlo junto con el vehículo. Pero Baracat quedó embarrado en el incidente. Ocurre que el pasado condena al funcionario, que en algún momento fue objeto de interés por arranques violentos en partidos de fútbol, por no hablar de varias polémicas apreciaciones sobre la seguridad provinciana, como aquella que atribuía el incremento de los delitos contra la propiedad a que los catamarqueños salían de vacaciones. Con antecedentes por el estilo, a nadie extrañaría que interceda para salvar a amigos alcoholizados.