“En un libro hace falta desnudarse: yo cuento mis crisis, cosas muy íntimas”
* Por Julieta Roffo. Entrevista exclusiva con Paulo Coelho. Amor y disciplina son las claves para escribir, según el brasileño más vendido.
Paulo Coelho recorrió Rusia de oeste a este a bordo del Tren Transiberiano, en un viaje de 9.288 kilómetros y quince días de longitud. Recorrió, también, el siglo XX ruso sobre ese tren: visitó la casa donde fue ejecutado Nicolás II, el último de los zares, en 1918; se cruzó con una monumental escultura de Lenin, héroe de la revolución de octubre, en Novosibirks, la Chicago soviética; se hospedó en una casa construida para alojar una cumbre sobre desarme entre rusos y estadounidenses en plena Guerra Fría; y apuró su vuelta a Moscú porque allí lo esperaba Vladimir Putin, agente de la KGB en tiempos de la Unión Soviética, devenido en presidente entre 2000 y 2008.
Y sin embargo, ese periplo ocurrido en 2006 fue sólo el escenario de un viaje que Coelho juzga mucho más importante y que –explica desde Ginebra, Suiza, en conversación telefónica con Clarín– terminó de comprender el año pasado. Aleph (Grijalbo), el libro que se lanzó en las librerías argentinas el 8 de agosto y que, según confirma la editorial, ya vendió más de 40 mil ejemplares, es el relato del viaje adentro del viaje. De la vivencia mística en medio de la física.
¿Cómo se da el paso desde la experiencia hacia el libro?
Cuando escribo un libro, intento comprenderme a mí mismo. Esta experiencia que viví no la comprendí enseguida: hay cosas que lleva tiempo digerir. Recién en 2010 pude escribir sobre lo que me había ocurrido, y fue plasmar una cosa que estaba en mi inconsciente pero que sólo comprendí al narrarla.Escribir era un sueño para mí, y desde que empecé, supe que era mi manera de entenderme a mí mismo. En 1986 peregriné a través del Camino de Santiago, pero sólo cuando escribí El peregrino un año después comprendí la transformación radical que había sucedido en mi vida. Y en cada libro me redescubro.
En Aleph, el escritor brasileño inicia su viaje en un momento en el que sabía que las cosas no iban bien: "No estaba consciente de mis problemas, pero no estaba contento: en el alma siempre sabemos que algo pasa", explica. Y lo que le pasaba a Coelho, lo que lo llevó a embarcarse en el viaje transiberiano, era una crisis de fe: "De repente, algo sucedió. Ya no pudo progresar", sentencia uno de los personajes de su novela al referirse a Hilal, la coprotagonista del relato. Y enseguida Coelho se hace cargo de la sentencia: "Era justamente por esa razón que yo estaba en el tren".
Hilal, violinista, veinteañera y lectora incansable del autor, decide ir a buscarlo a Moscú, justo antes de que empiece el largo viaje en tren, y lo interpela, literalmente hasta el cansancio, para acompañarlo. Paulo – en sus páginas, Coelho es ‘Paulo’ a secas – accede y la conexión entre ellos cobra un lugar central en la trama porque compartirán también el viaje interior. Es que en una de sus vidas pasadas – creer o reventar – Coelho fue un párroco ayudante de la Santa Inquisición española, y había estado enamorado de una de las vidas pasadas de Hilal, a quien sin embargo no ayudó a salvarse de la hoguera en plena Edad Media. De vuelta en el
Transiberiano del siglo XXI, ambos viven juntos la experiencia del aleph – ese momento en el que conviven todos los momentos, pasados y futuros – y reinventan su amor, aunque no en clave romántica, sino, explica el autor, "como un amor universal".
En diálogo con Yao, quien oficia de su traductor durante el viaje en tren, usted le dice que "para escribir se necesita amar"; ¿qué otra cosa se necesita?
Además de ese amor, que no está conectado con una persona sino que funciona como el fuego que mantiene encendida nuestra alma, hacen falta otras dos cosas. La primera, desnudarse, que no es fácil. En un libro como este se cuentan cosas muy íntimas, incluso mi crisis de fe. Y la segunda es la disciplina: una vez que empiezo, tengo que terminar. A principio de 2010 entendí lo que había ocurrido en 2006. Y en tres semanas lo escribí.
Usted publicó en su blog que esta es su novela "más personal" ¿Qué le otorga ese lugar?
Esta experiencia me permitió alcanzar el perdón, mi propio perdón, por algo que ocurrió hace mucho tiempo. Y eso es difícil, porque la culpa es inconsciente. Hablo de mi crisis de fe. Por eso es mi libro más personal.