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Enfermos de democracia

*Por Raúl Acosta. La democracia, tal como se la pregona, es un gobierno de todos, por medio de sus legítimos representantes. Elegidos limpia y libremente. En elecciones claras y transparentes. Lo más que se pueda. Lo posible. Hoy un imposible. Ni el lobo de Hobbes ni el salvaje de Rousseau sobrevivirían. Muera al maldito contrato social, hace 80 años venimos matándolo.

Los elegidos deben cumplir sus promesas preelectorales. No cambiar de partidos. No traicionar lo prometido. La primera transgresión es a la ley electoral. Quiénes, cómo, dónde y cuándo se eligen. Hoy no está resuelto.

Los que surjan mediante voto popular para manejar los poderes ejecutivos (municipal, provincial, nacional) deberán respetar las leyes vigentes. Velar por que se cumplan. Leyes que todos conocen. Conocemos. Hoy las leyes son una sentida una ausencia.

Los que cruzan la frontera de lo permitido deben ser juzgados por otro poder independiente: la justicia. Justicia con exámenes periódicos. No hay presidente para siempre. No hay jueces a perpetuidad. Uno se debe retirar, el otro debe volver a concursar. Todos sonríen. Nadie lo cree. Seamos realistas, estamos soñando.

La salud es una responsabilidad del estado. Está abandonada. La instrucción debe ser obligatoria. Con materias verdaderamente comunes. Con sueldos dignos para la exigencia en el único sitio donde se consolida la democracia: en la instrucción del soberano. El pueblo. Hoy no hay instrucción. Basurean, olvidan, bardean, traicionan al soberano. Se fabrican brutos y hambreados. Clientes.

Algunos gobernantes aún consideran a la democracia una enfermedad. Le escapan. Se vacunan. Se protegen. La defensa de la democracia es acusada y condenada. Acumulan adjetivos para desprestigiar las denuncias. Hay quienes hablan de una revolución en marcha. La verdadera revolución sería el apego a las leyes.

El voto no otorga poder, solo obligaciones permanentes. El bien común es el bien supremo de la Nación. El enriquecimiento ilícito y la evasión son los cánceres más terribles de la economía común, atacan el futuro. El nepotismo es un mal. La actual administración de la cosa pública no maneja estos conceptos de democracia. Maneja otros. Se enojan si se los recuerdan. Sus partidarios atacan esta posición con dureza. Algunos defensores de CFK no consideran posible la democracia. Sería bueno que lo confesasen. Sincerarse sería positivo. No lo hacen.

Los votos, para la señora CFK, otorgan derechos y no deberes. Su última declaración ha sido concluyente. Ayúdenme, no puedo yo sola. No parece abogada y actora política de la democracia. No parece presidente. La democracia (el gobierno) no es de ella sola. Debería saberlo muy bien.

Su plan de gobierno no es lo que hoy nos sucede (¿hubo un plan?)

No acepta, promueve ni defiende el debate legislativo. Allí las leyes, no en los DNU, que son claramente un atajo donde se extravía la democracia.

El Ejecutivo y sus colaboradores entorpecen, atacan, amenazan la independencia del Poder Judicial. Poder Judicial sin exámenes periódicos de capacidad. Orgulloso de su ineficiencia.
Los personeros de CFK llegan, ya, a cuestiones domésticas y poco pudorosas. Hay ministros ocupados en denunciar amantes de los opositores.

Lo último, más reciente y más grave es que, de ser cierta su intención de re lección, la señora CFK no podrá prometer que hará cosas buenas si es elegida porque... ¡podría hacerlas ya! ¿Nadie le recuerda la máxima del jefe? Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar. Tal vez ya no sea su jefe.

Los intereses particulares antes que los generales llevan a la oposición a una difícil coyuntura. No oferta, el arco opositor, una salida esperanzadora dentro de la democracia. Realmente desesperan, exasperan, cansan. No son maestros en democracia. Algunos ni siquiera alumnos. Para la oposición la democracia se reduce a su martirologio y las acusaciones a quien maneja la agenda. El total de sus dichos son, por lo demás, en este año, de una clara intención seductora o descalificadora (de si o del gobierno, respectivamente). Que los negritos coman. Yo en esta oportunidad no participo (¿entonces cuándo, che?). Se viene el estallido, oh, oh, oh...(francamente: no son serios) Poco trabajo, poquísimas nueces. La oposición no ha llegado a la práctica de la democracia. Algunos harían lo mismo que el oficialismo de estar en sus condiciones. La democracia no es épica, pero no es cuestión de cobardías y egoísmos. Es laburo. Hay opositores vagos y mal entretenidos.