El sueño de Margarita Barrientos y la conmovedora historia de Miriam, su hija del corazón
En diálogo íntimo con DiarioVeloz, la fundadora de Los Piletones se exhibe orgullosa del nuevo proyecto social.
Gustavo Rodríguez
grodriguez@diarioveloz.com
@GusLRodri
Fotos: Patricio Rodríguez
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Nunca se detiene en su lucha por cambiar aunque sea un poco una sociedad que es injusta por donde se la mire. Margarita Barrientos monitorea, se encarga de que todo esté organizado y que nadie se quede afuera. Sólo detiene su labor para sentarse en el comedor junto a DiarioVeloz para hablar de sus sueños y objetivos, mientras la gente almuerza lo que tal vez sea su única comida en el día.
"Vamos a inaugurar en las próximas semanas un comedor en Cañuelas y en los próximos días voy a viajar a Santiago del Estero para crear un hogar para abuelos, que allá están muy abandonados", cuenta Margarita.
Cerca del comedor Los Piletones, a unas pocas cuadras en el humilde barrio de Villa Soldati, se encuentra en plena construcción el Centro de Atención para Víctimas de Violencia Familiar. Margarita habla de ese lugar con mucha emoción y orgullo, ya que para ella hace un tiempo no muy lejano representaba sólo un sueño. Hoy es una realidad que en breve se plasmará en inauguración.
"Esto surgió a raíz de una entrevista con el periodista Alfredo Leuco, que me preguntó cuál era mi sueño. Yo le dije que era hacer un lugar para las mujeres golpeadas, un refugio donde puedan tener más protección y estar con sus hijos", expresó Margarita.
Cuando en ese momento podría haber quedado como una simple sensación de deseo, Margarita recibió el llamado que, si bien podía esperar, no imaginaba que podría llegar tan rápido. "El señor Emilio Quesada, el dueño de la empresa Gestam, estaba escuchando el programa y llamó a la radio para decirme que iba a cumplir mi sueño. Fue un regalo del cielo, gracias a Dios", recordó con notable gesto de felicidad.
La empresa Gestam donó el dinero para la construcción y contrató a una cooperativa que se encarga del trabajo. "Se va a estar inaugurando a fines de mayo o principios de junio. Está un poco demorada. Si me hubieran dejado hacerlo a mí, tal vez ya estaría terminada. De todos modos, lo importante es que la obra está llegando a su fin", comentó Margarita.
Quizás este deseo, que está cerca de cumplirse, nació en Margarita Barrientos con la historia de Miriam, su hija postiza, o su hija del corazón, como prefiere llamarla: Miriam es la encargada de enseñarle a DiarioVeloz cada rincón de Villa Soldati en donde hay un sello de la fundación.
Margarita no duda en delegárselo, ya que conoce cada detalle tanto como ella. Cuando el comedor Los Piletones fue inaugurado en 1996, en lo que fue la primera pequeña obra de una magnifica gestión social, Miriam se acercó al portón y se ofreció a colaborar. Así lo recuerda la fundadora.
"Era la primera persona joven que se acercaba al comedor. Llegó y me dijo: 'Doña, ¿quiere que la ayude?'. Ella, que juntaba trapos para subsistir, empezó acompañándome al mercado central. Es una persona honesta y trabajadora", dice Margarita.
"Es una chica muy leal. Si yo tengo una barra de oro y le pido que me la guarde, lo podrá cambiar de lugar varias veces, pero yo sé bien que si la voy a buscar dentro de diez años, la voy a encontrar. Vale muchísimo como persona", definió al referirse a su hija del alma.
La historia de vida de Miriam estuvo marcada por la violencia de género. Pero como nada puede ser más importante que salir adelante, encontró gracias a Margarita Barrientos razones para hacer cosas con los otros y por los otros, quizá sin darse cuenta de que también estaba haciendo algo por ella misma.
"Miriam fue muy golpeada. Un día le dije: 'Quiero que te quedes conmigo'. Ella le tenía terror al marido y me decía: 'Me va a venir a buscar y me va a matar'. Le dije que no iba a pasar eso, que nunca más iba a volver a tocarla. Un día la vino a buscar y se la agarró conmigo. Recibió unos cuantos golpes de mi parte. Nunca más apareció. Se ve que le pegué bastante fuerte. Le devolví algo de lo que le hizo a mi hija", reveló Margarita con la tristeza de ese recuerdo y con la alegría de tenerla recorriendo el comedor ayudando a otras personas.
Miriam reconoce que su madre adoptiva, de alguna manera, le salvó la vida y le dio un lugar en el que pudo comenzar de nuevo: sus padres biológicos viven en Entre Ríos. Cuando tenía ocho años, se la entregaron a una tía. A los 13 años conoció lo que es ser madre, pero a sus primeros hijos nunca los pudo ver porque se los sacaron. Hoy, tiene a Sebastián, de 20 años, y a Fernando, de siete, quienes llaman "mamá" a Margarita.
"Miriam es una persona hermosa. Si le pido el corazón, es capaz de arrancárselo y regalármelo. Me quiere mucho. Jamás me faltó el respeto", concluyó, emocionada, Margarita Barrientos.