En la Eurozona, la derecha capitaliza el descontento
Por Marcelo Cantelmi* Los votantes están irritados con la "europeización" de los costos de la crisis financiera, lo que plantea un nuevo límite a los rescates de países en default y a la propia integración.
La noción de que una derecha conservadora crece como una marea en el espacio político europeo, es correcta, pero no debería encerrarse sólo en ese concepto el sentido de este fenómeno cuyo último banderazo lo acaban de dar los finlandeses. En ese país de la eurozona acaba de lograr, el pasado domingo, una rotunda victoria electoral un partido populista y xenófobo enérgicamente opuesto al rescate de naciones en crisi s como Grecia, Irlanda o Portugal. Los electores eligieron en una sintonía crítica, que es muy nítida en el norte más exitoso europeo. Plantean que no entienden por qué sus impuestos tienen que ir a sostener naciones que son estigmatizadas por su baja productividad, indisciplina fiscal y liderazgos corruptos.
Como en la eurozona la votación de los rescates va por unanimidad, este pequeño país amenaza ahora con generar una de las peores derivaciones de la crisis europea y bloquear la ayuda que negocia de modo agónico Portugal para evitar el desastre final de su economía y el default de la deuda. Es improbable que los gobernantes españoles hayan recuperado el sueño desde el pasado fin de semana justamente ante esa amenaza que es también sobre la economía ibérica.
Aunque el desprecio a la otredad y los prejuicios tiñen en gran medida las posiciones políticas de estas nuevas agrupaciones, lo que los finlandeses están planteando es que no quieren hacerse cargo de una factura que deberían pagar entre otros y muy especialmente los bancos que hicieron parte de la fiesta.
Es una provocadora paradoja, por decir lo menos, que desde esa vereda de concepciones rígidas y conservadores se contradiga el rito de los mercados y el modo de funcionamiento del capitalismo. La crisis del sistema de acumulación de 2007/2008, que pese al optimismo de sus actores no se ha resuelto sino que no deja de agravarse , está provocando estos notables movimientos tectónicos revoleando concepciones que pasan a manos inesperadas desde el baldío de lo que ha quedado de la crítica realmente ideológica del sistema.
Este tsunami tiene otros efectos vinculados. Uno de ellos es el ímpetu de variantes nacionalistas que acaban por esmerilar una integración como la europea que en su matriz se la concibió cosmopolita y fuera de los grilletes del Estado-nación, según suelen sintetizar todavía con romanticismo los idealistas alemanes.
Es posible intuir un hilo que une este fenómeno con la batalla presupuestaria norteamericana, la crisis de la deuda que ya excede el universo de los emergentes y la idea subyacente de cómo es el sistema y cómo deberían funcionar las cosas. Si se observa con detenimiento, no debería sorprender lo que en verdad salvan estos salvatajes. Como remarcó hace poco el insospechado Financial Times : "La verdad sobre la crisis de la eurozona ... es que el rescate de Grecia, Irlanda y Portugal es el rescate de los bancos europeos, especialmente de Francia y Alemania".
Es por eso que es tan complejo asumir como una política activa lo que los votantes de a pie expresan con sus posiciones irritadas. Los bancos alemanes -el país de mayor crecimiento en Europa y el que más duramente objetó al menos en la retórica, el salvataje griego- tienen comprometidos cerca de 50 mil millones de euros en esos tres países enclenques y también en España . La mitad de ese monto, según el FMI, está enterrado en la nación helena. Atenas es una trampa aún mayor para Francia, el mayor inversor en Grecia con 50 mil millones de euros, parte de los cuales, 7 mil millones, son directamente del banco central francés.
Cuando la calificadora Standard & Poors amenaza con bajarle la nota a la deuda norteamericana, un episodio asombroso que muestra la profundidad del cambio que vive el mund o y desnuda la situación de ese país, lo que hace es exigir un drástico recorte del gasto público que esta pensado sobre la cuenta social. Barack Obama acepta por ahora 2 billones (un 2 con doce ceros) de dólares de quita y los republicanos plantean 6,2 billones. La posición de la calificadora la acaba de reforzar el FMI al sostener que EE.UU. carece de "un plan creíble" contra el enorme rojo fiscal que arrastra desde el inicio de la crisis y que equivale a todo su PBI.
El problema ahí es que en 2012 hay elecciones presidenciales y Obama perdió ya un enorme caudal de votantes en las legislativas por el bochorno de su plan de salud que en verdad redujo y no agregó beneficios. Según The Washington Post/ABC News , 91% de los demócratas y hasta 54% de los republicanos piden que se incrementen los impuestos a los más pudientes para resolver este agujero y hasta un 78% rechaza el recorte a los planes de salud. Como los fineses, no quieren pagar ellos la fiesta que otros celebraron.
Vale la pena volver a Europa. Si no hay solución para Grecia que este año reducirá su economía 4% pero no su deuda que en 2013 superará el 160% de su PBI, el país colapsará. Es el espectro que se agita en estas horas, porque Portugal está parado en el mismo desfiladero. El problema ahí es España cuyos bancos están metidos hasta la garganta en la economía lusa con más de 65 mil millones de euros en bonos que pasarían a convertirse en papel mojado.
Esa exposición es la mayor de toda la zona euro.
Lo de Finlandia es la peor noticia para Madrid porque muestra así de patente la vulnerabilidad que tiene hoy el sistema.
La reestructuración de las deudas y el reconocimiento de la bancarrota será quiza inevitable pero tendrá el efecto de tirar del mantel de la mesa con toda la cristalería. "Catástrofe", llamó a esa posibilidad la ministra de finanzas francesa, Christine Lagarde. El mismo término que utilizó hace poco el ex canciller James Baker para explicar porqué EE.UU. puede convertirse en una gran Grecia sino desactiva --¿cómo?-- "la bomba de su deuda". Es un mundo imprevisible.