El volantazo del Lole
La salida de Carlos Reutemann de la pista del Peronismo Federal fue el hecho político más importante desde la muerte de Néstor Kirchner. La oposición sigue siendo una maqueta vacía, un modelo para armar.
A pocas horas de su alejamiento de la conducción del Peronismo Federal, Reutemann mantiene las pulsaciones como si nada hubiese ocurrido. Con picardía (y forzada ingenuidad) asegura a los pocos que han conversado con él que no se explica el motivo de semejante repercusión política y mediática.
Desde el fallecimiento de Kirchner, el Lole hizo tres cosas: consumir todos y cada uno de los análisis políticos, dialogar con sus habituales interlocutores fuera del ámbito electoral y monitorear el clima de relax, tal vez temporario, que aflora en la sociedad. En base a esa lectura, puso en práctica una decisión que ya había tomado mucho antes pero que encontró como excusa desencadenante un artículo periodístico en el que no se tomaban en serio sus pedidos de "desensillar hasta que aclare".
"Los politólogos, los analistas, todos, dicen que cambiaron algunas circunstancias", explica el senador a la hora de darle sustento al portazo de salida del Peronismo Federal que, tal vez, le sirva para abrir otras puertas.
Reutemann se sintió contenido por los dirigentes del palo kirchnerista a la hora de concurrir a la Casa de Gobierno para despedir a Kirchner: "A veces es bueno que a uno le acaricien el lomo", suele decir. Durante el sepelio, Reutemann se dejó saludar por el ministro Julio De Vido, el senador Daniel Filmus, el diputado Edgardo Depetris y, cuando se iba, empezó a recorrer el camino de salida de la cúpula dañada del Peronismo Federal. Los silbidos de la militancia K que aparecieron cuando su imagen se dejó ver en las pantallas encuadran la situación: la media Verónica (un paso al costado de los toreros) que ensayó para tomar distancia del espacio peronista no oficialista no lo devuelve a la vereda de Balcarce 50.
Del sepelio y de las repercusiones posteriores, el Lole concluye que "hay un estado de hipersensibilidad" en la sociedad y que no son tiempos de ganar todos los días la pulseada mediática hablando mal de la presidenta, que además ha quedado viuda y lleva adelante, y en su intimidad, el duelo por la pérdida de su esposo.
Rápidamente, desde las capillas periodísticas nacionales y desde diferentes vectores partidarios se lanzaron pronósticos sobre si la decisión acortaba o extendía en el tiempo una candidatura presidencial. "No soy candidato", repite como un mantra el protagonista. Esas tres palabras, en verdad, venían desde lejos, pero acompañadas por una barrera dialéctica respecto al futuro. "Ni voy a ser", completaba. Hoy, cuando alguien le hace notar que falta la segunda parte de su respuesta, prefiere juguetear con las palabras: "Hoy digo que no seré, hay que esperar. En este país nadie puede adivinar el futuro".
Reutemann descarta que su futuro esté ligado a la política santafesina como hacen circular determinados voceros del kirchnerismo nacional. "No voy a ser candidato a gobernador, eso es carne podrida de algunos que me quieren sacar del escenario nacional", comentó.
Si bien su decisión de no seguir siendo coordinador del Peronismo Federal le quita histeria a la posibilidad de que reutemistas y kirchneristas decidan finalmente concurrir a internas por adentro de la estructura, el ex gobernador se siente afuera de cualquier negociación y sostiene que esa tarea les corresponde a los que han decidido ser candidatos. "Ni sé cuántos son", despeja, tirando la pelota afuera de la cancha.
Si hace unos meses sostenía que su candidatura presidencial estaba "six feet under", ahora revela que está "en la tribuna" y que no ha cambiado nada respecto a esa decisión. "Estoy afuera, mi tarea es legislativa. Pertenezco a Santa Fe Federal y al Interbloque. Miro todo desde la tribuna, algunos me quieren mandar a Santa Fe pero no voy a ser candidato a gobernador", se le escuchó decir el viernes.
En la Casa Rosada los que manejan la información más depurada no se sorprendieron por la reciente maniobra de Reutemann. Un ex ministro de Néstor Kirchner, con trato directo con el santacruceño hasta el último día, lo resumió así: "Jamás lo escuché a Néstor hablar mal del Lole, todo lo contrario. Y mire que el hombre no se guardaba nada contra los opositores". Quedará para la mitología popular darle verosimilitud a la especie que alude a un acuerdo no escrito entre el santacruceño y el santafesino. La muerte de Kirchner se llevó ese secreto a la tumba.
Sabe Reutemann que su paso al costado lo pondrá en la mira de los sectores periodísticos talibanizados por la furia antikirchnerista. Ayer nomás, alguna referencia mediática lo calzó con el mote de "borocotizado" y alfombró su despedida de la política electoral. Desde allí hacen circular la versión de un inminente encuentro entre la presidenta y el senador por Santa Fe. "Eso también es carne podrida", los despacha.
En Santa Fe, la posibilidad de una gran interna en el partido de la oposición hará mover los músculos del Frente Progresista. Ricardo Spinozzi por el reutemismo, Agustín Rossi por el kirchnerismo y Rafael Bielsa por otro vector del oficialismo nacional deberán extremar las negociaciones (y los juegos de cintura) para llegar a un acuerdo previo a la potencial compulsa interna. Los tres siguen tratando de captar referencias departamentales. También se ha movido, al menos con sus gigantografías, Juan Carlos Mercier. Jorge Obeid supeditó su candidatura a la de Reutemann.
Aunque Reutemann no se explique el fundamento de la repercusión mediática de su salida de la conducción del PJ federal, el movimiento (por ahora un paso al costado) modificó el tablero en todo el peronismo.