El verdadero y rotundo final de los Redondos: "Con vos no me tomo ni un café"
A más de diez años de la disolución de la emblemática banda, el hermetismo se rompió y los detalles de la separación vieron luz.
Sin lugar a dudas, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota fue y será una de las bandas más emblemáticas de la historia del rock nacional, como así también lo fueron hasta ahora su mística y su misterio, sobre todo cuando hablamos de su final y su separación. ¿Qué pasó verdaderamente en aquel 2001, en lo que todo deslizaba, rápido, hacia el final?
Más de diez años después, parte de la historia se revela de la mano de "Fuimos reyes" -de los periodistas Mariano del Mazo y Pablo Perantuono, editorial Planeta-, un libro que se encargó de reconstruir gran una parte del relato ricotero.
Los autores se animaron a posicionar el comienzo del fin en un viaje que realizó la banda a la ciudad de Nueva York, presidida por sus tres cabecillas: el Indio Solari, Skay y Carmen "Poli" Castro, la mánager de la banda. Allí las tensiones fueron in crescendo entre el cantante y el guitarrista, uno con poca paciencia para seguir lejos de casa y el otro obsesionado por cada detalle de sonido, para lograr el disco perfecto.
Es que se habían dirigió a Norteamérica a editar "Momo sampler", que fue el último disco de la banda. Luego de dos meses dando paseos, haciendo compras y trabajando en la masterización del disco, Skay ya estaba listo para volver a Argentina, pero el Indio, por su parte, seguía insistiendo en perfeccionar el sonido.
"Las tensiones gobernaron el viaje. Y no tenían que ver con el cortocircuito entre los líderes, sino con la imposibilidad que tuvo Solari para quedar satisfecho con el sonido. Se quedaron casi dos meses en Nueva York. El trabajo lo hacían mayoritariamente los encargados de la mezcla (Mario Breuer y Eduardo Herrera). Los músicos vivían en el hotel Delmónico en Manhattan", explican Del Mazo y Perantuono en su libro.
Ante la oposición de intereses, el grupo de trabajo decidió reunirse en el hotel para coordinar la continuidad de la edición. Todo derivó en una profunda discusión a los gritos entre el Indio y Beilinson, que presenció sólo Poli, ya que los demás se sintieron incómodos y se fueron.
Para sosegar un poco la situación, Skay le propuso al Indio abandonar el tema y continuarlo con más tranquilidad cuando volviesen a Buenos Aires. A lo que él, drástico, le contestó: "Con vos no me tomo ni si quiera un café".
Si bien aquel no fue el punto de ruptura definitivo, dio un claro indicio de cómo seguirían las cosas. Los líderes de la banda jamás habían tenido discusiones tan fuertes ni con tantas diferencias de criterios en cuanto a lo estético y al destino de la banda.
"Los históricos socios no se pusieron de acuerdo. Nadie lo expresó, pero los tres sabían que era el final", explica el libro entre la nostalgia y la tristeza de sus más profundos admiradores.