El transporte público mejorará el día que los funcionarios tengan que usarlos
Es increíble la cantidad de minutos y hasta horas que pierden los argentinos día a día para viajar en trenes, colectivos y subtes.
Tomarse un tren, un colectivo y un subte a veces resulta una verdadera odisea para los argentinos, y es un problema más a los numerosos dolores de cabeza que tienen los pasajeros en su día a día: la inseguridad, la inestabilidad económica o las cuestiones de salud, entre otros.
Muchos tienen que viajar más de cuatro horas por día para poder ir a trabajar y luego regresar a sus casas. Y en el medio ocurren miles de circunstancias, que ya son naturalizadas de tan cotidianas que suceden: colectivos abarrotados y que llegan varios minutos tarde, trenes que se demoran en llegar y subtes cuya frecuencia no es la adecuada para los miles y miles de pasajeros que necesitan utilizarlo.
Esto es de todos los días. Y como si no fuera suficiente, a veces ocurren circunstancias extraordinarias que ponen el panorama un poco peor: servicios interrumpidos en reclamo por choferes golpeados y heridos en hechos de inseguridad, cortes de vías de tren por ex trabajadores despedidos, demoras por inconvenientes técnicos en el subterráneo.
La situación es harta conocida por los pasajeros. ¿Pero lo es para los funcionarios del gobierno que no utilizan el servicio de transporte público? Es, de todas formas, una idea descabellada que autoridades de primera línea sean sorprendidos tomándose un colectivo, aunque muchos hicieron la pantomima de codearse con el ciudadano común en escenarios totalmente montados.
Principalmente, esto es una utopía por cuestiones de seguridad. Pero la medida de calificación de un servicio público como aceptable sería que sea digno para la utilización de un funcionario importante. En este sentido, el ciudadano aceptaría pagar un poco más por un servicio más eficiente.
¿Qué hay que mejorar en el transporte público y cuánto puede aportar el Gobierno a dar solución a este problema que molesta tanto a los argentinos? Una de ellas es realizar una planificación completa de cómo es la movilidad de los ciudadanos dentro de la Capital Federal, siendo este territorio un lugar de paso en el día a día de muchos trabajadores que viven en el conurbano.
En este examen del estado del transporte público es necesario reconsiderar varias cosas. Una de ellas es la puntualidad. A partir de allí se podrían solucionar varios de los inconvenientes, como saber de antemano con qué tiempo cuenta cada usuario para poder llegar a tiempo al lugar que uno desea. También se puede complementar con servicios más directos de los colectivos, para que no se supongan líneas en los mismos territorios y todos estos fueran abarcados en su totalidad. Por último, reforzar la cantidad de servicios en horas pico.
Y, luego, mejorar las condiciones de acceso a la información de las personas para saber en qué horario llega el colectivo/tren/subte, en cuánto está estipulado de antemano que llegue a destino y cuáles son los recorridos que realizan. En este sentido, las aplicaciones que existen en la actualidad no son del todo eficientes y juegan con nuestro tiempo y paciencia.
De hecho, la mejora en la eficiencia de los servicios de transporte público podría combatir el problema de la gran afluencia de vehículos particulares que llegan día a día en la ciudad más importante del país.
El costo de mejorar el transporte público es alto, ya sea en obras, trabajo o subsidios –siempre y cuando sean controladas las inversiones en el sector-. Pero el Gobierno debe afrontarlo en lo pronto para poder sacarle esa carga a los trabajadores argentinos.
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