Encuesta: aumenta el desencanto con el gobierno
Según datos de una consultora, siete de cada diez personas aprueba el tipo de reclamo del 13 de septiembre último. Casi la mitad asegura además que se sumaría a una nueva manifestación. Un fenómeno que va en aumento.
Tras el masivo cacerolazo por falta de seguridad y la alta inflación, entre otros temas, las empresas más grandes de consultoría de nuestro país salieron a la calle a preguntar sobre la presidente Cristina Fernández de Kirchner y si el pueblo está a favor de este estilo de protestas. Los resultados son asombrosos.
Las cifras pertenecen a la consultora Management & Fit, una empresa que habitualmente mide para distintos gobiernos provinciales. El trabajo se realizó en la Ciudad de Buenos Aires, el centro, NOA, NEA, Cuyo y Sur del país, una semana después del masivo cacerolazo en Plaza de Mayo y otros puntos neurálgicos de los centros urbanos.
Fueron entrevistadas 2259 personas. De ellas, el 15,2% dijo haber participado de las protestas y un 19,4% afirmó que no pudo pero que le hubiera gustado asistir. El 64,7% reconoció que no salió a la calle. Quizá el número más contundente del sondeo sea la respuesta a la pregunta de si "está o no de acuerdo con la forma del reclamo". Más del 70% afirma que sí, cuenta el diario Clarín.
El otro dato fuerte: hay una suerte de empate virtual entre quienes sostienen que irían al próximo cacerolazo y quienes optarían por no hacerlo.
Mariel Fornoni, directora de la consultora, sostuvo: "Esta es la primera encuesta pos cacerolazo y revela que hay más gente que dice que fue a las protestas que la que lo hizo realmente. Es que, a pesar de haber sido una manifestación masiva, la gente se siente escuchada y quiere ser parte del reclamo. Evidentemente, hay una situación de empatía con la situación. Un fenómeno que tiene aceptación y que va en crecimiento. La gente pide soluciones urgentes para la inseguridad, la corrupción, la inflación y también se empieza a expresar por la libertad".
Fornoni supone que la reacción del Gobierno, en especial las suposiciones de Juan Manuel Abal Medina de que a los caceroleros están más preocupados por lo que ocurre en Miami que por lo que pasa en San Juan y que en otra época hubieran apelado a los golpes militares, incentivó a un sector de la población a manifestarse a favor de las cacerolas.
"La gente quiere un mensaje pacificador y pide por el fin de la confrontación. Se lo exigen tanto al Gobierno como a la oposición. Existe mucha preocupación por el clima social", indica.
La directora de M&F marca una distancia entre el cacerolazo del 13 de septiembre y los escraches al juez Norberto Oyarbide y al secretario de Comercio Guillermo Moreno. "Una cosa es la protesta y otra el escrache.
Las cifras pertenecen a la consultora Management & Fit, una empresa que habitualmente mide para distintos gobiernos provinciales. El trabajo se realizó en la Ciudad de Buenos Aires, el centro, NOA, NEA, Cuyo y Sur del país, una semana después del masivo cacerolazo en Plaza de Mayo y otros puntos neurálgicos de los centros urbanos.
Fueron entrevistadas 2259 personas. De ellas, el 15,2% dijo haber participado de las protestas y un 19,4% afirmó que no pudo pero que le hubiera gustado asistir. El 64,7% reconoció que no salió a la calle. Quizá el número más contundente del sondeo sea la respuesta a la pregunta de si "está o no de acuerdo con la forma del reclamo". Más del 70% afirma que sí, cuenta el diario Clarín.
El otro dato fuerte: hay una suerte de empate virtual entre quienes sostienen que irían al próximo cacerolazo y quienes optarían por no hacerlo.
Mariel Fornoni, directora de la consultora, sostuvo: "Esta es la primera encuesta pos cacerolazo y revela que hay más gente que dice que fue a las protestas que la que lo hizo realmente. Es que, a pesar de haber sido una manifestación masiva, la gente se siente escuchada y quiere ser parte del reclamo. Evidentemente, hay una situación de empatía con la situación. Un fenómeno que tiene aceptación y que va en crecimiento. La gente pide soluciones urgentes para la inseguridad, la corrupción, la inflación y también se empieza a expresar por la libertad".
Fornoni supone que la reacción del Gobierno, en especial las suposiciones de Juan Manuel Abal Medina de que a los caceroleros están más preocupados por lo que ocurre en Miami que por lo que pasa en San Juan y que en otra época hubieran apelado a los golpes militares, incentivó a un sector de la población a manifestarse a favor de las cacerolas.
"La gente quiere un mensaje pacificador y pide por el fin de la confrontación. Se lo exigen tanto al Gobierno como a la oposición. Existe mucha preocupación por el clima social", indica.
La directora de M&F marca una distancia entre el cacerolazo del 13 de septiembre y los escraches al juez Norberto Oyarbide y al secretario de Comercio Guillermo Moreno. "Una cosa es la protesta y otra el escrache.