DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

En busca del consenso perdido

*Por Sebastián Ortiz. El boicot comercial agrario se presenta, nuevamente, como un reclamo sectorial. Por eso la dirigencia rural se desespera por aclarar que esta vez ‘no habrá desabastecimiento’ y que sólo constituye ‘una medida simbólica’.

La Mesa de Enlace comenzó 2011 con un nuevo boicot comercial agrario contra la política económica del gobierno, a partir de un reclamo sectorial por el precio del trigo. Resulta oportuno por ello repasar cómo estas mismas patronales lograron, partiendo también de un reclamo sectorial, construir hacia el año 2008 una ‘fuerza’ capaz de confrontar abiertamente con el rumbo político, económico y social desplegado desde el año 2003 en adelante.

2006: LA "UNIDAD DEL CAMPO". Dentro de las patronales rurales, la Sociedad Rural (SRA) tiene un peso predominante, tanto en lo económico como en lo político e ideológico, desde la conformación del Estado nación en nuestro país durante la segunda mitad del siglo XIX, a la medida del proyecto agroexportador. En esta nueva etapa, la SRA dio el primer paso en la construcción de la "unidad del campo" en torno a su proyecto, en el año 2006, al realizar junto a otras patronales terratenientes (CRA, CONINAGRO y FAA) boicots comerciales contra el gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner en los meses de julio y diciembre.

Aunque Federación Agraria participaba del reclamo con consignas contra la concentración de la tierra y pidiendo mayor intervención estatal en los mecanismos de comercialización, mientras que el resto de las entidades pedían la liberación total del mercado, la "unidad en la acción" alcanzada permitía al diario La Nación festejar el hecho en su editorial del día 9 de diciembre: "La protesta constituyó una presión surgida horizontalmente desde la base social del campo y de las poblaciones del interior. Así lo demuestra la actitud de la dirigencia de la Federación Agraria, la entidad más cercana al Gobierno, que se plegó al paro con las más vivas manifestaciones de desagrado en múltiples lugares del interior."

2007: EL CAMPO COMO MOTOR DEL PAÍS. En abril de 2007, las patronales rurales realizaron un nuevo boicot comercial que incluyó asambleas, movilizaciones, tractorazos y cortes de ruta, probando además en forma encubierta cómo caería en las poblaciones urbanas un desabastecimiento de productos básicos, sobre todo de alimentos. Además, a través de los medios masivos de comunicación, se instaló la siguiente amenaza: "si le va mal al campo, le va mal al país". Por lo tanto, no es el conjunto del país y sus principales ramas industriales las que permiten que el sector rural se desarrolle (agroquímicos, maquinarias y herramientas, rutas, puertos, etcétera), sino a la inversa. Es el país todo el que tiene que estar al servicio del sector rural y no este al servicio del desarrollo del conjunto del país.

Desde entonces, las patronales rurales comenzaron a amenazar abiertamente a la política económica del gobierno en su conjunto. Ya en la tradicional exposición de la Sociedad Rural, en agosto de 2007, a escasos dos meses de realizarse la elección presidencial, una bandera anticipaba lo que vendría: "Pingüina, si llegás... vas a tener que parir terneras para darle carne al pueblo", prometían los patrones rurales.

El campo fue identificado con "el interior", en pos de incluir al personal político directamente vinculado a los intereses de las provincias de la Pampa Húmeda y sus alrededores (Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, fundamentalmente). De este modo, se reivindicaba a esos mismos intereses como los nuevos portadores de las históricas banderas federales. El histórico Programa Federal de distribución desigual de los recursos ("más a la región que menos tiene") quedaba transformado en un Programa Liberal ("que cada uno se ocupe de lo suyo") bajo la consigna de "a cada provincia de acuerdo a lo que produce".

2008: EN POS DE UN PAÍS AGROINDUSTRIAL. Hacia marzo de 2008, un nuevo boicot comercial (junto a desabastecimientos, corridas cambiarias, críticas de organismos financieros internacionales y locales sobre el plan económico oficial, etcétera) fue llevado adelante por las patronales rurales y sus aliados. Un comunicado de las mismas publicado en los principales diarios nacionales el día 23 de marzo (sería ingenuo creer que la fecha fue elegida de casualidad) explicaba la situación: "Esta unidad lograda no debe perderse. Y hablamos de la unión de todo el país agroindustrial: del campo y de la industria, los servicios y el comercio que se ven reactivados por él. Y de los miles de trabajadores y profesionales argentinos, cuyos salarios dependen de la solidez del sector (...). La mayoría de los argentinos comprende que un sector agropecuario fuerte, sano, de pie, no sólo es fuente de bienestar, sino también de valores y de costumbres, que hacen a nuestra identidad y a nuestro futuro como Nación."

Así, en menos de dos años, fue presentado en sociedad, alcanzando un alto consenso, el programa propio de la fuerza terrateniente: un país agroindustrial con inserción internacional, atado a las políticas de libre mercado impuestas por el capital financiero internacional. Logró un amplio consenso en "sectores medios" urbanos e inclusive en algunos sectores de trabajadores, lo que le permitió a la tradicional oligarquía terrateniente argentina presentarse como representante de los intereses del "campo", del "interior" y de "la patria toda" en dos importantes actos de masas, el primero en Rosario y el segundo en la Ciudad de Buenos Aires.

Con dicha fuerza reunida, se logró frenar el avance en el terreno económico de lo que –a juicio de la fuerza terrateniente– era una injusta confiscación de una parte de la renta agraria para transferirla hacia otros sectores; y preparar el clima social y el terreno político para remplazar el actual programa de gobierno por otro a la medida del proyecto agroindustrial.

UN "INTERÉS GENERAL" BIEN PARTICULAR. Desde entonces y hasta la fecha, la Mesa de Enlace y los "agrodiputados" han intentado, en reiteradas oportunidades, reproducir los hechos con nuevos boicots comerciales (octubre de 2008; febrero, marzo y agosto de 2009; abril de 2010). Es cierto que, en cada una de estas medidas, el consenso social fue desplomándose a punto tal que el actual boicot comercial agrario se presenta, nuevamente, como un reclamo meramente sectorial. Conciente de tal situación, la dirigencia rural se desespera por aclararle a la población que esta vez "no habrá desabastecimiento" y que sólo constituye "una medida simbólica".

Sin embargo, los protagonistas del conflicto tienen en claro lo que se proponen: "Nuestra propuesta no es sectorial, es abarcativa de lo nacional; en la búsqueda de un nuevo proyecto de país", escribía el pasado 15 de enero en el diario La Nación el dirigente de la Mesa de Enlace y vicepresidente de CRA, Néstor Roulet.

Aunque, como vimos, ese proyecto de país de nuevo no tiene nada.