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El siglo que viene

*Por Daniel Muchnik. Hablar, por supuesto, de las elecciones presidenciales del año que viene es como si intentáramos saber de antemano que nos depara el siglo que viene.

Muchas hipótesis se han guardado por respeto al duelo, pero otras ni siquiera existen, por desconocimiento de cómo actuarán los factores que decidirán los escenarios futuros.

En el ínterin el país sigue su marcha. Se ha prometido negociar con algunos acreedores sin pasar por las verificaciones del Fondo Monetario Internacional, la presidenta se ha hecho presente en la reunión del G-20 en Corea del Sur, por el alza en la recaudación no contemplada en el Presupuesto 2010 el Gobierno podrá gastar hasta fin de año 50.000 millones de pesos adicionales sin rendir cuentas ante nadie, los buenos precios de los productos de exportación continúan en alza y, por el momento, toda la atención está centrada en las últimas sesiones del Parlamento.

Allí el principal tema en debate es el Presupuesto 2011, en medio de un tira y afloje. El Gobierno no quiere modificaciones al plan presentado por las autoridades y la oposición, en cambio, sugiere virajes de fondo, que incluyan la solución efectiva de los problemas sociales, incluyendo una mayor protección de los jubilados. ¿Entiende la población que se polemiza en torno a un tema caliente y decisivo para importantes sectores o acaso lo único que le interesa es que los congresistas encuentren solución para parar la inflación, la inseguridad y otros asuntos acuciantes y cree que el intercambio de posiciones sobre el Presupuesto no le incumbe?

Aparentemente en éstas semanas la política es, por sobre todas las cosas, emoción. En su más reciente columna, en el diario Perfil, el colega Alfredo Leuco consideró que en una votación en éstos días Cristina Fernández sería nuevamente elegida titular del Ejecutivo. Un segmento importante de las clases medias urbanas que antes la cuestionaban hoy parece que hubieran cambiado de opinión.

El gran interrogante es si ese sentimiento colectivo, ese idilio, esa solidaridad se mantendrá a través del tiempo. Y además si las condiciones del ejercicio del poder le resultarán propicias y gratificantes. O si pesarán motivos personales o familiares. Algunos de sus actuales ministros desearían que Cristina Fernández se aferrara al máximo poder otros cuatro años más.

¿Podrá? ¿Lo buscará?.

¿Y si todo cambia?, ¿Y si de la supuesta fragilidad Cristina Fernández pasa a la acción, al control del Partido Justicialista, vuelve a la confrontación, a la disputa, a la dureza política sin piedad? El titular del radicalismo, Ernesto Sanz es, al respecto, pesimista. Considera que el país mostrará todo su rostro real en marzo próximo.

En ese momento, afirma, no habrá espacio para la "democratización del debate público, ni para el diálogo político, ni el consenso". En el peronismo federal, Eduardo Duhalde mantiene su candidatura y está dispuesto al combate. Ya se tejen alianzas entre radicales, socialistas y agrupaciones afines. Pino Solanas persiste en sus anteriores designios.

Pero todo se develará el siglo que viene.