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El turismo porteño y su influencia

Ante el crecimiento de la actividad es misión de las autoridades controlar la inseguridad, un tema que preocupa a los visitantes.

La actividad turística en la ciudad de Buenos Aires, que en 2010 alcanzó la cifra de 10 millones de viajeros, viene ejerciendo una influencia muy positiva en el área de la producción (séptimo lugar en orden de importancia) y de la generación de empleos (tercer lugar), de acuerdo con los datos brindados por el Ente de Turismo y el Ministerio de Cultura de la ciudad.

En los progresos que se aprecian gravita notoriamente el hecho de que Buenos Aires se ha ubicado en el primer puesto de las ciudades de América latina en cuanto a organización de convenciones y congresos y en el 12º en el orden mundial. Se pueden agregar otros datos significativos al respecto: las reservas de alojamientos acordadas permiten anticipar un 2012 muy promisorio y los compromisos que se van sumando alcanzan ya al año 2017. La cantidad de viajeros llegados el año anterior fue un 29 por ciento mayor que en 2009 y gastaron en nuestra capital 3409 millones de dólares. Se estima que 330.000 personas trabajan en el sector turístico, vinculadas de manera directa o indirecta con esta actividad, cuyo éxito se relaciona especialmente con la calidad de la ciudad porteña, el nivel de su hotelería, de su gastronomía y de las actividades culturales aquí ofrecidas.

En suma, la información es elocuente y corresponde destacar lo ya logrado y lo mucho que promete. No hay que olvidar que Buenos Aires siempre ha tenido una bien ganada fama no solo en lo cultural, sino también en otros aspectos más amplios: son muchos los extranjeros que encuentran placer en recorrer sus calles y reconocer, o asimilar su arquitectura a la de otras ciudades del mundo.

Ahora bien, al considerar todos los progresos del turismo en la ciudad y los beneficios que reporta, se advierte la necesidad de mantener un continuo esfuerzo de promoción que permita sostener sin decaimiento la atracción de Buenos Aires, tanto para el turismo interno como externo.

Para ello es indispensable ampliar y diversificar la correcta información que se ofrezca al visitante para planificar su actividad y lo motive a conocer lugares destacados de la ciudad, sin omitir las propuestas de extender los itinerarios proyectados a fin de conocer otras ciudades y regiones del país. Es bien sabido que el turismo fue creciendo en el mundo a medida que se enriqueció el conocimiento de ciudades y países. La información se expandió a medida que mejoraron las comunicaciones y los medios de transporte y, de igual modo, creció la oferta de servicios adecuados a los turistas, con distintos niveles de expectativas y recursos.

En este cuadro de los componentes de un creciente turismo algo más hay que señalar y que es condición sin la cual se limita su poder de convocatoria. Se trata de la inseguridad, riesgo que asedia a nuestra sociedad y afecta como consecuencia nuestra imagen externa. El problema es agudo internamente y, al trascender, inquieta al potencial viajero, que se alarma con razón ante las noticias de una delincuencia audaz que alarma a propios y extraños. Es misión de las autoridades afrontar esa amenaza con eficacia y disipar un temor que daña de muchos modos al país y su gente.