En el ojo de la tormenta
*Por Ricardo Roa. Las pinchaduras de teléfonos y mails que salpican a Aníbal Fernández son, desde hace tiempo, comentarios corrientes entre políticos, empresarios y hasta los propios funcionarios. Todo el mundo se cuida de decir algo que el Gobierno pueda usar en su contra.
Lo nuevo es que este espionaje generalizado ha salido a la luz en un documento de la embajada de EE.UU.
Y es tanto o más grave que el secretario General del gobierno español haya hablado con el hombre que manejó la política norteamericana para América latina sobre la corrupción en el poder argentino. Esto también surge de los papeles oficiales revelados por Wikileaks (ver Aníbal F. y De Vido, ligados a casos de corrupción y espionaje).
Además, calzan justo con los mails que involucran a Ricardo Jaime, una pieza clave en la gestión kirchnerista, en negociados con empresarios españoles. Aún la Justicia debe completar el mapa genético de esta corrupción. Pero cada día aparecen nuevas pruebas (ver Jaime compró un auto a través de una empresa fantasma).
Frente a informaciones de semejante voltaje, suena a chiste que el ministro Boudou haya dicho que son "una vergüenza para los Estados Unidos y no para la Argentina". ¿Acaso es normal que se denuncien espionaje interno y corrupción en el Gobierno? La de Boudou fue una respuesta "infantil y berreta" , usando las palabras que él mismo empleó para atacar a los medios que difunden estas noticias.
Puede achacársele impericia o ligereza a la embajada norteamericana. También, cierta edición primaria de los informes girados a Washington. En cambio no hay duda de que eso piensan sobre lo que pasa aquí, más allá del mensaje público. Ese doble discurso ha quedado expuesto como nunca y le hace un daño enorme a su confiabilidad. Pero, al menos acá, nadie ha quedado en el ojo de la tormenta como el propio kirchnerismo.