Empresarios con Cristina, preocupados por Brasil
* Por Sergio Dattilo. Reacción ante medidas proteccionistas de Dilma: locales podrán ofertar un 25% en licitaciones y ganarán
Cristina de Kirchner, en espejo de lo que hizo un día antes su colega brasileña Dilma Rousseff, recibió ayer a un grupo de empresarios para asegurarles que el Gobierno dará todas las batallas necesarias para «blindar» la economía contra el ingreso de artículos importados extrazona. Lo hizo acompañada de sus ministros Amado Boudou (Economía), Débora Giorgi (Industria), Julio De Vido (Planificación) y Héctor Timerman (Relaciones Exteriores).
Los convocados fueron José Ignacio de Mendiguren (presidente de la Unión Industrial Argentina), Sebastián Eskenazi (YPF), Cristiano Rattazzi (Fiat), el constructor José Cartellone, el mendocino eólico Enrique Menotti Pescarmona, Hugo Sigman (Grupo CHEMO), Jorge Brito (Banco Macro), Claudio Cirigliano (Grupo Plaza) y Antonio Estrany Gendre (Grupo Bridas).
Casi todos ellos (salvo el banquero y el petrolero) se reunieron una hora antes del encuentro con la Presidente en la sede de la UIA para coordinar lo que iban a decir en la Casa Rosada, pero sobre todo para empezar a estudiar las medidas tomadas por Brasil para proteger sus industrias de la competencia china. Convinieron en pedirle a Cristina medidas que alienten la inversión, y también un ajuste mayor a las medidas arancelarias y paraarancelarias que morigeren la creciente «invasión china».
La medida brasileña que más resistencia provoca en Buenos Aires es la ventaja otorgada a las empresas de ese país por sobre todas las extranjeras: quienes le vendan al Estado ganarán las licitaciones ofertando hasta un 25% más que sus competidores foráneos. Desde ya, esto deja fuera de combate a cuanta empresa argentina aspire a pelear un contrato en Brasil. Esto implica de hecho una devaluación del 25% para los empresarios brasileños que le venden a su Estado, sin tener que tocar el tipo de cambio. Hubo consenso, sin embargo (¿esperanza en realidad?) de que excluya a los socios del Mercosur.
Ese fue uno de los planteos principales que hicieron los empresarios locales a la Presidente y sus ministros. Respondió Giorgi que acababan de recibir los decretos de Rousseff y los estaban estudiando; la Presidente agregó que «para eso está este foro de empresarios; para que acerquen posturas y aporten soluciones a estos conflictos».
Cabe apuntar que los que fueron ayer a la Rosada, junto con algunos ausentes con aviso y justificación, forman parte del núcleo fundador del Consejo Empresario Argentino-Brasileño (CEAB), que el viernes último mantuvo su primera reunión con sus pares del socio del Mercosur en el marco del viaje de Cristina a Brasilia.
El CEAB está conformado por empresarios en carácter individual y no a través (o en nombre) de las asociaciones que los representan; las únicas excepciones son los presidentes de la UIA y de la CNI (Central Nacional de Industrias) de Brasil.
Objetivo
El organismo tenía como fin inicial explorar las oportunidades de constituir «joint-ventures» con empresas de ambos países para exportar a terceras naciones; sin embargo, la evolución de la crisis internacional hizo que rápidamente evolucionara hacia un gupo de «lobby» cuya misión básica es cerrar las fronteras a los excedentes de producción que podrían tener las economías de Lejano Oriente, fundamentalmente la china.
Los ausentes del «núcleo fundacional» fueron Carlos Bulgheroni (Bridas) y Eduardo Eurnekian (Grupo América), ambos de viaje; un tercero fue Federico Nicholson, cuya empresa (Ledesma) está inmersa de manera involuntaria en la crisis de Jujuy.
Cartellone habló de los costos que tienen las constructoras argentinas para hacer obras en Brasil; Rattazzi insistió en la necesidad de una mayor integración del sector automotor porque no sólo exportarán camiones a Brasil sino -a partir del año próximo- también maquinaria agrícola; Pescarmona logró incomodar a casi todos los presentes con su largo discurso laudatorio para «vos Cristina, vos y tu marido que hicieron avanzar la Argentina como nadie».
Cabe recordar que Rousseff les prometió a sus empresarios parar a los chinos, luego de que una empresa de ese origen venciera en una licitación llamada por el Ministerio de Defensa para la provisión de frazadas, algo que a los textiles de Brasil les resultó inaceptable, y encendió luces rojas en el sector.
La respuesta de Rousseff fue veloz, y anunció beneficios fiscales por u$s 16.000 millones para las empresas de su país, justificando la medida en que se trataba de un paso en la «cruzada en defensa de la industria». Ahora, las firmas extranjeras deberán presentar ofertas un 25% inferiores a las de las locales para aspirar a ganar una licitación en Brasil.
También habrá eliminación de aportes patronales para las empresas que exporten, algo que muchos empresarios argentinos vienen reclamando desde hace años, y que ayer reiteraron en el despacho de la Presidente.
El cierre fue de la Presidente, que recordó que «tanto Dilma como yo esperamos un rol mucho más activo de los privados en la resolución de los problemas coyunturales que puedan surgir en esta relación». Antes, De Mendiguren le había recordado que «la Argentina es el primer destino de las exportaciones industriales de Brasil; no hay derecho a que nos ninguneen».