DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Engaño brutal al ciudadano y al federalismo

Las actitudes adoptadas por algunos gobernadores e intendentes, de sumarse a las filas del kirchnerismo a pesar de haber sido votados por otra agrupación política, constituye un verdadero engaño a la ciudadanía que los votó y un enorme atropello al federalismo.

Es factible que para las nuevas generaciones, descreídas no sin razón con la política, tantos oportunistas e interesados cambios de posicionamientos pueda resultar normal por lo reiterado, pero para aquellos que conocieron y activaron en política no más de una década atrás, la situación resulta incomprensible en razón de que, aún con sus límites y errores, los partidos políticos priorizaban un mínimo respeto a la ideología en la designación de las candidaturas.

Sólo a modo de ejemplo podría señalarse el cimbronazo que significó años atrás la decisión de Eduardo Lorenzo -también conocido por Borocotó- de pasarse a las filas del kircherismo apenas 17 días después de haber resultado electo diputado por el macrismo. Esas cosas aún sorprendían, de allí que se generalizó la designación "borocotizarse" como sinónimo de transfuguismo político.

Más adelante, Kirchner impulsó la "transversalidad", cooptando en ese esquema a gran cantidad de gobernadores de extracción radical, como sucediera con Mendoza y prácticamente todas las provincias gobernadas por radicales en aquel entonces. Los ejemplos se multiplican.

Es el caso de Gerardo Zamora, gobernador pro-kirchnerista de Santiago del Estero, que llegó a ese cargo luego de haber sido presidente del comité provincia del radicalismo y del Foro Nacional de Intendentes Radicales; el de Miguel Saiz, en Río Negro, otro "radical K"; el de Fabiana Ríos, en Tierra del Fuego, que ganó su primera gobernación con la boleta del ARI, conformó un partido provincial y luego se alió con el gobierno nacional, particularmente en el Senado de la Nación; o el de Maurice Closs, de Misiones, un "transversal" que decidió quedarse en el kirchnerismo.

Hasta se dan situaciones cuasi-grotescas, como la kirchnerización de Carlos Menem (precisamente el político más atacado por el kirchnerismo) aunque en este caso surge no de una ideología política sino de un situación personal para evadir a la Justicia. Ya superando todo lo imaginable, el gobernador electo de Chubut traiciona, antes de asumir, a su impulsor, el actual gobernador Mario Das Neves, para pasarse a las filas del kirchnerismo al que derrotó en su provincia. Ya ni al ridículo se le tiene el más mínimo temor.

Mendoza no escapó y no escapa tampoco a la situación nacional. Es el caso del intendente de Luján al sumarse al kirchnerismo, luego de enfrentarse en una disputa interna dentro de su agrupación política, el Partido Demócrata. Alguien que fue votado como opositor al gobierno nacional y provincial, termina su mandato siendo oficialista en ambos casos.

Frente a ese verdadero engaño a la ciudadanía y a ese atropello al federalismo es necesario, tanto desde el plano político como de la ética, modificar la actual situación.

En ese marco, es dable destacar la decisión del pampeano Carlos Verna, de renunciar a su candidatura a gobernador antes de arrodillarse y aceptar las decisiones nacionales y también la resistencia de José Manuel de la Sota, en Córdoba, que intentará llevar sus propios candidatos a diputados nacionales, ante la presión del cristinismo.

Si no logran germinar esos ejemplos y si la situación continúa como hasta ahora, el país profundizará el centralismo y las provincias pasarán a ser meras dependencias de lo que -con el dinero- se decide desde el Gobierno nacional.