El rompecabezas K se debe armar, aunque no encajen las piezas
* Por Edgardo Alfano. El gobierno va apilando prioridades sobre prioridades.
Nota extraída del diario El Cronista Comercial
Lo importante de ayer es superado por lo importante de hoy y por lo que será importante mañana, pero nada termina de resolverse si no se resuelve como quiere Cristina Kirchner.
El comportamiento del dólar, la nominación de Daniel Reposo a la Procuración General, el desplazamiento de Hugo Moyano, la causa de la ex Ciccone, la situación de Amado Boudou, la tragedia del Sarmiento, el nuevo conflicto con el campo, la política de subsidios y el futuro de YPF son solo algunos de los temas que tiene en carpeta el gobierno nacional y que le siguen causando dolores de cabeza.
En ese marco, la política sobre el dólar es el mejor ejemplo de cómo el gobierno nacional se mueve con desprolijidad, sin reglas claras y con movimientos espasmódicos.
Pueden tener razón cuando dicen que el mercado del dólar es pequeño, pero no es insignificante en cuanto al efecto que tiene sobre la economía y sobre una muy buena parte de los argentinos que siguen pensando como lo vienen haciendo desde hace décadas sobre los billetes verdes.
El kirchnerismo ha ganado otras batallas culturales, es cierto, pero esta está muy lejos de ganarla. El trastorno obsesivo compulsivo por la compra de dólares de los argentinos va ganando esa batalla.
Es más, de la presidente Cristina Kirchner para abajo casi todos los miembros de su gabinete tiene importantes depósitos en dólares, de acuerdo a la declaración jurada del 2010.
Y a ellos bien se les podría endosar las críticas que hizo el jefe de gabinete, Juan Manuel Abal Medina, cuando se presentó en el Senado y habló de la manía y de la obsesión compulsiva de los Argentinos que compran dólares.
Por eso, ante la finalización del plazo para presentar las declaraciones juradas de 2011, a la Presidenta no le quedó otra opción más que anunciar la pesificación de su dinero invertido en dólares y en eso arrastró a los integrantes de su gobierno.
No quedaba para nada prolijo que mientras se le prohibe a un buen número de argentinos comprar dólares, la presidente y sus ministros siguieran atesorando dólares.
Claro que todo se hizo bajo presión y cuando se estaba frente a un papelón y no antes de anunciar el fuerte cepo al dólar.
Lo cierto es que una vez más la figura del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, aparece detrás de las medidas oficiales y habla sin ningún empacho con los dueños de las principales dueños de Casas de Cambios, aunque esta vez no es para que haya dólares para todos.
Es más, sin que apareciera una regla clara, el mercado del dólar para ahorro parece estar definitivamente vedado para los argentinos que solo pueden comprar si viajan al exterior.
Pero ni Moreno, ni el titular de la AFIP (Ricardo Echegaray) dicen que es el organismo quien digita quien puede comprar y quien no moneda extranjera y menos el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, a quien prácticamente no se le conoce la voz.
Si hasta los cueveros, los que manejan el mercado negro del dólar, desensillaron hasta que aclare, como decía el general Perón, para ver qué hace el gobierno y hasta donde los quiere perseguir.
Está claro que al gobierno parece no importarle para nada los reclamos de reglas claras y precisas que son necesarias para quienes manejan los destinos del país.
Y el cerebro de esta política parece ser, una vez más, Guillermo Moreno, quien sigue dando señales de qué es el hombre fuerte del gobierno, por el aval que le da CFK.
Lo demás, las declaraciones de los otros funcionarios, parecen ser temas menores.
Los otros, los que no están de acuerdo en el manejo de estos asuntos, se llaman a silencio. Piensan que para sobrevivir en sus cargos no tienen que contradecir a Moreno y menos a la Presidente, que ya no lo tiene a Néstor Kirchner para el manejo de la economía.
Eso se nota y parece no importar mucho el costo que se pague, en cuanto a la imagen del gobierno, a la baja del mercado inmobiliario o a la caída de los depósitos en dólares.
Tampoco importa la frágil posición en la que va quedando el ministro de Planificación Julio de Vido, quien no sólo parece eclipsado por el viceministro de Economía Axel Kicillof, sino que ahora perdió el área de Transporte, tan criticada en todos estos años, a manos del jefe de Interior, Florencio Randazzo.
Ese qué me importan los costos que haya que pagar llega también al Congreso, donde los senadores kirchneristas hacen lo imposible para que Daniel Reposo llegue a ser coronado como Procurador General, en lugar del eyectado Esteban Righi.
El paso de Reposo por la comisión de Acuerdos del Senado no sólo lo mostró flojo de papeles sino haciendo agua por muchos lados y cerca del papelón.
Tal es así que se desvivían por ayudarlos el jefe de bloque Miguel Pichetto, Aníbal Fernández, la presidenta provisional de la Cámara Alta, Beatriz Rojkés de Alperovich y el titular de la comisión Marcelo Guinle.
Pero Reposo es Reposo y si la oposición no alcanza la próxima semana los dos o tres votos que necesita para bloquear su designación, es porque una vez más triunfó el juego de fuertes presiones que llegan desde lo más alto del poder.
