El significado de cultura
*Por Arnaldo Pérez Wat. El ciudadano tiene la impresión de que con un ciento de cables de TV que llegan al hogar se cuentan con los dedos de una mano los espacios culturales.
Podríamos definir la cultura como la materia del hacer intencional humano que, al igual que el agua en la naturaleza, se presenta en tres estados: sólido, líquido y gaseoso. Decimos intencional, porque en el hombre hay movimientos que no dependen de la voluntad; como la digestión, reflejos condicionados, actos reflejos, etc.
Para la antropología cultural, una mala palabra escrita en el baño de la Terminal, un botellazo arrojado desde la tribuna a la cancha y escribir una novela constituyen manifestaciones de cultura, porque para esta ciencia es cultura todo lo que el hombre hace intencionalmente.
Volvamos a nuestra definición: Los sólidos en la cultura son los llamados objetos de la cultura, como una flecha de piedra, un dolmen, etc. O también, un neumático o un celular. Así las cosas, cualesquier canto rodado que encontramos en el camino es objeto de la naturaleza. Sin embargo, si sospechamos que cierta piedra es un fragmento de mortero o de un platillo, ya estamos ante un objeto de la cultura. Es pues importante esta distinción entre naturaleza y cultura. El agua, esencial para la vida humana, nos fue otorgada por la naturaleza. Posteriormente, la Revolución Industrial, ocasionada por meterse a hervirla, o la factura mensual de Epos, son hechos culturales.
No obstante, con el calificativo de líquido, nos referimos aquí a un barniz de cultura que presenta un pseudosabio, como así también, la actitud del denominado "hombre light ".
En lo tocante al tercer estado, es obvio que por una mezcla gaseosa llamada aire, circula hoy la mayor parte del saber de la cultura: ondas hercianas por ejemplo. Porque aunque por lo común la mayoría de la televisión que nos llega del exterior lo hace por fibra óptica, en su fase final (como en la comunicación cara a cara) el fenómeno incluye en forma casi exclusiva el aire. Este hecho social pertenece a lo que se entiende por cultura de masas, que incluye también el papel impreso, donde el mercado se constituyó en árbitro del gusto cultural. Aquí suele reconocerse que hay elementos positivos de la creación misma, pero también suele advertirse –en torno de los problemas que ejercen sobre ella las estructuras sociales dominantes– como los grupos económicos de presión.
En este terreno podemos ejercer el guitarreo citando desde Max Weber y Herbert Marcuse, hasta Levi Strauss. Pero nos alejamos del tema que se conmemora esta semana.
La creación cultural (en la que seguramente pensó el Gobierno nacional al instituir el 29 de agosto como Día de la Cultura) no tiende a convertirse en una producción de objetos de consumo. El Gobierno tomó el día del nacimiento de Ricardo Rojas, un hombre culto, en el sentido que lo entiende el hombre de la calle al hablar de cultura.
En este aspecto, el ciudadano hoy tiene la impresión de que, con un ciento de cables de televisión que llegan al hogar se cuentan con los dedos de una mano los espacios culturales con horario fijo, como conciertos, teatro, o programas de preguntas y respuestas. Estos eran cotidianos en la década de los ‘60, cuando por lo general existía sólo una emisora de televisión en ciertas provincias.
Asimismo, piensa que la "tinellización", que ocupa la mitad del tiempo de las pantallas, se extiende a distintos estratos con la banalización de los conflictos entre actores que llegan al nivel de entredichos de conventillo. Y alcanza a los artistas. Recientemente, un cantautor se expresó con un improperio para la mitad de los habitantes de la Capital Federal. Logró más prensa en una semana de la que acumuló en una gran parte de su trayectoria.