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Eleonora Wexler: "Quería salir de los personajes oscuros"

* Por Lucila Olivera. Chau villana. Se lució como malvada en muchas novelas. Ahora es una chica divertida e inocente en "Un año para recordar" (Telefe). Cuenta por qué buscó el cambio y cómo es su vida de familia.

Después de ponerle el cuerpo a varias locas de temer, Eleonora Wexler optó por dar un vuelco de 180 grados y aceptó un personaje lleno de luz. No se equivocó. En la ficción de Un año para recordar (Telefe) es Mica , la amiga y confidente de Ana (Carla Peterson) que es un sol, un poco border en su estilo, muy inocente y que, sobre todo, no planea maldades ni piensa matar a nadie, como sus anteriores villanas.

Mamá de Miranda (7 años), Wexler hizo por primera vez en su carrera malabares para congeniar las grabaciones de la tira que produce Underground con las funciones de El descenso del Monte Morgan , la obra de Arthur Miller donde compartió hasta el domingo escenario con Oscar Martínez y Carola Reyna, y con la que pronto saldrá de gira (ver recuadro). Dice que pudo reinventarse y organizarse. Y no murió en el intento.

¿Te agotó hacer de mala? Sí, necesitaba un cambio. De alguna manera lo estaba buscando hace un tiempo, cuando terminamos con Son de Fierro (El Trece). Pero cuando llegó Valientes (El Trece), la historia estaba tan bien escrita y era tan bueno el grupo de trabajo que todo se potenció y terminé aceptando. Y me alegro de que haya sido así porque Juana (su personaje) me dio muchas gratificaciones. Sin embargo, ahora realmente tenía la necesidad interior y exterior de contar otra cosa. Quería salir de los personajes oscuros porque son muy desgastantes, siempre estás jugando al límite. Tanto es así que creo que no podría haber hecho teatro y tele si estuviera haciendo a Juana. Pensá que yo llego a casa y tengo a mi hija y a mi marido, que son pura luz, pero convivía más tiempo con lo opuesto.

¿Y cómo te sienta este giro? Estoy encantada. La última vez que hice comedia fue en Mi comedia favorita y era una nena. La gente no me tiene en este registro para nada. Y mis compañeros tampoco me tenían. Reconozco que al principio me daba miedo el cambio pero yo me mando siempre.

Tu personaje es muy desprejuiciado. Me acuerdo de una escena en la que te tirabas en una cama y te sacaban fotos, toda envuelta en plumas... (Se ríe) Me divertí como loca haciendo esa escena, hasta quería que me trajeran peluches. Este es un personaje que me divierte mucho. Y es un trabajo en equipo. El look lo armamos con las chicas de vestuario, de peinado y de maquillaje. Ellas están muy atentas a qué le puede ir o qué le puede quedar bien a Mica. El director, Gustavo Luppi, y el director de exteriores me ayudan también muchísimo. Es un ida y vuelta. Y Carla es muy generosa en ese sentido. Este es un equipo súper tranquilo, pero de verdad, ¿eh? La estamos pasando bien y yo cuando me veo me río.

¿Te ves cuando llegás a tu casa? No, porque prefiero dedicarme a mi familia. Al principio sí me veía para saber si estaba haciendo un mamarracho, si estaba pifiando el registro o no. Pero ya está. Y ahí va, Micaela.

Hablabas recién de Carla Peterson. ¿Se conocían? Sólo de tener algún amigo en común, pero jamás habíamos trabajado juntas. La química entre nosotras se dio de una. Fue mágico lo que pasó, algo fluía y pasaba sin que nos propusiéramos nada. Y no es fácil que ocurra eso. De hecho, podés estar trabajando con una amiga o un amigo y no tener eso. Así que cuando el piloto que grabamos se concretó, no lo dudé. Estaba con el teatro, y sabía que iba a hacer temporada de verano, por lo cual me planteaba las cosas que nos planteamos todas las mamás. Yo pensabá "cómo voy a hacer con Miru, con la casa, con mi vida" . Pero hablé en mi casa y me dieron el OK.

¿Pediste permiso? No es que pedí permiso, pero claro que lo hablé con mi marido y con mi familia para asegurarme de que me iban a sostener. Más que nada en el verano porque Miranda estaba libre, sin colegio.

¿Cómo lo organizaste? Primero nos fuimos los tres de vacaciones en diciembre. Yo reestrenaba en enero y empezaba a grabar más tarde, pero todo se adelantó. Entonces me propuse mentalizarme y organizarme. Era muy importante para mí. A Miru la anoté en la colonia de (Claudio) Marangoni, donde hacen mucho deporte. Mi vieja, que estaba libre, se la llevó también unos días a San Bernardo, así que ahí partió mi hija con sus abuelinos. Y más tarde, se fue con mi marido a un campamento del colegio. Los papás del colegio hicieron un grupo espectacular. Ojo, las mamás nos llevamos muy bien, comemos sandwichitos en la casa de alguna, tomamos cafecito, esas cosas. Pero los varones pegaron una onda espectacular. Fue buenísimo para ella. Y así se pasó el verano. Si trabajás, es fundamental tener un grupo que te contenga, mi salud mental no sería la misma sin ellos.

¿Cómo es Miranda? Cumplió siete años hace poquito, está grande, preciosa. Y brava. Son etapas. Nos amamos, nos abrazamos y besamos, pero otros días me critica todo. Es muy graciosa. Hasta me dice si me combina o no la ropa que me pongo... Pero la veo crecer y me muero de amor, está divina, le encanta el aire libre, el deporte, y además, con mi marido se lo fomentamos.

Buen año en la tele, en el teatro, con la familia...

Sí, me siento plena, las cosas llegan. Y la maternidad me modificó mucho. La cabeza se te da vuelta. Antes estaba muy ocupada en mí y ahora estoy, pero en un costadito. La prioridad la tiene mi familia. En mi caso, ser mamá me hizo relajar. Si bien es cierto que trabajo un montón, me relajé mentalmente, no me planteo adónde va mi carrera, cómo hago para llegar... Lo que me planteo es qué quiero hacer, simplemente. Dejé fluir muchas cosas y eso me hizo crecer.

Llegó la era de la madurez.

Si, hay algo que se acomoda. Y aunque a veces tengo miedos y dudas, siento que puedo.

En lo profesional, además, se te reconoció mucho en los últimos años.

Todo tiene que ver con lo mismo, con la madurez, hay algo que se plasma de manera diferente en todo tu ser, en ese sentido no se puede separar lo laboral de lo personal.

Bingo.