"En política, Córdoba mantiene algo de isla"
* Por Carlos Torrengo. La investigadora sostiene que, sin necesariamente una identidad muy definida, desde lejos en su historia el sistema político cordobés muestra una tendencia acentuada a asumirse desde un trámite que le marca personalidad propia.
Desde el retorno a la democracia, en Córdoba los radicales gobernaron los primeros 16 años de la transición: tres mandatos de Eduardo Angeloz, uno de Ramón Mestre. ¿Cabía imaginar en el marco de ese proceso de prolongado ejercicio de poder que el peronismo en Córdoba comenzaba a ser historia?
–Podía reflexionarse en esa dirección sólo en términos de especulación intelectual, por decirlo de alguna manera. Pero no en términos de lo que diría una mirada sobre lo que sucedió en el PJ cordobés tras la derrota de octubre del 83: un golpe duro, muy duro que el peronismo asume sin paralizarse. Porque esa derrota posibilita un proceso de autocrítica muy interesante y que tuvo algo así como dos direcciones. Por un lado, un proceso de identificación de las causas de la derrota. Rápidamente se cuestionan planos de la conducción nacional del peronismo, Lorenzo Miguel, Herminio Iglesias...
–Que estaban para el garrotazo.
–Sí, claro. Lo cierto es que el PJ cordobés se suma a la vanguardia de lo que comienza a insinuarse y será la Renovación.
–Fue un proceso complejo...
–No fue un proceso lineal, ajeno a tensiones y a lucha interna entre sectores ortodoxos y renovadores. Incluso la conducción nacional intervino el PJ cordobés. Pero la tendencia, la dinámica interna que se fue imponiendo fue la de la transformación del partido. Esto incluso en un marco de derrotas electorales... por caso la que sufre el PJ en noviembre del 85 para la primera renovación del Parlamento nacional, donde el radicalismo obtiene el 55,1% contra el 35,9% del PJ. Ahí llega José Manuel de la Sota a diputado nacional. En octubre del 83 había perdido con Ramón Mestre la intendencia de Córdoba capital por 55% contra 39,11%.
–¿Qué es De la Sota en todo el proceso de mudanzas que inicia el PJ a partir de la derrota de octubre del 83?
–Un protagonista de primer rango, independientemente de cualquier otra valoración. Incluso en el marco de otra derrota electoral con el radicalismo que sobreviene cuando en diciembre del 86 Angeloz convoca a urnas para convencionales a fin de reformar la Constitución de Córdoba. De la Sota lidera la presentación de la Renovación por fuera del PJ oficial, dado que les negaban internas para elegir una nueva conducción partidaria.
–¿Ahí dio paso a la Renovación en Córdoba?
–Con la Democracia Cristiana, De la Sota arma el Frente Democracia Cristiana-Peronismo. Pero vuelve ganar la UCR con el 42% contra el Frente con el 24% y el PJ con el 17%... Pero en la Renovación no bajan los brazos y a la larga maneja el partido. En Córdoba se ratifica una constante del peronismo...
–¿"Poncho Negro" no se rinde?
–Si usted quiere... Es decir: cuando se trata del poder, lucha y lucha aun en las condiciones más adversas. Perdió cuatro veces seguidas la gobernación. Recién la logra en diciembre del 88, cuando De la Sota logra el 49% y Ramón Mestre, que buscaba la reelección, logra el 40%.
–En una oportunidad, Mestre me hizo una confesión algo enferma si se quiere: "Siento cierto deleite cuando confronto con los sindicatos, especialmente con los docentes". ¿Qué fue Mestre en la transición?
–No se lo puede reflexionar sino es a partir de la crisis fiscal del 95, que echa del gobierno a Angeloz en su tercer mandato. Crisis en el campo productivo, crisis fiscal... Para darle una idea, en el 91 Córdoba tenía una deuda consolidada de 124 millones de pesos; en el 95, 1.330. Angeloz no frenó el gasto público, recurrió a los dos bancos estatales, el Provincia y el Social –que ya no existe–, para financiar el Estado. Y como señalo en uno de mis trabajos, si bien el Estado siguió y siguió gastando, hubo cambios en la composición interna del gasto que, favoreciéndose los gastos de la administración central y los servicios de la deuda, bueno... se generó un detrimento en áreas primordiales como salud, educación, bienestar social, etcétera.
La provincia se incendia...
–Angeloz huye despavorido...
–Y desde ese incendio hay que explicar a Mestre, que realiza un gran esfuerzo por poner las cuentas fiscales en orden y logra mucho en ese campo: reduce sueldos, funciones, rediseña el Estado reduciendo personal, emite bonos para pagar deudas atrasadas, firma el Pacto Fiscal con Nación que se había negado a firmar Angeloz... Pero claro, Mestre tiene un estilo muy confrontativo, duro, un estilo que generó mucha resistencia. Corolario: fue por la reelección pero era la hora del peronismo... En el 98 llegó De la Sota.
–La Iglesia Católica cordobesa siempre fue conservadora, al menos en sus jerarquías. Y siempre estuvo muy asociada a familias muy conservadoras –los Nores Martínez, por caso– y armó opinión vía intelectuales que orillaron el fascismo: los Ibarguren, Nimio de Anquín, por tomar dos casos lejanos. ¿Sigue influyendo la Iglesia en la política de la provincia?
–Sí, pero no en los términos de expresar un pensamiento excluyente como lo hizo por décadas. Sucede que cambió el país, la provincia y el equilibrio del poder interno en la misma Iglesia...
–¿Desde lo político, Córdoba sigue siendo la "isla" de la que hablaba Amadeo Sabattini?
–Algo de eso persiste, sí... Mantiene algo de isla. Partidos no muy atados a los dictados de sus conducciones nacionales... rebeldías varias...
carlos torrengo