En definitiva, el rompecabezas K se debe armar sí o sí, por más que las piezas no encajen.
Para justificarlo estará, después, el relato oficial.
Lo importante de ayer es superado por lo importante de hoy y por lo que será importante mañana, pero nada termina de resolverse si no se resuelve como quiere Cristina Kirchner.
El comportamiento del dólar, la nominación de Daniel Reposo a la Procuración General, el desplazamiento de Hugo Moyano, la causa de la ex Ciccone, la situación de Amado Boudou, la tragedia del Sarmiento, el nuevo conflicto con el campo, la política de subsidios y el futuro de YPF son solo algunos de los temas que tiene en carpeta el gobierno nacional y que le siguen causando dolores de cabeza.
En ese marco, la política sobre el dólar es el mejor ejemplo de cómo el gobierno nacional se mueve con desprolijidad, sin reglas claras y con movimientos espasmódicos.
Pueden tener razón cuando dicen que el mercado del dólar es pequeño, pero no es insignificante en cuanto al efecto que tiene sobre la economía y sobre una muy buena parte de los argentinos que siguen pensando como lo vienen haciendo desde hace décadas sobre los billetes verdes.
El kirchnerismo ha ganado otras batallas culturales, es cierto, pero esta está muy lejos de ganarla. El trastorno obsesivo compulsivo por la compra de dólares de los argentinos va ganando esa batalla.
Es más, de la presidente Cristina Kirchner para abajo casi todos los miembros de su gabinete tiene importantes depósitos en dólares, de acuerdo a la declaración jurada del 2010.
Y a ellos bien se les podría endosar las críticas que hizo el jefe de gabinete, Juan Manuel Abal Medina, cuando se presentó en el Senado y habló de la manía y de la obsesión compulsiva de los Argentinos que compran dólares.
Por eso, ante la finalización del plazo para presentar las declaraciones juradas de 2011, a la Presidenta no le quedó otra opción más que anunciar la pesificación de su dinero invertido en dólares y en eso arrastró a los integrantes de su gobierno.
No quedaba para nada prolijo que mientras se le prohibe a un buen número de argentinos comprar dólares, la presidente y sus ministros siguieran atesorando dólares.
Claro que todo se hizo bajo presión y cuando se estaba frente a un papelón y no antes de anunciar el fuerte cepo al dólar.
Lo cierto es que una vez más la figura del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, aparece detrás de las medidas oficiales y habla sin ningún empacho con los dueños de las principales dueños de Casas de Cambios, aunque esta vez no es para que haya dólares para todos.
Es más, sin que apareciera una regla clara, el mercado del dólar para ahorro parece estar definitivamente vedado para los argentinos que solo pueden comprar si viajan al exterior.
Pero ni Moreno, ni el titular de la AFIP (Ricardo Echegaray) dicen que es el organismo quien digita quien puede comprar y quien no moneda extranjera y menos el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, a quien prácticamente no se le conoce la voz.
Si hasta los cueveros, los que manejan el mercado negro del dólar, desensillaron hasta que aclare, como decía el general Perón, para ver qué hace el gobierno y hasta donde los quiere perseguir.
Está claro que al gobierno parece no importarle para nada los reclamos de reglas claras y precisas que son necesarias para quienes manejan los destinos del país.
Y el cerebro de esta política parece ser, una vez más, Guillermo Moreno, quien sigue dando señales de qué es el hombre fuerte del gobierno, por el aval que le da CFK.
Lo demás, las declaraciones de los otros funcionarios, parecen ser temas menores.
Los otros, los que no están de acuerdo en el manejo de estos asuntos, se llaman a silencio. Piensan que para sobrevivir en sus cargos no tienen que contradecir a Moreno y menos a la Presidente, que ya no lo tiene a Néstor Kirchner para el manejo de la economía.
Eso se nota y parece no importar mucho el costo que se pague, en cuanto a la imagen del gobierno, a la baja del mercado inmobiliario o a la caída de los depósitos en dólares.
Tampoco importa la frágil posición en la que va quedando el ministro de Planificación Julio de Vido, quien no sólo parece eclipsado por el viceministro de Economía Axel Kicillof, sino que ahora perdió el área de Transporte, tan criticada en todos estos años, a manos del jefe de Interior, Florencio Randazzo.
Ese qué me importan los costos que haya que pagar llega también al Congreso, donde los senadores kirchneristas hacen lo imposible para que Daniel Reposo llegue a ser coronado como Procurador General, en lugar del eyectado Esteban Righi.
El paso de Reposo por la comisión de Acuerdos del Senado no sólo lo mostró flojo de papeles sino haciendo agua por muchos lados y cerca del papelón.
Tal es así que se desvivían por ayudarlos el jefe de bloque Miguel Pichetto, Aníbal Fernández, la presidenta provisional de la Cámara Alta, Beatriz Rojkés de Alperovich y el titular de la comisión Marcelo Guinle.
Pero Reposo es Reposo y si la oposición no alcanza la próxima semana los dos o tres votos que necesita para bloquear su designación, es porque una vez más triunfó el juego de fuertes presiones que llegan desde lo más alto del poder.
En definitiva, el rompecabezas K se debe armar sí o sí, por más que las piezas no encajen.
Para justificarlo estará, después, el relato oficial.